Matt Damon se luce en un verdadero unipersonal de “náufrago interplanetario” en Misión rescate, la película de Ridley Scott por la que obtuvo una nominación al Oscar como mejor actor protagónico
Matt Damon hizo carrera en el cine durante los últimos 25 años. Para comprobarlo alcanza con ver su evolución a través de los personajes que lucen uniforme militar. En 1998 era el soldado James Ryan, ocupante del escalón más bajo del organigrama del ejército estadounidense en la reconocida película de Steven Spielberg que lleva ese apellido en su título. Ahora, un cuarto de siglo después, llega con otra elogiada actuación a la cumbre de todo ese recorrido: le toca interpretar en Oppenheimer -la flamante creación de Christopher Nolan que acaba de estrenarse en los cines de todo el planeta-, al general ingeniero Leslie Richard Groves, Jr., uno de los grandes protagonistas de esta historia real sobre la construcción de la bomba atómica.
En todo ese tiempo, Damon consolidó como pocas figuras de la realeza de Hollywood una identidad de estrella indiscutida sin perder ni un milímetro de su genuina imagen de hombre común y padre de familia. El actor nacido en Cambridge, muy cerca de Boston, que cumplirá el 8 de octubre 53 años, tiene un reconocimiento bien ganado como uno de esos grandes “intérpretes invisibles” a los que no le hace falta elocuencia alguna para hacer creíble y genuino a cada uno de sus personajes. Por eso llegó tan alto en el cine.
En esa galería de notables interpretaciones hay varios hitos. El joven prodigio de En busca del destino, el espía amnésico Jason Bourne, un inolvidable (y angelical) Tom Ripley en la película de 1999 dirigida por Anthony Minghella. Pero no hay en toda la historia cinematográfica de Damon otro personaje tan extraordinariamente vital y lleno de dicha como el astronauta Mark Watney, el gran protagonista de Misión rescate (The Martian, 2015), que al mismo tiempo es la mejor película de toda la extensa carrera como realizador de Ridley Scott.
Tal vez haya que esperar algún tiempo más para comprobarlo, pero Misión rescate será vista y valorada alguna vez como uno de los grandes clásicos del cine de ciencia ficción de todos los tiempos. Sobre todo por el modo en se representa la idea del astronauta solitario viviendo la experiencia extrema de sobrevivir en una atmósfera desconocida.
La historia de Misión rescate, basada en el best seller de Andy Weir, lleva a la práctica, mucho más lejos de todo lo imaginado hasta allí por el cine, el concepto de “náufrago espacial”. O de Robinson Crusoe, como sugiere el crítico, programador y colaborador de LA NACIÓN Leonardo D’Esposito. “Lo más interesante es la idea de un hombre solo frente al constante peligro mortal”, escribe en su libro 50 películas para ser feliz.
Misión rescate es una de ellas, en buena medida gracias al formidable tour de force de Damon, que no tarda mucho en hacerse cargo por completo de la historia y sostenerla sobre sus hombros durante varios tramos sustanciales del relato. Watney, su personaje, es uno de los integrantes de una de las misiones de la NASA a Marte. En cierto momento, una imprevista tormenta obliga al grupo a realizar un despegue de emergencia y todos consiguen refugiarse a salvo en la nave que los sacará del planeta rojo, menos Watney, que sufre un serio accidente y queda al margen de la escapatoria. La incontrolable tormenta forzará su alejamiento del lugar sin tiempo material, en apariencia, para recuperarlo y sumarlo al resto de la tripulación.
Poco después la NASA lo da por fallecido y así se lo comunica al mundo. Pero en medio del revuelo vemos que Watney logró sobrevivir e iniciar en soledad una épica búsqueda de los mecanismos que le permitirán alejarse del riesgo cierto y casi irreversible de una larga agonía seguida de muerte. En manos de Damon, el astronauta es un modelo de resiliencia, disciplina, lucidez mental y convicción. Empezamos a creer en su salvación.
