El nuevo Colón: en el gobierno porteño señalan que el esquema de teatro que viene implica “olvidar lo anterior”
Desde Cultura ratifican que la designación de Gerardo Grieco y Julio Bocca significa un cambio profundo en la estructura de la institución, y que el proyecto en el que trabajan se conocerá en noviembre
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Desde el viernes, cuando se conoció la salida de Jorge Telerman y, horas después, cuando el gobierno porteño anunció oficialmente los cambios profundos que se planean en el Teatro Colón, las preguntas sobre si Julio Bocca se ocuparía de la dirección artística del teatro o del ballet se multiplicaron en el ambiente de la danza y de la lírica. Tanto, que algunos barajaron la posibilidad de un error en la comunicación oficial respecto de los alcances de su designación. “Es tal como lo comunicamos: un binomio”, ratificaron a LA NACIÓN desde el Ministerio de Cultura de la ciudad, consultados una vez más sobre el nombramiento de la gran figura de la danza argentina junto con el gestor cultural uruguayo Gerardo Grieco al frente del mayor coliseo argentino. “Se está definiendo una nueva manera de conducir el teatro, hay que olvidarse de lo que existía hasta ahora –insistieron en remarcar la importancia de un cambio que no sería meramente una designación de nombres-. Tanto Gerardo como Julio están trabajando en nuevo esquema de conducción del teatro”. Es decir, un modelo de gestión que contaría con un organigrama distinto.
En este sentido, es obvio que Grieco se ocupará de lo administrativo y Bocca de lo artístico, pero más allá de estas dos grandes esferas, el resto son áreas aun sin definición. Sin embargo, cualquiera que conozca a Julio Bocca –incluso, quien haya observado sus años de trabajo en el Sodre de Montevideo- entenderá que el exbailarín no aceptaría un cargo de director general del teatro, y que, en cambio, lo que dependerá de él es el ballet. Lo sorprendente sería que no fuera solo eso.
“Se está definiendo y trabajando un nuevo esquema”, insisten desde Cultura. En este sentido, es importante señalar que la ministra Gabriela Ricardes le habría pedido la renuncia a todo el directorio del teatro para tener la posibilidad de generar espacios y formas de trabajo en equipo, aseguran. Salen todos, alguno volverá. Lo que es un hecho es que de aquí a noviembre, la dirección del Colón funcionará como un avión con piloto automático, con una firma autorizada y sin ningún director de cuerpo presente recibiendo con una sonrisa en la alfombra roja.
No debería llamar la atención que el gobierno esté poniendo a Bocca como irresistible mascarón de proa de este “nuevo Colón”. Sin duda, la llegada al teatro de uno de los artistas más reconocidos y populares de la Argentina es finalmente una gran noticia, que en las últimas 72 horas mostró favorables repercusiones de sus pares en varias casas de ópera del mundo. Incluso en redes sociales algunos salieron a recalcar sus felicitaciones al “Director... del Ballet”.
Varias veces en el trascurso de los diecisiete años que pasaron desde que el bailarín se retiró de los escenarios, distintos funcionarios se ilusionaron con la idea de repatriar a la mayor figura de la danza argentina a la institución donde se formó. El propio Telerman, en marzo pasado, cuando Bocca estuvo en Buenos Aires en calidad de maestro invitado, fantaseó en voz alta sobre la posibilidad de retenerlo para que trabajara con el Ballet Estable. También es cierto que cualquier jefe de gobierno, ministro de Cultura o director del Colón siempre tuvo en claro cuáles serían las condiciones para cumplir ese sueño, lo que el artista pediría para aceptar. Y esta es la primera vez que una gestión parece dispuesta a impulsar los cambios.
Como es bien sabido, también puertas adentro del Ballet, el ideario de Bocca –como se ha visto en la gestión que junto con Grieco impulsó al Ballet Nacional de Uruguay, el Sodre, entre 20210 y 2017– no es el de la estabilidad. Agregaba él hace cinco meses, en diálogo con LA NACIÓN: “¿Empezar a trabajar a las 11? Yo soy de las ocho horas, como en cualquier parte del mundo, con una programación agendada a dos años, un presupuesto para saber qué puedo manejar y qué no. Si yo vengo acá, la orquesta, el coro y el ballet tienen que ser iguales”. El problema de la jubilación de los bailarines, la cantidad de funciones y la fuga de talentos son otros temas que lo preocupan.
Volviendo al comunicado del viernes, es probable que cuando el gobierno se refiere a “dirigir el teatro” (en lugar de “dirigir el ballet”) esté pensando en que el exbailarín asuma algo parecido a una dirección artística (siempre considerando que la danza será su principal ocupación, si no la única). Solo por citar un antecedente: durante la gestión de María Victoria Alcaraz, el director de orquesta mexicano Arturo Diemecke desempeñó el cargo de director artístico y de producción, aunque su área específica de trabajo era la musical, y lo hizo al mismo tiempo que estaba al frente de la Orquesta Filarmónica; en aquella forma de gestión, el ballet quedaba conceptualmente bajo su órbita, pero artística y ejecutivamente a cargo de Paloma Herrera. Esto quiere decir que en el hipotético caso que Julio Bocca asumiera en un rol similar, no recaería en él la programación musical y de la ópera, sino la coordinación de un equipo artístico de profesionales de trayectoria para cada cuerpo mientras que –y esto último cae de maduro- él se concentraría en la dirección del Ballet.
Habrá que esperar dos o tres meses para que este plan que suena ambicioso -pero del que no hay todavía detalles- se presente completo oficialmente. Recién entonces Bocca estará de regreso de sus compromisos internacionales previamente asumidos. Hoy mismo se encuentra trabajando con el Ballet de San Francisco, luego pasará por el Royal Ballet de Londres, lo espera un montaje en China y con el Ballet de Montecarlo viajará a Cuba. En noviembre tiene previsto su regreso al Río de la Plata (recordemos que su casa está en Maldonado, Uruguay). Y que en la agenda de Bocca, nada es improvisado.
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