Arturo Diemecke cree que en el Colón "tiene que reinar la música"
El nuevo director "de programación y producción" piensa un teatro más orientado a los aspectos musicales que teatrales; dejó en claro la voluntad de seguir las líneas de la gestión saliente, siempre que el presupuesto lo permita
Un día después de que se confirmó oficialmente lo que LA NACION había anticipado ayer, Enrique Arturo Diemecke asumió el cargo que dejó Darío Lopérfido. La asunción, sin embargo, se hará con una sutilísima diferencia: Diemecke no será director "artístico", sino "de programación y producción artística". A este cambio se suma Paloma Herrera, que toma la dirección del Ballet Estable en lugar de Maximiliano Guerra.
Al margen de las minucias nominales y "de cargo", no podría decirse que Diemecke, conocido por su tarea como director titular de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires y por su idiosincrásico histrionismo de torero en el podio, se sorprendiera mucho con la designación. Él sabía que existía "una terna" y, con esa presunción, en sus propias palabras, hizo "changuitos", que es la manera en que se llama en México a cruzar los dedos.
Todavía un poco perplejo, Diemecke no piensa por ahora cambiar sus planes. "Como la programación estaba echada a andar, vamos a continuar, por lo menos durante la primera mitad del año, con los compromisos que ya teníamos tomados."
Hay en principio una voluntad de continuidad. A Diemecke Lopérfido le parece "muy piola". La declaración de Diemecke se alinea con el comunicado oficial que hizo circular ayer el gobierno de la ciudad, en el que resalta que durante la gestión saliente "se incrementaron la asistencia de público y la programación de argentinos que triunfan en el exterior, como Marcelo Álvarez, Marianela Núñez, Ludmila Pagliero y Alejo Pérez". Con todo, habrá también algunos cambios, no sólo de nombres: el plan incluye una mayor presencia del ballet en la temporada anual, una revisión de los criterios de alquiler de la sala y la lupa puesta en el presupuesto.
-Aunque no haya sido una sorpresa, el nombramiento traerá cambios en su agenda. ¿Qué pasará con sus propios compromisos en el exterior, los cancelará?
-En Estados Unidos no se puede cancelar un contrato. De modo que cumpliré con esos compromisos. Son cosas que se firmaron hace dos o tres años. Por fortuna, allá se trabaja con mucha anticipación.
-Entiendo que, pasado este período inicial, usted delegará parte de sus funciones en la Filarmónica. ¿Tiene ya en mente un reemplazante?
-En principio, yo terminaré los conciertos que tengo comprometidos con la Filarmónica. En marzo tendremos audición para director asistente. Eso ya estaba previsto. Después buscaremos reemplazante para 2018. Uno o varios, porque da vueltas la idea de tener dos o tres directores para darle más aire a la orquesta.
-Sabemos que la temporada lírica de 2018 estaba casi armada. ¿Piensa respetar los títulos comprometidos?
-La línea anunciada me parece maravillosa; es increíble lo que pensó Darío en términos de excelencia. Pero hay que hablar con las autoridades para garantizar que eso sea posible económicamente, porque todos sabemos que un nivel tan alto es también muy costoso. Hay que conversar si hay presupuesto. En un par de meses veremos cómo queda 2018 con esta propuesta maravillosa que nos dejó Darío. Trataremos de decidir qué se puede rescatar, y si se puede hacer todo, mucho mejor.
-Ya desde la gestión de Pedro Pablo García Caffi y, ahora, de la de Lopérfido, el Colón parece haber ido buscando, y encontrando, un perfil más moderno y más progresivo. ¿Cómo se sitúa frente a esa situación? ¿Piensa continuar esa línea o tiene una idea más personal?
-Creo que la parte de ópera estuvo un poquito orientada al teatro y al cine. Hay cosas rescatables, pero desde un punto de vista operático, lo que tiene que reinar es la música. La música es lo que nos tiene a todos juntos en el teatro. Hay que partir de esa base. Una casa de ópera es un conjunto, no una sola persona.
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