Deliciosa comedia a la italiana
Tomar la fábrica recibe con su música festiva y melancólica, y así nos metemos en la intimidad de dos actores desocupados: Juan y Franco. El primero, escapándose de su casa, su mujer y sus problemas, cocina para la hija de su amigo, que viene a darles una noticia. El segundo no puede levantarse del sillón porque al saltar para festejar un coprotagónico se quedó duro del ciático. Juan insiste en que terminen de escribir esa obra que no concretan. Franco le pide que vuelva a su casa. Juan cuenta su historia de niño. Franco habla de un padre cruel y cuatro hermanos tratando de sobrevivir al desamor, una madre cantante lírica que sólo recibe aplausos de los balcones al colgar la ropa. Se entrelazan con sus personajes los de Mastroianni en Ojos negros y Los compañeros. Se mezclan la realidad y la ficción. Ricardo Díaz Mourelle -mi viejo- narra con maestría, nos transporta, con la sensibilidad y la potencia de un actor magnético. Joselo Bella es un arlequín que no para de moverse. Tiene gracia, ángel y narraciones memorables. Pedro Sedlinsky los guía y nos conmueve desde la dirección. ¡Una comedia a la italiana! Para reír llorando, y llorar de risa. Para sentir que a la vida se la conquista.
Producción Julia Montesoro
Tomar la fábrica
La Ranchería (México 1152), domingos, a las 19.
Julieta Díaz