Lo mejor de Masahiro Shinoda
El cineasta japonés fue uno de los impulsores de una renovación estética en su país
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Para quien no conoce el idioma japonés, la expresión Nuberu Vagu puede sonar rara. Sin embargo, y como de cine se trata, su sonido puede ser rápidamente asociado al de Nouvelle Vague , a fin de cuentas distintas maneras de expresar la misma necesidad de ruptura con el viejo cine, un capítulo que en Brasil se conoció como Cinema Novo y aquí mismo en la Argentina como Generación del 60.
La nueva ola japonesa tuvo como uno de sus referentes principales a Masahiro Shinoda, guionista y director que comenzó su carrera en el poderoso estudio Shochiku, junto a maestros como Yasujiro Ozu y Kiju Yoshida (este año repasado por el Bafici), incorporado al grupo para dar aire fresco al cine oriental. Se convirtió así en el impulsor de una nueva forma de expresión en la que se recortan la violencia y la marginalidad, la crítica social, obsesiones hechas cine, en la que la caída de los cerezos en flor devienen metáfora de la vida efímera, una síntesis de su pesimismo (ver aparte).
La Cinemateca Argentina, con la colaboración del Centro Cultural e Informativo de la Embajada de Japón, recorrerá desde hoy la obra de Shinoda con la proyección de 13 de los 32 largometrajes que dirigió entre 1960, cuando tenía 29 años, y 2003, a los 72, cuando se retiró del cine. Las funciones serán en la sala Leopoldo Lugones (Corrientes 1530, con entradas a $ 12; estudiantes y jubilados, a $ 5).
El ciclo comenzará con El lago seco (1960), la historia de un joven proyecto de terrorista –interpretado por Shinichiro Mikami– en medio de los conflictos políticos de su país en coincidencia con el fin del tratado de seguridad entre los triunfadores y derrotados en la Segunda Guerra Mundial. Para mañana, se anuncia Mi rostro enrojecido al atardecer (1961), sátira sobre la obsesión de sus compatriotas por la violencia y la cultura occidental, aquí con eje en un contratista de la construcción que convoca a un grupo de asesinos profesionales para eliminar a un periodista que observa con atención sus delitos, mezcla de film noir con estética godardiana.
El tercero, programado para el 20, es Lágrimas en la melena del león (1962), que recuerda a los clásicos del drama social norteamericano de la década del 50, comparado con obras como Nido de ratas , en este caso un estibador que sueña ser cantante popular. Según Shinoda, el protagonista está inspirado en el auténtico Yukio Mishima. Para el 21, se anuncia Flor pálida (1963), la historia de un yakuza , que, una vez liberado de una corta condena, se cruza con una mujer adicta al juego. El 22 irá Asesinato (1964), con la que viaja hasta el Japón del pasado. Para el 23 fue programada El espía samurái (1965/90), y el domingo, Doble suicidio (1969), drama cuya estética está inspirada en el bunraku , el teatro de marionetas japonés. El ciclo continuará el 25 con Silencio (1971); Himiko (1974), en la que sus bailarines que recuerdan los orígenes del teatro en su país; La balada de Orin (1977); El estanque endemoniado (1979), cuyos dos papeles femeninos principales son interpretados por el actor kabuki Bando Tamasaburo; ?Los hijos de MacArthur (1984), y culminará el sábado 30, con Gonza, el lancero (1986).
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