
Cómo bautizar al hijo de una estrella de cine
De Moses y Apple Martin a Suri Cruise
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NUEVA YORK (The New York Times Features).- Si Henry Fonda estuviera vivo y a punto de tener una hija, seguramente la bautizaría Hanoi, y no Jane. La posibilidad de enviar a sus vástagos a enfrentar a las elites de Hollywood armados con nombres comunes y silvestres como Michael, Eric, Joel y Peter -como lo hizo alguna vez Kirk Douglas- es inimaginable para cualquier estrella de cine del siglo XXI.
Esto quedó claro la semana última, cuando Gwyneth Paltrow y su marido, Chris Martin, cantante de Coldplay, llamaron a su hijo recién nacido Moses (literalmente, Moisés). Es un nombre extraño para un chico nacido en 2006, pero quizá menos estrafalario que el que llevará por el resto de su vida su hermana Apple ("Manzana"), de dos años.
Y no es que un nombre como Apple Martin se destaque demasiado entre los hijos de los famosos hoy en día. El director de cine Peter Farrelly tiene una hija con el mismo nombre, y hasta una elección como ésa palidece en comparación a otros retoños de Hollywood como Pilot Inspektor, inventado por Jason Lee, estrella de "My Name is Earl", o Banjo, el nombre soñado por Rachel Griffiths, de "Six Feet Under". Ni hablar de Moxie CrimeFighter (algo así como "Corajuda Lucha contra el Crimen"), como bautizó a su hija el comediante e ilusionista Penn Jillette.
Los escépticos se ríen de la fiebre por los nombres estrambóticos que parece estar afectando a las estrellas de cine de hoy en día, convencidos de que no es más que otra forma de llamar la atención de la prensa y el público. Pero distintos psicólogos y profesionales habituados a trabajar con personas famosas sostienen que sus raras preferencias son en realidad una oportunidad de expresar sus obsesiones, ambiciones e idiosincrasias privadas.
Jillette, por ejemplo, está satisfecho con el nombre por varias razones: "Será la única persona llamada así en un grupo de gente, no importa cuán grande sea. Es, además, el nombre de la primera gaseosa norteamericana y, en el slang de este país, significa que una persona tiene mucho carácter", explica. Además, Moxie CrimeFighter es un éxito entre los padres que viven en círculos creativos. "Quienes tienen un nombre inusual por lo general están muy orgullosos de tenerlo. Sólo los mediocres llamados Dave creen que tener un nombre raro es malo. ¿A quién le importa lo que creen ellos? Se llaman Dave", dice el mago.
Pero no todas las estrellas deciden cómo bautizar a sus hijos a partir de un credo tan personal. "Las manzanas son tan dulces, son sanas y también bíblicas. Y me gusta mucho cómo suena", le confesaba Gwyneth Paltrow a Oprah Winfrey en 2004 ("Moses" es el nombre de una canción que su marido le escribió en 2003).
Los padres de clase media de los Estados Unidos continúan abandonando nombres tradicionales como Karen o Joseph por otros más elaborados como Caleb o Madison, y entonces, las estrellas de cine se ven obligadas a llevar la tendencia un paso más allá. Los nombres pueden ser peculiares (como Maddox, el hijo adoptivo de Angelina Jolie) o excéntricos como Makena´lei Gordon, la hija de Helen Hunt, inspirado en un lugar de Hawaii que visitó la actriz de "Mejor, imposible". Lo que quizás están diciendo las celebridades es que las reglas no se aplican a ellos [N. de la R: a esta lista de agregaron anteayer Suri Cruise, la flamante hija de Tom Cruise y Katie Holmes, y Grier Hammond Henchy, la de Brooke Shields, nacidas el mismo día].
Si las estrellas de Hollywood son la nueva aristocracia norteamericana, el nombre exótico de sus vástagos puede funcionar como una especie de título nobiliario, una forma de transmitir su legado a nueva generaciones.
Porque el hecho de que elijan nombres raros para sus hijos no es nuevo. Anthony Perkins bautizó a sus hijos Osgood y Elvis, y Marlon Brando llamó a su hija Chayanne. Y Gwyneth Paltrow -hija de la actriz Blythe Danner y el director Bruce Paltrow- se llama Gwyneth después de todo.
Quienes siguen los vaivenes en la popularidad de los nombres de bebes sostienen que la presión por ser original ha crecido en los últimos años, mientras que los integrantes de la Generación X han comenzado a tener hijos y, con ellos, han encontrado una oportunidad perfecta para dar rienda suelta a su gusto por las referencias a oscuros fenómenos de la cultura popular, su iconoclasia y su ironía condescendiente.
Así como Frank Zappa probó ser un hippie con sentido del humor al ponerle Moon Unit y Dweezil a sus hijos en la década del 60, la actriz Shannyn Sossamon, de 26 años, probó ser un orgulloso producto de sus tiempos bautizando a su hijo, nacido en 2003, Audio Science. "Es como tener un mini yo. El chico es parte de sí mismo, no un individuo. Es un apéndice", explica el doctor Robert Butterworth, psicólogo de Los Angeles.
Es que el peso de la fama recae hasta en quienes aún no han nacido: el hijo que esperan Brad Pitt y Angelina Jolie ya ha sido tapa de muchas revistas.
Por otra parte, los vástagos de la elite de Hollywood tienen otras cosas que discutir en terapia más allá del nombre que le han puesto a sus hijos. "Con los hijos de los famosos, para ser sincera, los problemas son tantos y tan serios que éste palidece en comparación", dice la doctora Jenn Berman, una psicoanalista que, explica, ha tratado a varios.




