Una película para chicos que habla de la soledad, de la amistad, de la aceptación a lo diferente, de la hermandad, sería esperable que comenzara con el castillo de Magic Kingdom y el logo de Disney. Y si a esa lista se le suma que la historia se desarrolla en el seno de una familia golpeada por un padre ausente, ni hablar y sin embargo, la idea en torno a E.T., el extraterrestre fue rechazada por el megaestudio del ratón Mickey, en una de las peores decisiones de su historia. Pero la génesis de este clásico del cine comienza antes, con un treinteañero Steven Spielberg contándole a su amiga y escritora, Melissa Mathison, sus ideas sobre el film en un descanso del rodaje de Los cazadores del arca perdida. Corría 1980, y aunque pasarían dos años antes de empezar a rodar E.T., el realizador ya había imaginado cada detalle. ¿Por qué? Porque la historia del film. lo acompañaba desde que era un chico, cuando hacer películas era apenas un sueño: "Había vivido con la trama durante muchos años. Se me ocurrió la idea cuando era niño. Me preguntaba cómo satisfacer la necesidad de los chicos solitarios, y en vez de hacerlo con un pariente terrestre, la pensé con un ser imaginario del espacio".
Pero había algo más que una generosa dosis de fantasía y creatividad, el drama familiar de Elliott estaba directamente conectado con la del director. "Al momento de estrenarla no me animé a decirlo, pero siempre quise confesarlo: E.T. está basada en el divorcio de mis padres. La historia de una familia con un padre ausente, y esa criatura que viene a llenar ese vacío".
Un casting imposible
Con un primer borrador bajo el brazo, llegó el momento de poner manos a la obra. El presupuesto total de E.T. El extraterrestre fue de diez millones de dólares, "un vuelto" incluso dentro de la filmografía del entonces joven director, y muy lejos de los 20 millones que había costado Encuentros cercanos del tercer tipo, ni hablar de los 35 que le llevó hacer la hoy olvidada 1941. Tal vez la más cercana costos dentro de ese período de Spielberg haya sido Los cazadores..., la primera aventura de Indiana Jones había andado por los 18 millones. Y aun cuando ya por entonces eran números pequeños para Hollywood, Disney no había querido saber nada con el guion. Universal sí, pero aportando más voluntad que porcentaje. Recuerda Spielberg: "La película se pudo hacer gracias a una compañía aseguradora. Universal la exhibió pero no puso todo el dinero, ellos querían hacerla pero creyeron que perderían lo invertido. Y lo entiendo porque por entonces las películas para chicos no eran muy populares y ninguna llegaba a recuperar el costo".
Prometido el dinero, y con el desarrollo escrito y terminado, comenzó el segundo desafío: el casting. Cuando se vuelve a ver E.T. con espíritu analítico comienzan a develarse una serie de recursos narrativos, que son parte de la esencia de la obra. El más evidente es que la trama se divide en dos mundos: el de los adultos y el de los chicos. Por eso, a excepción de la madre del protagonista, en la mayor parte de la película no se le ve la cara a ninguna persona mayor, siempre están filmados de la cintura para abajo. En contraposición, la cámara se concentra en el devenir expresivo de cada uno de los hermanos protagonistas, y especialmente en Elliot (Henry Thomas) y su hermanita Gertie (Drew Barrymore), pilares fundamentales en la construcción de E.T.
La elección de los chicos no tuvo que ver tanto con un departamento de casting, como con la intuición de Spielberg, que tuvo entrevistas personales con cada uno de los aspirantes. La primera en tener el visto bueno fue Barrymore -que entonces tenía seis años- y por una situación de lo más curiosa. "Había visto audicionar a muchas nenas -declaraba el director años después-, pero lo primero que me dijo Drew al hablar conmigo es que tenía una banda de punk rock, que se maquillaba y que miles de personas iban a sus conciertos. Pensé que esa imaginación me iba a permitir hacer una mejor película. Era una niña realmente extraordinaria y la contraté inmediatamente". La actriz completó la historia: "Le dije que tenía un grupo llamado The Purple People Eaters, y que yo era la baterista. A principios de los '80 el punk rock era muy popular, a mí me encantaba y me parecía muy interesante estar en un grupo. Steven me dio la posibilidad de creer que era cierto. Siento que es lo que todas las personas necesitan en este mundo, alguien que las ayude a hacer realidad sus sueños, alguien que crea en uno".
