Entre angustias y pulsiones de vida
Después de la buena repercusión de crítica y de público que el cordobés Santiago Loza tuvo con su opera prima, "Extraño", esta semana se enfrenta a un nuevo reto: el estreno de su segunda película, que nunca es más fácil para un director joven. "4 mujeres descalzas" es la exploración que él hace del universo femenino en crisis. Una nueva prueba de que no hace falta pertenecer al mismo género para poder comprender lo que le pasa a una mujer (o a varias en este caso) en conflicto; bueno, como ya lo demostraron antes, y magistralmente, directores tan adversos como Bergman, Almodóvar u Ozon.
La soledad y los vínculos vuelven a ser el punto de estudio de Santiago Loza. Pero si en "Extraño" indagaba sobre la indefinible unión de dos solitarios haciéndose compañía a base de silencios (Julio Chávez-Valeria Bertucelli), ahora Loza elige a un grupo de mujeres que por una de esas "causalidades" también se juntan, pero que a diferencia de la anterior película le ponen toda su emocionalidad y palabras a su dolor. En este sentido, para su director, "Extraño" y "4 mujeres descalzas" son complementarias en el camino que ha iniciado -y que no sabe si continuará- de analizar en el cine la ilusión de la comunicación, el hasta dónde "no" pueden las palabras. "Yo sé que «4 mujeres descalzas» es una película muy dialogada, pero las palabras también ocultan información: ninguna de estas mujeres habla de su pasado, de por qué llegó a la situación en la que se encuentra ni cuál es su pena. Porque tampoco la palabra basta. Por eso quise exponer ese intento fallido de enunciar algo. Los personajes tratan de dar nombre a algo que no pueden nombrar. Hablan pero no llegan a decirse lo fundamental porque quizá lo fundamental no tenga palabras", explica Loza.
Consejos vía mail
Santiago Loza fue uno de los argentinos afortunados en desarrollar el proyecto de su película en la Residencia del Festival de Cannes, en París, una posibilidad que ya tuvieron Lucrecia Martel, Diego Lerman, Ulises Rosell y Hernán Belón, entre otros. También su guión fue finalista por América latina en el Sundance Film Institute y recibió el premio Huber Bals Fund para la posproducción. "Yo había enviado sólo una sinopsis corta que tuve la suerte de que aceptaran en la Residencia de Cannes. Así estuve ocho meses viviendo en una casona en París, en donde me pagaban por mes para escribir, cosa que nunca me había pasado (y no creo que me vuelva a ocurrir)", cuenta. Hay mil y una historias sobre las variadas experiencias de los directores en la Residencia de París. Pero a Loza, aquella experiencia en 2002 lo descolocó: "Sentía mucha culpa. Muchos amigos estaban mal económicamente y yo estaba en una situación privilegiada y escribiendo sobre seres que no tienen una situación muy privilegiada. Era paradójico. Como yo no hablaba inglés ni francés, no me podía comunicar con los directores de otros países que compartían la experiencia de la Residencia, así que me encerré durante dos meses a escribir y así me pude conectar con esos «personajitos». Yo estaba en París, pero podía estar en esa zona abstracta en la que está la película, que es la Argentina que yo siento, la de los afectos".
La crisis de 2001 también tuvo mucho que ver en el material sensible de la película. "En medio de ese desánimo colectivo percibí como una resistencia incipiente, silenciosa; se daban lazos de solidaridad particulares y la fuerza siempre estaba en las mujeres -explica el director-. Puede ser una verdad de Perogrullo, pero siento que las mujeres tienen mayor resistencia que los hombres al dolor. Por eso decidí que no podían ser hombres los protagonistas de esta película."
Loza escribió "4 mujeres descalzas" pensando en las actrices que la protagonizaron: María Onetto, Mara Santucho (cantante del grupo cordobés Los Cocineros), Eva Bianco y María Pessaqc (las cuatro ganadoras del premio a la mejor actriz en el Festival de Gramado). Pero durante el proceso de escritura del guión hubo otras dos mujeres que estuvieron presentes en su trabajo: Alejandra Taubín (directora de arte) y Lorena Moriconi (su asistente de dirección), que recibían a diario los mails del director con fragmentos del guión y lo asesoraban "por si había zonas falsas". "También me sirvieron todas las conversaciones escuchadas en mi vida, esos diálogos de mujeres en la cocina, como confidencias en donde algo importante está pasando, pero que están como corridos de la aparente gran historia. Eso me conmueve siempre."
Su interés por el teatro (de hecho escribió y dirigió varias obras cuando vivía en Córdoba) parece empapar también el cine que hace Santiago Loza. Con la siempre estética cuidada del director de fotografía Willi Behnisch, "4 mujeres descalzas" se presenta para el espectador con la distancia similar a la de un escenario. Pero Loza considera que si no hubiera hecho teatro la puesta de esta película habría sido la misma. "Para mí, el tema de la película es tan frágil o emocional que nosotros queríamos tener como un pudor hacia lo que filmábamos. Estábamos como en el filo: un poco más y la película podía ser melodramática y también quería ser noble, no pinchar al espectador para que llore. Con Behnisch tratamos de mantener cierta distancia, y es cierto que eso se puede leer como la distancia que a veces impone el teatro."
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