Zac Efron, Mark Wahlberg, Matt Damon y decenas de otras celebridades hicieron del país oceánico su casa en los últimos meses
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Todo comenzó con la llegada del actor Zac Efron. Le siguió Mark Wahlberg, luego Matt Damon y decenas de otras celebridades que hicieron de Australia su casa durante la pandemia.
Más recientemente, llegó Julia Roberts. Tiene previsto filmar una película con George Clooney a finales de este año, Ticket to Paradise.
En medio de la pandemia de Covid-19, parece que la mitad de Hollywood se ha mudado a ese país al que ven como un lugar idílico libre de coronavirus.
La vida es buena, pues se ha eliminado en gran medida al virus: la gente disfruta libremente de las playas, los bares y los clubes nocturnos.
También muchos actores han llegado para trabajar, pues el gobierno australiano ha atraído grandes producciones, como la próxima película de Thor, mediante incentivos fiscales.
Es por ello que las celebridades se ven por las calles, particularmente en Sídney: Idris Elba fue visto en el escenario de un concierto; Natalie Portman comprando en Bondi; Chris Pratt de fiesta en un hotel; y Zac Efron almorzando en un restaurante de barbacoa coreana en el Barrio Chino.
La lista de visitantes también incluye a Awkwafina, Ed Sheeran, Jane Seymour, Melissa McCarthy, Michelle Ye, Paul Mescal, Rita Ora, Ron Howard, Taika Waititi, Tessa Thompson, Tilda Swinton y Tom Hanks.
También están las estrellas australianas que han vuelto a casa: Nicole Kidman, Keith Urban, Kylie y Danni Minogue, Rose Byrne, Isla Fisher y su esposo, Sacha Baron Cohen.
“Lo llaman Aussiewood”, dijo un reportero de entretenimiento local a la BBC.
Pero no todo el mundo está contento con la presencia de los famosos.
Un año después de que Australia cerrara sus fronteras, todavía hay al menos 40.000 australianos varados en el extranjero.
Muchos dicen que se les ha impedido regresar a casa. Un grupo ha presentado una demanda de derechos humanos ante Naciones Unidas.
“Ningún otro país ha impedido el regreso de sus ciudadanos de esta manera”, dice Sabrina Tiasha, quien llegó a casa desde Reino Unido el mes pasado.
¿Por qué está pasando esto?
Las restricciones fronterizas de Australia les han quitado a muchos ciudadanos el derecho de volar a casa.
El año pasado, el gobierno impuso un “límite de viaje” para las llegadas internacionales, con el objetivo de reducir el riesgo de brotes de coronavirus.
Eso implica que los vuelos a Australia, en muchos casos, se reducen a solo 40 pasajeros. El límite ha aumentado los costos de los pasajes y ha llevado a las aerolíneas a priorizar los asientos de primera clase.
Por ejemplo, los vuelos de Reino Unido a Australia pueden costar entre US$2300 y US$11.400, lo que obliga a muchos a echar mano de sus ahorros e incluso de sus fondos de pensiones.
También está la tarifa de hotel para realizar la cuarentena obligatoria cuando llegan: US$2300 por persona.
Es raro encontrar una tarifa aérea como las que había antes de la pandemia. E incluso las personas que consiguen un boleto, pueden quedarse sin viajar si el vuelo fue sobrevendido.
“Esto es lo que puedo decirles de manera concluyente después de seis meses: no hay ningún sistema”, dice Tiasha. “No hay forma de que realmente puedas averiguar qué va a pasar o programar un vuelo”.
El gobierno dice que ha organizado más de 100 vuelos de repatriación, incluidos 20 este año.
Pero con decenas de miles de australianos que aún no pueden regresar a casa, ha aumentado el enfado por la falta de apoyo del gobierno.
Claman por ayuda
Más de una docena de ciudadanos varados en el extranjero le dijeron a la BBC que han recibido poca ayuda de las autoridades australianas.
Margaret y David Sparks, una pareja de 70 años que estaba de vacaciones en Reino Unido cuando se produjo la pandemia, estuvieron atrapados durante casi un año.
“La gente está tan estresada y temerosa que pagan cualquier cantidad con tal de llegar a casa. Pero como pensionistas, realmente tenemos que pensar mucho en el costo”, le dijo Sparks a la BBC a principios de este año.