El primero en convencerse de eso es el propio Watney, al que Damon retrata con una mezcla virtuosa de entereza, amor propio, convicción y ética personal. Entre los 10 y los 30 minutos de una película que dura casi dos horas media, Damon es el único ocupante de la pantalla, como le ocurría a Tom Hanks en Náufrago.
La diferencia fundamental entre ambos personajes es tecnológica. Watney y sus colegas se ocuparon de instalar una estación espacial llena de complejos mecanismos, herramientas y materiales que ahora tiene a su absoluta disposición. Hay un detalle notable en términos de lenguaje cinematográfico que se aprecia muy rápido: a través de Watney, Damon relata frente a la pantalla de una cámara (equivalente a nuestros ojos) todas y cada una de las decisiones que toma y las acciones que ejecuta para mantenerse con vida.
No es un recurso ocioso ni forzado. Como astronauta y hombre de ciencia (de profesión botánico) registra todos sus movimientos imaginando, en caso de no sobrevivir, que la próxima misión espacial a Marte capturará todos esos testimonios y les dará el aprovechamiento adecuado. Lecciones de la vida en el espacio que la película, gracias al talento de Damon, transforma en puro entretenimiento.
No solo eso. También cuenta cómo se las ingenia (gracias a los conocimientos de su oficio y especialidad) para ampliar la disponibilidad de recursos, sobre todo alimentarios, que le permitirán mantenerse vivo más allá de lo que indican las previsiones. El actor sabe (y nos lo dice) que cuenta con algo más de un mes de oxígeno para sobrevivir en el Hábitat, tal como se llama el ámbito cubierto y protegido de la estación espacial. Los cambios fisonómicos y corporales de Damon serán notables mientras avanza la trama.
El unipersonal de Damon funciona muy bien (y al mismo tiempo) en términos didácticos y emotivos. Nos estremecemos, por ejemplo, al verlo hacerse a sí mismo una rápida intervención quirúrgica frente al espejo para limpiar y desinfectar la herida en el abdomen que sufrió durante la tormenta. Tres años antes, Scott propuso una escena parecida en Prometeo con el personaje de Noomi Rapace.
Pocos días antes del estreno de la película en todo el mundo, a comienzos de octubre de 2015, Damon reveló que una de las razones por las cuales quiso hacer el personaje tuvo que ver con ese trabajo completamente solitario en el set. “Soy la primera persona que está sola en un planeta entero”, dice a través de su personaje, Watney, en un momento de la película.
Seguramente Damon pensó lo mismo mientras rodaba las solitarias escenas de su personaje, vestido con escafandra y traje espacial, en la imponente atmósfera natural del desierto de Wadi Rum, un área protegida del sur de Jordania, famosa en todo el mundo por las dunas de arena roja que se observan a lo largo de casi 100 kilómetros de valles extensos, desolados y majestuosos. No debe haber otro lugar en la Tierra capaz de asemejarse más a la superficie de Marte. Allí se rodaron las escenas en exteriores de Misión rescate.
“Estar solo en el set, ser el único actor de todas esas escenas, era una de las razones que me llevaron a desear este papel. Nunca había intentado hacer nada por mí mismo de esta manera. Tenemos todos esos monólogos en los que Mark se da cuenta de que está varado en Marte, como manifiestos de dos páginas. Los hicimos en una sola toma y Ridley, como los grandes directores, hacía el montaje mientras filmaba. En un momento me dijo que entre él y yo podríamos haber hecho dos películas a la vez. Fue un desafío enorme y divertido”, fue el testimonio de Damon al semanario Entertainment Weekly.
Mark Watney es, sin dudas, un Robinson Crusoe interplanetario. Y el propio Damon reconoce que en un momento Ridley Scott le confesó que había cumplido por fin el sueño de contar en el cine esa historia que siempre lo atrapó. “Pero pronto descubrimos que este astronauta es diferente a Robinson Crusoe en el sentido de que no estamos viendo a un tipo solo en una isla. Es un tipo solo, pero en un planeta, con la expectativa cierta de que estará siendo observado. Hay cámaras repartidas por todo el habitáculo en el que vive. Se está comportando con la intención deliberada de ser descubierto para que alguien pueda en el futuro aprovechar toda esta información. Es soledad, pero el astronauta no vive como si estuviera completamente solo”, agrega.
