
Vecinos peligrosos y una provocación sólo aparente
Otro film sobre rivalidades del otro lado de la medianera
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Vecinos en la mira ( Lakeview Terrace , EE.UU./ 2008, color; hablada en inglés). Dirección: Neil LaBute. Con Samuel L. Jackson, Patrick Wilson, Kerry Washington. Guión: David Loughery y Howard Korder, sobre tema de Loughery. Fotografía: Rogier Stoffers. Música: Mychael Danna y Jeff Danna. Edición: Joel Plotch. Presentada por Columbia. 110 minutos. Sólo apta para mayores de 13 años, con reservas.
Nuestra opinión: buena
Esta vez el típico conservador norteamericano que ha impuesto una severa dictadura familiar está lleno de prejuicios, aplaude la defensa del orden por medio de las armas y ve con malos ojos cualquier intento de integración racial, no es el clásico rubio anglosajón de piel curtida, sino un negro de mirada torva cuya sola presencia impone más temor que respeto. Y es justamente el vecino que le toca en suerte al joven matrimonio que acaba de mudarse a Lakeview Terrace, el coqueto barrio en el suburbio de Los Angeles desde cuyas alturas pueden avistarse los cercanos bosques en llamas, obvia metáfora de lo que está por venir.
Porque no podrá sino haber conflicto entre el prepotente Abel (un policía formado en la misma escuela de los que maltrataron a Rodney King y generaron una violenta revuelta en 1992) y la pareja recién llegada, cuyas convicciones liberales están a la vista: él es blanco y graduado en Berkeley; ella –por decirlo con una expresión autorizada por la corrección política– afroamericana. Y no hace falta que llegue el primer roce para advertir que al policía lo que le irrita es la propia existencia de la pareja. Ni tampoco para comprobar que el personaje, apoyado en la imagen y la solvencia interpretativa de Samuel L. Jackson, está construido según lo manda el estereotipo.
Tensión in crescendo
Iracundo full time , Abel descarga su cólera en el trabajo, en su hogar sin esposa (quienes lo padecen son sus dos hijos, a los que abruma con reglas), y ahora, en especial, en los jóvenes vecinos, que, para hostigarlos, es capaz de recurrir a las más retorcidas maniobras. La tensión va in crescendo, y Neil LaBute sabe cómo administrarla de manera que el espectador comprometa sus emociones y sufra en carne propia cada uno de los golpes bajos con los que el protagonista acosa a la parejita.
Nada nuevo: son incontables los films que emplean el mismo esquema para manipular el ánimo del espectador, pero de Neil LaBute ( En compañía de los hombres, Tus amigos y vecinos ) podía esperarse algo más que este intento de provocación que parece apuntar a la reflexión sobre el racismo y el comentario social (hay otras diferencias entre los rivales más allá del color de la piel), sin tener muy en claro qué se quiere decir. O tal vez sólo se trate de usar esos temas como pantalla para disimular que debajo hay otro thriller –en cierta medida eficaz, pero convencional y lleno de golpes bajos–, fabricado a puro cliché.




