
El lado oscuro de una guerra interminable
LA NACION entrevistó en Nueva York a su director, Sam Mendes, y a su protagonista, Jake Gyllenhaal, la estrella en ascenso de Hollywood, acerca de este film bélico diferente, que se estrenará el jueves próximo
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NUEVA YORK.- Cuando se trata de hacer cine, el director británico Sam Mendes se refugia en el mundo que mejor conoce: el del teatro.
Aunque Mendes ya tiene en su currículum dos películas exitosas y celebradas por la crítica -"Belleza americana" y "Camino a la perdición"- para explicar su más reciente film, "Soldado anónimo", que se estrena el próximo jueves en la Argentina, el realizador no puede evitar recurrir a referencias teatrales.
"Esta película tiene más en común con las obras de Samuel Beckett o Jean-Paul Sartre que con Oliver Stone", indica Mendes a LA NACION durante una entrevista para la promoción del film, en el hotel The Drake, de Manhattan. "Fundamentalmente, «Soldado anónimo» desobedece todas las leyes de los films estadounidenses, que requieren que en algún nivel se le diga al público de qué lado está uno. Esta es una película que sigue más la tradición del absurdo, de la trivialidad del conflicto -agrega-. En Estados Unidos creían que estaba tratando de hacer un film como los de Oliver Stone y fallé. No es así?".
La verborragia de Mendes se detiene a poco de decir que él no quiere ser otro Oliver Stone. A los 41 años -señala- le parecería "muy británicamente arrogante" compararse con el director de "Pelotón" y "Nacido el 4 de julio". Pero en el fondo así lo piensa este regordete canoso que habla con un fuerte acento perfecto para cualquier obra de Shakespeare.
A pesar de estar lidiando con grandes estudios hollywoodenses desde hace más de cinco años, Mendes no está acostumbrado a la manera políticamente correcta de hablar que se espera de los directores en Estados Unidos. El dice casi todo lo que se le pasa por la cabeza sin pensar demasiado en las consecuencias. Después de todo, fue así como escandalizó a este país con su brutal sátira de la vida de suburbios estadounidenses, "Belleza americana".
Ya antes, este hijo de un protestante portugués y una judía británica había hecho olas en Londres al dirigir una contundente puesta en escena de "Asesinos", el musical de Sondheim y Weidman, en el teatro que entonces tenía a su cargo, el Donmar Warehouse de Covent Garden. Pero sin lugar a duda, su salto a la fama fue la aplaudida producción de "Cabaret" en 1994, que lo trajo a Broadway y luego, de la mano de su amiga Nicole Kidman y con el apoyo de Steven Spielberg, lo transportó a Hollywood.
Allí, al principio, pareció adaptarse a la perfección al estilo de vida de la meca del cine, manteniendo romances con Cameron Diaz, Calista Flockhart y Rachel Weisz, para terminar casándose en 2003 con su compatriota Kate Winslet, con quien tiene un hijo. Hoy va lo menos posible a Hollywood y prefiere vivir entre Nueva York y Cotswolds, en Inglaterra. Sin embargo, para "Soldado anónimo" debió reinstalarse por seis meses en California; eso sí, no en las glamurosas colinas de Los Angeles, sino en el desierto.
Basada en el libro "Jarhead" (2003), de Anthony Swofford, "Soldado anónimo" narra las memorias de Swoff -interpretado por Jake Gyllenhaal-, un casi adolescente soldado estadounidense que en 1990, sin muchas ambiciones y bajo la presión de que su padre y su abuelo habían sido militares, decide ingresar en el cuerpo de marines. Tiene la mala suerte de que justo Saddam Hussein invade Kuwait y su batallón es enviado a Arabia Saudita para preparar lo que terminaría siendo la primera Guerra del Golfo contra Irak. Temerosos de las supuestas armas químicas de Saddam, agotados por el calor y aburridos por la larga espera, los nervios de Swoff y sus compañeros de armas (personificados entre otros por Peter Sarsgaard, Jamie Foxx y Chris Cooper) se quiebran en varios momentos.
-¿Qué lo llevó a interesarse en "Soldado anónimo"?