Henry Thomas también llegó después de muchas opciones descartadas. Con nueve años, el nene oriundo de Texas que iba a convertirse en el protagonista de un clásico del cine moderno pisó por primera vez Los Ángeles para entrevistarse con el realizador. No mostró el desparpajo de su futura compañera de elenco, pero cuando recreó una situación imaginaria en la que gente de la NASA irrumpía en su casa para llevarse al alienígena, su desesperación y llanto fueron tan naturales que nadie en el set tuvo dudas. Habían encontrado a Elliott.
Yo soy tu amigo fiel
Siendo su película más personal hasta entonces, Spielberg "necesitaba" estar en todos los detalles, pero había algo que lo tenía especialmente preocupado y era la imagen que iba a tener la criatura: "Fue difícil encontrar la fisonomía de E.T. porque quería que fuera especial, no que luciera como los extraterrestres que se veían en otras películas. Que fuera anatómicamente diferente para que el público dijera "No hay manera de que sea una persona con un disfraz con cierre en la espalda. Por eso quise hacerle el cuello muy largo y delgado".
Los primeros diseños del especialista Ed Verreaux -más parecidos a lo ya visto en pantalla grande-, no convencieron al director, quien decidió reemplazarlo por el italiano Carlo Rambaldi, con quien ya había trabajado en Encuentros cercanos del tercer tipo. El artista comenzó a modelar en arcilla, y en tres meses logró su objetivo: un ser pequeño, que a primera vista tuviera cuello y cara chicos, y cabeza sobresaliente. Además que pareciera viejo, y que no hubiera dudas de su condición de alienígena.
Steven quedó fascinado con el trabajo de Rambaldi, pero a su vez este le generó una nueva incertidumbre: "Tenía miedo de que el público nunca amara a E.T. por su apariencia. Diseñé la película para que empatizaran con él a los 15 minutos de aparecer en pantalla. Que diera miedo cuando aparece, pero cuando Elliott comprende que no es una amenaza y que E.T. es la curiosidad más grande de su joven vida, esperaba que el público sintiera lo mismo. Por eso era importante que no fuera lindo".
Comenzado el rodaje, todo salía como lo había esperado. Con una batería de especialistas moviendo desde lejos al títere en cada una de sus escenas estáticas y la participación de dos enanos y un chico al que le faltaban las piernas para las escenas en las que el extraterrestre tenía que moverse o correr. Pero sucedió algo que sorprendió a todos. Los tres chicos protagonistas comenzaron a involucrarse emocionalmente con la historia. Las escenas familiares, como así también su relación con el visitante del espacio se volvieron íntimas. Los jóvenes actores habían desarrollado con el muñeco un vínculo afectivo muy particular. Es decir, sabían que no era real pero de todos modos lo sentían muy cercano a ellos. "Una de las cosas que ayudó al elenco fue que filmé la película en orden cronológico. Los niños sabían dónde habían estado el día anterior, pero no tenían idea a dónde irían al día siguiente. Como en la vida real, cada día era una sorpresa. Por eso, hacia el final cuando E.T. comienza a morir, Drew y Henry realmente creyeron que eso sucedía en sus vidas. Creo que no estaban actuando en ese momento, sino que estaban reaccionando al hecho de que su mejor amigo en el universo se iría y los dejaría".
Drew Barrymore coincide con la visión del director: "Me acuerdo que hacia el final estaba muy triste porque sentía que E.T. era una persona, alguien muy amable y cariñoso que estaba lastimado. Y aunque trataban de salvarlo pensaba que todos lo estaban lastimando y eso me destruía por dentro. No soportaba que le causaran dolor. Me partió el alma, me puso muy triste y afectó mis emociones, que obviamente tenía a flor de piel".
Lejos de intentar minimizar esos sentimientos, Spielberg decidió potenciarlos, especialmente en la escena de despedida de E.T. y Elliott al final del film: "Me acuerdo que le susurré a Henry: ‘Este es el fin, la última vez que estarán juntos. En ese momento el corazón de Henry se abrió, se rompió, pero se aguantó. Y cuando dije: ‘Acción’, todo eso salió a borbotones". Puede cuestionarse cierta dosis de sadismo, pero el resultado fue y es uno de los momentos más emotivos de la historia del cine.
El estreno de E.T. El extraterrestre en 1982 fue un acontecimiento a nivel mundial, y la consolidación de su director como "El Rey Midas" del cine. Aquellos diez millones que nadie había querido aportar al inicio se convirtieron en 800, y durante una década fue la película más taquillera de la historia, trono que perdió en los 90 a manos de Jurassic Park, también dirigida por Spielberg.
