Ryan Gosling: "Fueron tres meses de rodaje actuando, cantando y bailando"
El actor habla de La La Land, la película de Damien Chazelle que llegará el jueves a los cines locales y que mañana puede ser una de las grandes candidatas al Oscar
Al llegar al lugar de encuentro con la prensa internacional que lo aguarda en una soleada tarde de septiembre en Toronto, el día después de la primera proyección de La La Land en el festival canadiense, con el mismo aire distraído que luce su personaje, Sebastian. No es precisamente un cultor de los gestos formales (de hecho, se sienta sin saludar), pero, de a poco, se permite alguna broma mientras se toma su tiempo para responder cada pregunta sobre una película en la que vuelve a cantar y a bailar, pero de un modo bien distinto al de su temprana aparición como figura infantil de Disney en The Mickey Mouse Club junto a Justin Timberlake.
Eso sí: jamás mostrará las cartas ni hablará sobre cuestiones ajenas al tema específico del encuentro: la primera proyección de La La Land, cuando empezaba a forjarse a fines del año pasado el largo camino que hoy se aproxima a las nominaciones del Oscar. También tiene habilidad para jugar de local en Toronto, sabiendo que algunos de sus interlocutores son compatriotas suyos.
Tiene sus razones para hacerlo: Gosling nació hace 36 años en London, ciudad situada a apenas dos horas de auto desde Toronto. "Damien Chazelle es muy canadiense -dice en voz baja y con una sonrisa tímida-. Y su equipo también. Cada vez que alguno le hace un chiste a otro enseguida le pide disculpas." Tan a gusto se sienten ambos que hace un par de semanas se confirmó que la próxima película de Chazelle tendrá de nuevo como protagonista a Gosling: será un retrato biográfico de Neil Armstrong, el astronauta de la Apolo XI que resultó el primero en pisar la Luna, en julio de 1969.
-¿Cómo fue preparar esta película con Damien, trabajar con él?
-Creo que con La La Land hizo algo extraordinario. Sabía muy bien desde el comienzo todo lo que tenía que hacer. Qué contar, plano por plano, antes de empezar a rodar la película. Y al mismo tiempo se mostró dispuesto a reinventar todo lo que había escrito escuchándonos una y otra vez. Y, mejor todavía, nos alentó todo el tiempo a improvisar. Hay una escena fundamental que aparece en medio de la película, en la que Emma y yo nos separamos. Son casi ocho minutos de diálogo, totalmente improvisados.
-¿Y en el caso de las secuencias musicales?
-Cada número se rodó en diferentes tomas, pero con la idea de mostrarlas en la pantalla como si tuviesen un solo plano. Hay que poner mucha energía, concentración y espíritu de grupo en esta búsqueda. De otra manera hubiese sido imposible lograrlo. Fueron tres meses completos de rodaje cantando, bailando y actuando. Es muy raro encontrar un proyecto cinematográfico en el que tanta gente con habilidades tan distintas muestra tanta vocación por colaborar y lograr que el éxito surja del trabajo colectivo.
-¿Fue un desafío para vos meterte en todo este mundo? ¿Habías estudiado algo de baile, música o canto previamente?
-Alguna vez tomé unas lecciones de tap. Allá lejos. Pero esto fue muy diferente. Para este film tuve la ayuda de un grupo de maravillosos preparadores, además del trabajo glorioso de la coreógrafa Mandy Moore. Para ser preciso, lo que ella y su equipo lograron fue crear la consistencia de un personaje a través de un trabajo perseverante de ensayos y trabajo duro. No sólo teníamos que asumir como actores la realidad de que los personajes cantan y bailan. Trabajamos mucho tiempo junto a Mandy y a los preparadores para crear la identidad de Mia y Sebastian.
-Emma Stone nos contaba que en una primera versión los dos personajes eran mucho más jóvenes de lo que son ustedes, pero Chazelle fue adaptando la historia a la realidad.
-Es cierto. Lo que no cambió fue el temperamento del personaje. Sebastian es una persona optimista y llena de esperanzas, confiado en llevar adelante su sueño de vivir del jazz. Pero con el tiempo se transforma en alguien bastante amargo y más bien cínico. Esa escena del comienzo en la que levanta despectivamente el dedo delante de una joven muchacha en medio de un embotellamiento de tránsito expresa la peor versión de sí mismo.
-Una de las cosas que más se comentan es tu habilidad para tocar el piano. ¿Pensás seguir con tocando de aquí en adelante?
-Valió la pena la experiencia. Estuve tres horas al día durante tres meses practicando junto a un extraordinario tutor. Siempre quise tocar el piano y fue un privilegio para mí poder hacerlo para este proyecto. Pero la verdad es que no tengo mucho tiempo para seguir con el mismo ritmo. Eso sí, sigo tocando en casa las canciones de la película en el teclado.
-¿Cuál es tu imagen de Los Angeles? ¿Cambió o se modificó en algo después de hacer la película?
-Lo más interesante es el modo en que la película refleja la fortuna que muchos tenemos de haber logrado hacernos un lugar en esta ciudad y trabajar de lo que nos gusta. Y una cosa más interesante aún: yo viví cinco años en el Downtown y la película muestra muy bien esa parte de Los Angeles que por lo general casi nunca vemos.
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