Cómo se adaptó “a la mexicana” uno de los grandes clásicos modernos del cine argentino
Ariel Winograd dirige la nueva versión de Tiempo de valientes, de Damián Szifron, que llega este viernes a Netflix
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“Quienes no conocen la historia original se van a encontrar con una película nueva. Y para los que ya la vieron hay muchos guiños, además de la posibilidad de descubrir al mismo tiempo algo distinto, otra película”, dice a LA NACION Ariel Winograd pocas horas antes del estreno en Netflix de su último trabajo como realizador, nada menos que la nueva versión de un verdadero clásico moderno del cine argentino: Tiempo de valientes.
La remake dirigida por Winograd se rodó íntegramente en México, se titula La hora de los valientes y tiene como protagonistas a Luis Gerardo Méndez (Los enviados) y Memo Villegas, dos de los más populares actores de ese país, interpretando a los personajes que en la película original de Damián Szifron estuvieron, respectivamente, a cargo de Diego Peretti y Luis Luque.

Recién llegado de la capital mexicana, desde la cual participó junto a actores y productores de la campaña promocional previa al estreno de mañana en streaming, el director de El robo del siglo y Mamá se fue de viaje vuelve una y otra vez en la charla con LA NACION a destacar la generosidad de Szifron y su aporte a esta nueva mirada alrededor de una de sus mejores películas. Tiempo de valientes se estrenó en septiembre de 2005, cuando todavía estaba fresco en la memoria del espectador argentino el éxito extraordinario de Los simuladores, la obra consagratoria de Szifron.
“Mi relación con Damián es de mucha admiración y cariño hacia él y su trabajo. Desde la primera vez que lo llamé se puso a disposición para cualquier cosa que necesitara. No hubo ningún tipo de imposición de su parte y solo tuve que consultar con él algunas cosas específicas. Vio el corte final de mi versión, quedó encantado e hizo muy buenos comentarios”, precisó Winograd.
Esta remake mexicana sigue al pie de la letra el hilo argumental de la creación de Szifron replicando hasta los nombres de los dos personajes protagónicos. Mariano Silverstein (Méndez) es un psicólogo de buen pasar económico forzado a cumplir trabajos comunitarios por culpa de un accidente de tránsito. Su “castigo” es el seguimiento ambulatorio de un detective de la policía llamado Díaz (Villegas), golpeado al máximo en su estado de ánimo luego de comprobar la infidelidad de su esposa.
Silverstein empezará a involucrarse en la vida cotidiana de Díaz, sobre todo a través de la pesquisa de una compleja investigación en la que se mezclan el tráfico de sustancias peligrosas y la corrupción gubernamental a gran escala.
La pareja reproduce con sus peripecias el modelo de buddy movie tan popular en el cine estadounidense (historias en las que dos personajes bien distintos se ven obligados a unir fuerzas para alcanzar un propósito común), en este caso a través de un relato policial con genuinos toques de comedia.

“Como admirador de toda la vida del cine de Szifron siempre tuve el sueño de poder dirigir algún día un guion suyo. Tiempo de valientes es una de mis películas favoritas de toda la vida. Cada vez que empiezo a filmar algo nuevo vuelvo a verla”, cuenta Winograd, todavía sorprendido por la suma de felices coincidencias que le fueron dando forma definitiva a esta nueva versión.
Todo comenzó en una de las tantas conversaciones que mantuvieron en los últimos tiempos Winograd y Matías Mosteirín, figura clave de la productora K&S, una de las más importantes de nuestro medio (Relatos salvajes, El Clan, La odisea de los giles, El Eternauta, Belén) y artífice también de Tiempo de valientes. Después de buscar sin suerte durante mucho tiempo algún proyecto original para sumar fuerzas surgió esta adaptación, que la productora tenía intenciones de hacer desde hacía tiempo en México.
“Ellos tenían desde hace tiempo esta idea y cuando me la comentaron y les dije que era una de mis películas favoritas inmediatamente se produjo un match perfecto –detalla Winograd-. Enseguida se prendió la máquina y ayudó mucho que K&S, como productora responsable de la película original, decidiera cuidar artesanalmente esta nueva versión. Se agregó así al proyecto una cuota de emocionalidad fundamental".

Cada una de las situaciones de la película original encuentra su reproducción perfecta en esta remake. Hasta la duración es la misma en ambos casos (una hora y 46 minutos). El primer factor que a simple vista marca nítidamente la diferencia entre una y otra es el uso de palabras y modismos mexicanos (adaptados del guion original “argentino” de Szifron por Charlie Barrientos) en la flamante versión que está por llegar a Netflix.
Preservación del original
Las diferencias entre una y otra, aclara Winograd, aparecen desde una perspectiva estrictamente cinematográfico: “Todos teníamos muy en claro, los productores, Netflix y yo, que no había que romper de ninguna manera un guion que es buenísimo. Muchas veces, por adaptar cosas, las remakes pierden el sentido original. Y esto último es lo que quisimos preservar: personajes que tengan humanidad y se sientan vivos. Esta remake tiene mucho corazón y las escenas de acción se trabajaron de manera acorde a estos tiempos, respetando al mismo tiempo el espíritu original”.
El director reconoce, con nada disimulado orgullo, que hay varios planos de su película que funcionan como homenajes muy precisos a la obra y la mirada de Szifron. “Quiero que el que la vea sienta el mismo cariño con el que nosotros tratamos a la película original, y que al mismo tiempo descubra que esta nueva versión tiene sus diferencias y funciona con identidad propia”, destacó.

Para dejar a la vista ese matiz mencionó cómo la propia geografía urbana de la Ciudad de México expresa su potencia como escenario ideal y también de qué manera la remake conserva el lenguaje universal (“y cinematográfico”) del guion original de Szifron. “En esta historia el verosímil es el cine. Van a ver en esta película muchos planos abiertos que muestran a los personajes juntos en el mismo cuadro, como pasa en las grandes buddy movies americanas. Hicimos en ese sentido un trabajo muy fuerte en términos de puesta en escena”, señaló Winograd.
También se cuidó hasta el mínimo detalle de esta adaptación. A modo de curiosidad, Winograd contó como ejemplo que el personaje de Méndez se expresa con un acento específico y muy trabajado, propio de la colectividad judía de Coyoacán, barrio de la capital mexicana reconocido por su arquitectura residencial y el espíritu bohemio de todo el entorno.
Por encima de cualquier expresión del argot popular mexicano, que el espectador argentino quizás solo consiga dentificar luego de ver la película con subtítulos, está lo que en definitiva permanece y hace que el guion original, quince años después, luzca vigente y perdurable.
“Esta historia no envejeció para nada –agregó Winograd-. Szifron escribió un guion increíble y único sobre personas normales viviendo situaciones extraordinarias. Gente común que se enfrenta a sus miedos para transformarse en héroes”.
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