Aunque durante los primeros años se rumoreó que habría una secuela, el director siempre se negó a hacerla, como así también a permitir que otros tomaran el mando. Sin embargo en 2002, en ocasión de los 20 años, vio con buenos ojos la oferta de reestrenarla; pero eso sí, haciéndole previamente algunos cambios digitales. Entre ellos, uno que generó un alto nivel de polémica y que enfrentó a los fans alrededor del mundo.
Adiós a las armas
A principios de la década del 80, los efectos especiales habían avanzado considerablemente, pero todavía se hacían de manera artesanal. Al parecer Steven Spielberg no había quedado totalmente conforme con varias de las escenas de su película fetiche. Con la excusa del reestreno se animó a meterle mano, pero de manera sútil, sin que fuera demasiado evidente para el espectador (teléfono para George Lucas): "Tuve mucho cuidado en no cambiar la esencia de la trama, ni a ninguno de los personajes, ni lo que los motiva a llegar juntos al final. Fue como tomar un pincel muy fino y agregarle un poco de rubor a un rostro pálido. Siguió siendo el mismo E.T. que recordaba la gente, mejorada con la tecnología actual, la misma que sin duda habría usado si hubiera existido en 1981. Las computadoras me permitieron corregir digitalmente las tomas que no me gustaban. Como algunas expresiones en su cara, el cielo, las luces de la nave espacial, o la escena en que E.T. corre por el campo. Hacerlas un poco más interesantes".
Ninguno de esos ejemplos llamó la atención de los espectadores, pero hubo uno que disparó elogios y quejas en partes iguales. En la icónica escena en la que el grupo de chicos escapa en bicicleta del gobierno, justo antes de levantar vuelo se puede ver una barricada en el camino y dos agentes con escopetas en las manos. Los que volvieron a ver la película en 2002, descubrieron sorprendidos que las armas se habían convertido en walkie talkies. Muchos entendieron ver un viraje hacia lo "políticamente correcto" y hasta un acto de autocensura, así justificó su decisión el realizador: "En su momento había puesto las armas porque simbolizaban una amenaza del mundo de los adultos para con el de los chicos. Y aunque en 1982, no alteraban tanto los ánimos como lo hacen en la actualidad, siempre me molestó el hecho de que estuvieran. Especialmente después de que nació mi hijo Max en 1985, porque tomé el mundo mucho más en serio cuando me convertí en padre. Entonces me convencí de que las armas eran inapropiadas, y el reestreno me pareció una gran oportunidad para sacarlas".
El legado de E.T en estos últimos 40 años fue dispar, incluso porta el estigma de haber sido responsable de la quiebra de la todopoderosa compañía de videojuegos Atari. En un episodio que ya tiene características de leyenda urbana, se repitió durante décadas que junto con el estreno de la película se había lanzado un videojuego para la consola Atari 2600 que era tan, pero tan malo, que las devoluciones llevaron a la empresa a la bancarrota. Además del cierre, se decía que Atari había decidido enterrar los millones de copias en algún lugar del basural que se encuentra en la localidad de Alamogordo, en Nuevo México.
Lo que durante décadas tuvo la categoría de mito se develó en 2014, cuando finalmente se consiguieron los permisos para excavar donde se creía que estaban los cartuchos del juego. El resultado fue que efectivamente habían sido enterrados, pero acompañados por muchos otros éxitos de la compañía. Es decir, no fue una cuestión personal sino una decisión en base al stock general excedente. La historia detallada se puede ver en el excelente documental Atari: Game Over, que sigue día a día el antes, durante y después de "la maldición de E.T.".
Luego de hacer un cameo en La amenaza fantasma, Episodio I de Star Wars, la última aparición de E.T. fue en un corto de cuatro minutos producido por la empresa estadounidense de televisión por cable Xfinity y lanzado hace algunas semanas. La historia muestra el reencuentro del extraterreste y de su amigo Elliott, y está llena de referencias al film.
E.T., el extraterrestre fue demasiadas cosas, pero de todas ellas quizás la más importante sea que ayudó a consolidar a un director como Steven Spielberg, quien ha sabido como nadie llevar al espectador hasta el límite de sus emociones. La película es la prueba más visceral de ello, y sin dudas la más notable de su ya notable filmografía.
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