Pongámosle Disney a todo
La segunda fase del juego empezó el jueves, desde el mismo momento en que se confirmó oficialmente que The Walt Disney Company pagó 52.400 millones de dólares en acciones para sumar los activos más importantes de 21st. Century Fox. El título del juego sería "pongámosle Disney a todo", porque de eso se trata. La operación convierte a la ya poderosa empresa representada en la imagen del ratón Mickey en un conglomerado de magnitud incalculable en términos de potencial y de alcance para la industria global del entretenimiento.
El "pongámosle Disney a todo" empezó por supuesto con perfil animado: Mickey, Minnie, Donald, Goofy, un racimo de queribles y eternas princesas (de Blancanieves a Mulan, de Bella a Elsa, la estrella de Frozen) y dibujos dirigidos a todas las franjas infantiles, a los que inmediatamente se agregaron innumerables nombres de carne y hueso que recorren sus programaciones televisivas.
Como en alguno de los clásicos desfiles que cierran cada jornada en sus parques temáticos, Disney de a poco fue imponiendo su sello a integrantes de escuderías surgidas fuera de su territorio. Primero, en 2006, llegaron los grandes personajes de Pixar: antes, Woody y Buzz Lightyear, Nemo y Dory, Los Increíbles; ahora Miguel, Héctor, Ernesto de la Cruz y los otros nombres mexicanos de la inminente Coco.
Seis años después, en 2012, le llega el turno a LucasFilm y el infinito mapa de Star Wars. Los clásicos (Luke, Leia, Han Solo, Chewbacca, C3-PO, Darth Vader) y los nuevos (Rey, Finn, Poe, Kylo Ren). Y como si fuera poco detrás se encolumna como parte integral de Disney a partir de 2015 otro universo colosal, el de Marvel, con los Avengers y los Guardianes de la Galaxia al frente. Otra lista interminable.
A estas alturas, en términos lúdicos, el simple hecho de encolumnar a todos estos personajes constituye un desafío más extenso que el de alcanzar algún final satisfactorio en el viejo tablero local del Estanciero. Pero semejante esfuerzo resulta ínfimo si lo comparamos con la realidad que apareció el jueves pasado ante nuestros ojos. El acuerdo Disney-Fox llevó las cosas a un nivel de dificultad todavía más grande, impensado. El "pongámosle Disney a todo" llega a su máxima expresión.
Alcanza para comprobarlo un primer esbozo de la lista de nombres que pertenecían a Fox y ahora se colocan por primera vez frente al espejo las orejas de Mickey. Todos los X-Men, los Cuatro Fantásticos, Deadpool y lo que quedaba afuera del universo Marvel. Sid, Manny, la porfiada ardilla Scrat y el resto de La era de hielo. Franquicias cinematográficas tan sólidas como El planeta de los simios y Alien. Los nombres más clásicos (Fox y Mulder de Los expedientes secretos X, Jack Bauer de 24) o más recientes (de American Horror Story a Modern Family) de sus exitosas señales televisivas, incluida FX. Los documentales de National Geographic. El ambicioso mundo de Pandora que James Cameron se propone multiplicar en las anunciadas secuelas de Avatar. Y, como broche de oro, ese mapa casi infinito pintado de amarillo que Matt Groening y su excepcional equipo creativo desplegó a lo largo de las 29 temporadas de Los Simpsons. Todos y cada uno entran en el juego, porque al fin y al cabo Fox tiene 102 años de historia. Testigo de un siglo que se acostumbró a identificar a Hollywood con sus seis incontrastables marcas. Las seis majors (Fox, Universal, Paramount, Columbia, Warner y Disney), que ahora serán cinco. Costará acostumbrarse al cambio de época.
Y les cabe esto de "pongámosle Disney a todo" también a las líneas maestras encargadas de transportarlos hacia cada hogar y cada pantalla. Pensemos, sobre todo, en el monumental alcance de la cobertura satelital televisiva de Sky en Europa y de Star (con su exitoso modelo de 58 canales) en la India. Sin hablar del escenario más importante de la actualidad, la pieza clave que llevó a Disney a decidir este giro estratégico, uno de los más importantes de su historia: el streaming.
Si el acuerdo supera durante los próximos 18 meses el examen de los organismos reguladores oficiales encargados de custodiar el ejercicio pleno de las reglas de competencia y las normas antimonopólicas, Disney y Fox podrían acumular con el aporte de sus respectivos catálogos cinematográficos y televisivos un número que superaría fácilmente en títulos disponibles a lo que tiene hoy Netflix, según especularon expertos de la compañía de servicios financieros Barclays citados en las últimas horas por el Financial Times.
La adquisición de Fox es el segundo y más ambicioso paso de un plan que empezó con la decisión de Disney de lanzar su propio sistema de entretenimiento online en 2019 con la exclusividad de uso de sus contenidos propios, hoy disponibles en Netflix. Al sumar los activos de Fox, Disney también se asegura la propiedad del 60% de Hulu, un sistema de streaming muy difundido en Estados Unidos. En las últimas horas, The Economist recordó que Disney comenzará a ofrecer su servicio de cine y TV a la carta por Internet con cero suscriptores frente a los 19 millones que estimativamente tiene Netflix en todo el planeta.
Es cierto que los contenidos de Disney (sobre todo su incomparable historial de cine animado) pueden resultar irresistibles para el suscriptor potencial, pero frente a semejantes desafíos no se puede descuidar ningún flanco. "La capacidad de Fox de fabricar éxitos televisivos constantes puede resultar una inmensa ayuda", apunta The Economist, para cuyos analistas la postura de Rupert Murdoch, el zar del imperio Fox, está clarísima. A sus 86 años, el magnate australiano cambió su postura de toda la vida ("comprar, comprar y comprar") por una venta que pone en claro la relación patrimonial con sus herederos de sangre y al mismo tiempo le permite concentrarse de aquí en adelante en terrenos en los que se mueve con comodidad: las noticias y los deportes. La actualidad en vivo, lo que le queda en términos de poder a la TV tradicional.
Esta gigantesca operación tiene muchas más derivaciones. Desde el temor que la fusión entre Disney y Fox termine afectando entre 5000 y 10.000 empleos en todo el mundo hasta un previsible acomodamiento a mediano plazo del diseño de los parques temáticos. La atracción de Los Simpsons, por ejemplo, hoy funciona en Universal Studios. Mucho más cerca, también varios se preguntan sobre la actual temporada de premios de Hollywood, en el que dos de los nombres que circulan por estas horas con más posibilidades (El sabor del agua y Tres avisos para un crimen) fueron producidas por Fox. Algunos ya quieren llevar el juego de "pongámosle Disney a todo" también hasta las puertas del Oscar.