Lejos de la profundidad y la trascendencia que solemos encontrar en los relatos cinematográficos de ciencia ficción, Misión rescate se presenta como una película llena de optimismo y la mayoría de los personajes disimula con algunas salidas y frases muy graciosas la complicadísima situación que se presenta cuando la NASA toma conciencia de que Watney está vivo y hay que organizar su salida de Marte. Debe regresar sano y salvo a nuestro planeta. Ese es el desafío que se imponen los otros personajes destacados del relato, encarnados por actores conocidos y muy confiables: Jessica Chastain, Jeff Daniels, Chiwetel Ejiofor, Kristen Wiig, Mackenzie Davis, Sebastian Stan, Michael Peña, Kate Mara, Sean Bean, Benedict Wong, Donald Glover.
Otro detalle fundamental que distingue muy positivamente a esta película de todo el canon reciente del cine de ciencia ficción producido por Hollywood es el empleo de la banda sonora. “Voy a morir de a poco… si sigo escuchando música disco”, confiesa Watney en uno de sus monólogos mientras piensa y elabora acciones para mejorar sus chances de sobrevivir. Solo la trilogía de Guardianes de la Galaxia utiliza de manera parecida las canciones de espíritu retro o vintage dentro de una trama interestelar.
Lo primero que recuerda el espectador de Misión rescate es el modo amable, preciso, didáctico y siempre entretenido con el que se exponen los sesudos asuntos científicos relacionados con las campañas de la NASA, todo lo que hacen los astronautas en Marte, la estrategia a la que recurre Watney para sobrevivir después del accidente que lo obligó a quedarse en el planeta rojo y el complicado plan para sacarlo de allí.
Ahora que se estrenó Oppenheimer y Damon también ocupa un papel destacado en esta película, muchos se sentirán tentados en marcar las diferencias entre ambas producciones, sobre todo a partir del carácter mucho más serio, adusto, rígido y circunspecto de los asuntos relacionados con la ciencia en la película de Nolan. Misión rescate es todo lo contrario: estos temas, hasta los más profundos, aparecen expuestos desde una mirada mucho más ligera y relajada, sin renunciar a un tratamiento muy responsable. “Marte llegará a temer mis poderes botánicos”, advierte Watney en uno de sus monólogos.
La repercusión de la película estuvo a la altura de lo esperado. Obtuvo siete nominaciones al Oscar (película, actor protagónico para Damon, guion adaptado, dirección de arte, efectos visuales y las dos categorías de sonido) pero no pudo ganar ninguna estatuilla. Damon estuvo en la alfombra roja del Oscar número 88 de la historia junto a su esposa, la argentina Luciana Barroso, a fines de febrero de 2016 y con el tiempo se terminó convirtiendo en el rostro de una película que, deliberadamente o no, funcionó como plataforma de difusión muy eficaz de una estrategia muy clara de la NASA, en cuyos planes está retomar la exploración de Marte, inclusive en algún momento con alguna misión tripulada.
“Pude conocer a algunos astronautas –completó Damon- y lo que hacen es genial. Eso sí, no creo que quiera experimentar viajes espaciales, al menos en un futuro cercano”. Ocho años después del estreno de Misión rescate, Tom Cruise parece estar más cerca hoy de cualquier otro de sus colegas de la posibilidad de filmar una película en el espacio.
Pero Matt Damon sigue siendo para el imaginario colectivo la figura más familiar y empática con la gente capaz de encarnar a un astronauta. Eso sí, deberá aprender unas cuantas cosas si quiere volver a participar de una misión interplanetaria desde el cine. Así lo confesó: “Lo único nuevo que aprendí filmando Misión rescate fue a cultivar papas”.
Misión rescate, de Ridley Scott, está disponible en Star+.
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