Guerra vuela con total libertad
Era un espectáculo de danza y la sala estaba llena con los balletómanos y, especialmente, con fanáticos del bailarín Maximiliano Guerra, que presentó su último trabajo "Vuelo en libertad".
Pero antes de entrar en tema hay que señalar un hecho importante que tiene que ver con los mitos populares y la pertenencia a un pueblo. El público indiscutiblemente era de danza y tanto alternaba la presencia juvenil como las cabelleras canosas. Nada hacía prever que la aparición de Charly García en el momento del saludo final iba a conmover a la platea, que no sólo lo aplaudió sino también lo ovacionó como si se tratara de un público rockero. Tuvo mucho que ver el hecho de que dos grandes figuras del arte argentino se unieran en un emprendimiento común, sin divismos ni protagonismos mezquinos.
Programa ecléctico
En este programa, Guerra, junto con el Ballet del Mercosur, no sólo se hace cargo de su condición de bailarín, sino que asume la tarea de ser el coreógrafo de la mayoría de los números, fundamentalmente porque quiso armar un programa ecléctico para demostrar que todo género musical puede tener su correlato en la danza.
Comenzó con "Paquita", con música de Minkus, un número alegre donde el estilo clásico permitió el desenvolvimiento del cuerpo de baile y de los solistas, donde se los ve desempeñarse con solidez y total confianza.
Siguió "Cuerpos", donde Guerra como coreógrafo recurre a temas de Bon Jovi y Aerosmith. Aquí el lucimiento es de algunos bailarines del Ballet del Mercosur, pero es donde se percibe que hay algunas inseguridades en la manera de encarar las exigencias del estilo moderno. Aunque es evidente que hay historias que se cuentan, éstas no quedan definidas y por momentos la coreografía resulta reiterativa. Lo atractivo de este número radica en la factura estética que, mediante la expresiva iluminación de Teddy Goldman, alcanza valiosos niveles.
El tercer número fue "By pass", dedicado al doctor René Favaloro. Aquí, por el contrario, hay una interesante síntesis argumental que reproduce con los cuerpos de los bailarines un corazón y refleja la indiferencia humana que va dañando inexorablemente su palpitar.
El número fuerte fue, sin lugar a dudas, "Tango vertiginoso", por varios motivos. El primero de ellos es la coreografía de Mora Godoy, enérgica y precisa, que también actúa como bailarina. Con su presencia quedan expuestos su talento, profesionalismo y ductilidad para actuar como pareja de Maximiliano Guerra, que también se luce en el tango. Pero, además, en este número actúa Tangoloco, Daniel García Quinteto, que con un popurrí de tangos (Adagio de "María de Buenos Aires", de Piazzolla ; "Pasión", de Gerardo Gardelín"; "Milonga de mis amores", de Pedro Laurenz; "Gallo ciego", de Agustín Bardi, y "099 Central", de Tangoloco) y temas de Lennon y McCartney ("Eleanor Rigby" y "Michelle") demostró que no hay límites genéricos cuando hay real talento.
Finalmente, el tema de Charly García, "Sí", que, a pesar del despliegue visual y corporal de la coreografía, no pudo desplazar la impresión que dejó el número anterior. El punto de atracción, al menos el día del estreno, fue la presencia en escena de Charly, que apareció durante todo el ballet en una tarima alta, semioculto, y con un gran sombrero que disimulaba su rostro.
Sólo en el saludo final apareció para saludar al público y se permitió una pirueta de danza que aumentó la euforia del elenco, al que también se sumó Mora Godoy, para recibir merecidamente aplausos y ovaciones.
La danza, el tango y el rock estuvieron muy bien representados.
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