Dos grandulones en eterna adolescencia

"Los rompebodas" ("Wedding Crashers", EE.UU./2005, color; hablada en inglés). Dirección: David Dobkin. Con Owen Wilson, Vince Vaughn, Christopher Walken, Rachel McAdams, Isla Fisher, Jane Seymour. Guión: Steve Faber y Bob Fisher. Fotografía: Julio Macat. Música: Rolfe Kent. Edición: Mark Livolsi. Presentada por Distribution Company. 113 minutos. Sólo apta para mayores de 16 años.
Nuestra opinión: buena

Dice la tradición que muchos, especialmente las mujeres, lloran siempre en los casamientos; lo que no dice, pero saben bien los protagonistas de esta comedia zafada, hueca, tonta, pero livianamente divertida, es que en las fiestas de bodas, las chicas se ponen tan sensibles y románticas que se vuelven presas fáciles para cualquier Don Juan que sepa encontrar el modo de seducirlas.

Por eso, los dos grandulones del caso, que viven una eterna adolescencia, esperan ansiosamente la primavera, cuando arrecia la temporada de matrimonios. Para ellos es toda una invitación a la cacería de chicas bonitas, aventuras fugaces y buena comida. Todo lo que hace falta es, en primer lugar, buena información para saber dónde están las fiestas bien servidas y mejor concurridas; después, mucho descaro para colarse en ellas sin despertar sospechas, y finalmente alguna astucia para entender qué tipo de carnada es más aconsejable según la presa a la que se le haya echado el ojo.

A veces conviene cultivar el tipo emotivo y lagrimear bastante en la ceremonia con ayuda de algún colirio; otras, ganarse la adhesión de los más chicos inventando juegos y haciendo monerías para ellos; en el mismo sentido, suele ser útil bailar con las señoras mayores o con las nenas; en todos los casos, claro, a la vista de la candidata, que no será indiferente a tanta exhibición de sensibilidad. El terreno ya está preparado: podrá abordársela en la primera oportunidad que se presente. Lo demás -es decir: el objetivo principal- se dará por añadidura.

Desenfado y sorpresas

Claro que hay reglas por seguir, una especie de mandamientos que ellos mismos parecen haber establecido, y en última instancia está Chazz, el mentor, el paradigma de los "rompebodas", de quien mucho se habla aunque no se lo ve sino hasta el final, en una de las mejores escenas, para ponerle a la comedia un broche sorpresivo a la altura del Frat Pack, esa suerte de pandilla de graciosos que integran Owen Wilson, Ben Stiller, Vince Vaughn, Will Ferrell y Luke Wilson, la avanzada de la que algunos llaman nueva comedia norteamericana.

En un gracioso prólogo se los ve actuar como excéntricos mediadores en casos de divorcio y hablar de la temporada de acción que se avecina, a la que al fin -por más que admitan que ya no están en edad de estudiantinas- se dedicarán con entusiasmo, lo que da lugar a una sucesión de pantallazos más o menos cómicos. La complicación viene cuando se arriesgan a aplicar la receta entre gente de muy alto poder en Washington (nada menos que la familia de un secretario de Estado con la autoridad de Christopher Walken) y, sobre todo, con todas las inesperadas consecuencias de ese descaro (entre ellas, que los dos juerguistas desenfrenados terminan sucumbiendo al amor en serio).

Teniendo en cuenta que son Owen Wilson y Vince Vaughn quienes aparecen al frente del elenco, es fácil suponer que todo está organizado en torno de ellos dos y que buena parte de la gracia del film depende de su simpatía y su desfachatez, así como de la adhesión que saben despertar en la platea. Eso sí: los contados momentos en los que parecen largarse a la improvisación hacen pensar que la comedia habría ganado bastante en ingenio si se los hubiera dejado inventar a gusto.

Aquí están más o menos sujetos a un libro que no les teme a los clisés, los lugares comunes y las vulgaridades de una fórmula que tiene su antecedente más remoto en "Porky´s" y que con las debidas actualizaciones (una porción de cinismo, cierta malicia irónica) sigue resultando irresistible para el público juvenil. Y también para buena parte del resto, como parece demostrar el gran éxito que acompañó a la película en su paso por las salas norteamericanas.

Por Fernando López

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