-El libro de Swofford. No tenía pensado hacer un film sobre la guerra en Irak. El tema de lo que sucedió y sucede en Irak es muy complejo, y un asunto muy amplio; no siento que lo pueda abarcar. Pero el libro es muy específico; son experiencias particulares de una persona. Tiene una voz muy particular; sentí que hubiera sido mi voz si me hubiera encontrado de repente como parte de un ejército. Además, durante la Guerra del Golfo yo tenía la impresión de que sabía lo que estaba ocurriendo, pero resultó que no era así. También me atrajo el que fuera una historia con puntos divertidos, surrealista; había imágenes que me quedaron en la memoria, como los pozos petroleros ardiendo en la noche. Todas esas cosas llevaron a que me interesara en la historia de esta persona que intentaba buscarle un sentido a todo esto. Para mí esa búsqueda es algo esencial, un elemento que está en todas mis películas; protagonistas que buscan entender el mundo que los rodea; ya sea el personaje de Kevin Spacey en "Belleza americana", o el de Tom Hanks en "Camino a la perdición", o el de Jake Gyllenhaal en "Soldado anónimo". Los tres son capaces de ser buenos y malos; son figuras solitarias que se repiten.
-¿Eso dice algo de usted?
-Y? sí, algo. Soy un poco solitario, aislado. Y para mí es importante sentirme vinculado de alguna manera con el personaje central de mis películas. Tal vez si tuviera veintipico de años mis reacciones serían bastante parecidas a las que tiene Jake en "Soldado anónimo". Lo que me gustó del libro es que tiene un distanciamiento irónico, parecido a la voz que tenía el personaje de Holden Caulfield en "El guardián entre el centeno"; es tanto un observador como un participante en su vida. Ambos protagonistas se creen más maduros de lo que son para comentar sobre sus propias vidas, así que se genera una suerte de fricción que me parece interesante. Además, el libro lo sentí un tanto europeo, analítico; la mayoría de las memorias de guerra que he leído de soldados norteamericanos se centran mucho más en la acción; éste no. Generalmente se piensa que las películas de guerra son films de combate, y éste no lo es; para nada. La gente que espera que ésta sea una película de acción se va a sentir decepcionada. Mis referencias eran más bien películas de guerra como "Apocalypse now", "Nacido para matar" y "El francotirador", que por cierto aparecen de una manera u otra en mi film.
-¿Hacer esta película le ha cambiado su propia visión de la Guerra del Golfo?
-Sí, claro. Yo no sabía mucho de la Guerra del Golfo, apenas lo que todos supimos por los medios en ese momento, lo que no era mucho. Pero para este film debí hablar con cientos de marines; se me abrió una puerta a un mundo desconocido. Probablemente, hubiera tenido la misma opinión política sobre la actual guerra en Irak aunque no hubiera hecho esta película. No cambié mi visión sobre las guerras que está bien luchar y las que no. Lo que descubrí con esta película es que lo que sucede en las guerras con los soldados es infinitamente complejo, ya sea que creas o no en las razones para ir a una guerra. Hay muchas zonas grises, no puedes decir claramente que lo que hacen está bien o mal.
-¿Tuvieron alguna asistencia de las fuerzas armadas estadounidenses para usar material bélico real?
-No, primero porque ellos pensaban que el libro era malo, y que la película sería una publicidad terrible para los marines, algo en lo que no estoy muy de acuerdo. Pero, además, ellos tenían otra guerra verdadera en sus manos y no tenían mucho material de sobra. Todo eso nos obligó a acudir a esa gente extraña que vive en el corazón de Estados Unidos y que colecciona tanques o helicópteros. ¡Y hay muchísimos de ellos!
-Primero hizo films sobre los suburbios norteamericanos, luego sobre la violencia en este país y ahora sobre la guerra. ¿Por qué le fascina tanto Estados Unidos?
-Sí, yo mismo ya he empezado a catalogar estas películas como mi trilogía americana, pero no era mi intención realmente hacer tres películas seguidas aquí. Si "Soldado anónimo" hubiera llegado a mí escrita por un británico tampoco hubiera dudado en hacerla. Las dos anteriores sí se sienten estadounidenses, por el lugar, los temas y los personajes, pero ésta tiene un sabor más general, aunque la filmamos toda en el desierto de Estados Unidos haciendo como si fuera Kuwait e Irak. Pero tienes razón en que hay algo de este país que me atrae, su historia, su energía. Igual creo que ahora voy a pasar de vuelta a Europa; voy a volver a hacer películas en mi país.
-Iba a hacer una versión cinematográfica del musical "Sweeney Todd", ¿no?
-Lo estaba conversando, pero en realidad siempre me sentí incómodo haciendo una versión en cine de una obra de teatro. Para mí "Sweeney Todd" es el musical mejor escrito y al final sentí que cualquier cosa que hiciera yo con él no le haría justicia. Así que lo dejé de lado y estoy preparando una obra de teatro en Londres. Por otra parte, siempre me toma tiempo encontrar un tema para una película; debe ser algo que me apasione, ya que luego me tengo que pasar un año y medio o dos trabajando en ello. Uno de los grandes placeres de un director es que le puedes dedicar tiempo a algo que te interesa mucho, meterte profundamente en mundos distintos del tuyo.




