
Robin Hood, bandido, héroe e indestructible
Robin Hood no necesita presentación. Todo el mundo conoce la leyenda del bandido bueno que robaba a los ricos para darles a los pobres. Y digan lo que digan -porque se ha discutido y se discute todavía si hubo un verdadero Robin Hood y si fue de veras tan popular o si en su tiempo era considerado apenas un vulgar delincuente-, continúa siendo el príncipe de los ladrones. Su historia no ha perdido pizca de atractivo. Ahora mismo, mientras la BBC inicia la tercera temporada de una serie que ha exportado a otros países, incluida la Argentina y que -dicen- tendrá este año un final para comerse las uñas, en el sudoeste de Gales, más exactamente en Pembrokeshire, esperan en agosto la invasión de un equipo de 600 personas y 100 caballos con Ridley Scott al frente para rodar las escenas del bosque en otra versión de la tradicional historia.
Hace rato que se tiene noticia de este proyecto. Por lo menos desde enero de 2007, cuando los estudios Universal y Brian Grazer, productor de éxitos, como Una mente brillante y El Código Da Vinci , se aseguraron los derechos de un guión de Ethan Reiff y Cyrus Voris, en el que ni Robin era tan virtuoso ni el sheriff de Nottingham, tan malvado; algún tiempo después, ya estaban comprometidos Ridley Scott como director y Russell Crowe como protagonista, pero pronto aparecieron las complicaciones: la disconformidad de Scott con el punto de vista del libreto, la contratación de un nuevo guionista -Brian Helgeland, el de Los Angeles al desnudo -, la huelga que frenó todos los proyectos de Hollywood hasta febrero de 2008, y los cambios que se sucedieron en el guión, en el reparto -Crowe pasó de sheriff de Nottingham a Robin- y en el elenco -no hace mucho Sienna Miller, que iba a ser la bella Mariana, fue reemplazada por Cate Blanchett, por razones de edad (era demasiado joven para haber esperado diez años por un marido que se fue a la guerra). Y ahora también hubo cambios en el lugar de la filmación: las estrictas normas de conservación de Sherwood obligaron a cambiar este bosque por los del sudoeste galés, que, por otro lado, es la misma zona en la que transcurrirá buena parte de la última aventura de Harry Potter.
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La historia de Robin, al fin, está acostumbrada a sufrir variaciones. Ha habido más de veinte versiones cinematográficas empezando con tres realizadas en la década de 1910. Ganó gran popularidad en 1922 con el dinamismo y la elegancia romántica de Douglas Fairbanks, pero desde que llegó el Technicolor, su imagen estuvo asociada durante mucho tiempo con la de Errol Flynn, sonrisa y bigotito incluidos. Después, hubo un poco de todo: Robin y Marian fueron zorros en un dibujo de Disney, ganaron madurez y sabiduría en la encantadora visión de Richard Lester con Sean Connery y Audrey Hepburn, fueron objeto de una mirada contemporánea (y políticamente correcta) con Kevin Costner y hasta tomados en solfa, sin mucha suerte, por Mel Brooks.
Pero así y todo, no hay quien pueda con su leyenda.