Tuvieron tres cancelaciones de vuelos antes de encontrar un vuelo de repatriación el mes pasado.
En los grupos de Facebook, los australianos varados se aconsejan unos a otros que mantengan sus maletas listas. Los afortunados dan detalles de cómo superaron los obstáculos para llegar a casa.
“Mantén tu teléfono con sonido toda la noche para recibir llamadas en cualquier momento, por si surge un vuelo de última hora”, escribió uno.
Cientos han pedido ayuda. Desean volver a casa por razones desesperadas: para cuidar de parientes enfermos o moribundos; porque han perdido el trabajo o la casa; o porque el costo de estar separados de sus seres queridos se ha vuelto abrumador.
Debate sobre derechos
Algunos creen que la política del gobierno viola sus derechos humanos.
Las leyes internacionales dictan que los ciudadanos tienen derecho a volver a su país. Es un principio que se invoca con mayor frecuencia en los casos de refugiados.
Un grupo llamado Stranded Australians Abroad (Australianos Varados en el Extranjero) ha presentado una petición ante el Comité de Derechos Humanos de la ONU pidiendo su intervención.
Pero los expertos advierten que no se puede hacer mucho sin una garantía similar en la ley australiana.
El profesor Ben Saul, de la Universidad de Sídney, dice que un caso extremo, como “un australiano que termina en la indigencia”, podría mostrar que la limitación de viajeros es innecesariamente punitiva.
Otros expertos dicen que las separaciones familiares en curso podrían violar los derechos de los niños.
Saul considera que Australia podría aprobar una ley para hacer las cosas más justas, como que las aerolíneas prioricen el acceso de los ciudadanos vulnerables.
Mientras, el gobierno sostiene que el precio de volver a casa depende de las aerolíneas.
“[Nuestra] máxima prioridad en este momento es ayudar a los australianos en el extranjero”, dijo una portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores a la BBC, y agregó que habían ayudado a más de 39.000 ciudadanos a regresar desde que comenzó la pandemia.
“Trato diferente para los ricos”
No obstante, los críticos argumentan que el gobierno ha adoptado políticas más flexibles para los famosos.
El gobierno redujo a la mitad el límite de viajeros en enero, citando la amenaza de la variante de Reino Unido. Pero días después permitió la entrada a más de 1700 tenistas, personal de apoyo y otras personas vinculadas al Abierto de Australia.
“Priorizaron un torneo de tenis sobre sus propios ciudadanos”, dice Tiasha.
Han surgido otras controversias. La cuarentena en un hotel es un requisito para todos, pero muchas estrellas han recibido exenciones.
Julia Roberts y Ed Sheeran pasaron la cuarentena en un lujoso rancho en las afueras de Sídney. Damon, Kidman y Dannii Minogue también recibieron aprobación para tener cuarentenas privadas.
“Las celebridades están en sus mansiones privadas”, dice Andrew Hornery, reportero del Sídney Morning Herald. “Es un escenario muy diferente al de estar hacinado en un hotel de cuatro estrellas con vista a una autopista”.
El multimillonario británico Lord Sugar voló en julio pasado en primera clase para filmar un programa de televisión. Fue una experiencia excelente, tuiteó, ya que solo había viajado en jet privado anteriormente.
Esa misma semana, hubo informes de australianos acampando en el aeropuerto Heathrow, en Londres, después de haber sido echados de los vuelos.
Una mujer publicó una foto de sus hijos durmiendo en el piso de la terminal; no tenían ningún otro lugar adonde ir, decía en la publicación que se volvió viral. Más tarde consiguió un vuelo a casa.
“Hay un tratamiento 100% diferente para los ricos o famosos en comparación con la gente común”, dice Kanisha Batty, una australiana a la que se le otorgó una extensión de visa en Reino Unido.
Había bromeado diciendo que la deportación podría ser su camino más rápido a casa.
Damien Eisenach, que está varado en Perú, está de acuerdo en que parece “un sistema de dos niveles”.
“Hay mucho apoyo para los tenistas y las celebridades, y cero apoyo para las personas del otro lado”, dice.
Por Frances Mao
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