
El adiós al Matador
A los 77 años, el atormentado corazón del inolvidable actor italiano se detuvo ayer en su casa de Roma. "Prefiero el Purgatorio; el Paraíso debe de ser aburrido", dijo hace un año a La Nación , en Buenos Aires.
1 minuto de lectura'
ROMA.- La noticia de la muerte de Vittorio Gassman, uno de los más grandes actores italianos, famoso en todo el mundo y también en Buenos Aires, ciudad que amaba y a la que había homenajeado en varias oportunidades con su extraordinario talento, se conoció por la mañana. Y cayó enseguida como una bomba en Italia, conmovida y triste por la sorpresiva desaparición de "un pedazo de historia del cine, el teatro y la cultura", y especialmente en Roma, su ciudad por adopción.
"Es absurdo morir y que no se nos dé otra vida para hacerla mejor." Así hablaba de la muerte Vittorio Gassman, un hombre que en los últimos años no había ocultado haber padecido el "mal oscuro", es decir, depresión. Un artista culto, genial, extraordinario, que, según sus más allegados, sabía que se acercaba la inexorable hora de la muerte, una idea que no le gustaba. Pese a los éxitos en cine y teatro, y a una vida sentimental agitada pero intensa, Gassman vivía sus últimas horas inmerso en la búsqueda, lleno de dudas, como cualquiera.
Un infarto traicionó al protagonista de "Il sorpasso", "Perfume de mujer" y "L´Armada Brancaleone" -algunas de las películas con las que hizo historia-, mientras dormía "tranquilamente" en su casa del centro histórico de esta capital, muy cerca de Piazza del Popolo. El 1º de septiembre habría cumplido 78 años.
En una Roma húmeda, calurosa y semidesierta por la festividad de San Pedro y Pablo -día feriado en la ciudad eterna-, decenas de amigos comenzaron a media mañana a desfilar por la vía Brunetti, donde en el sexto piso Gassman vivía con su tercera mujer, Diletta D´Andrea.
Dolor, mucha emoción, reacciones de todos los sectores de la vida política, cultural e intelectual italiana, y un mar de recuerdos sobre el gran actor, símbolo de toda una época, fueron el denominador común del día de su adiós. "Recorrer su vida significa recordar las páginas más bellas de nuestra cultura teatral, cinematográfica y televisiva", escribió el primer ministro, Giuliano Amato, en el mensaje de condolencias que envió a su familia.
Las radios comenzaron a pasar grabaciones de sus monólogos e interpretaciones teatrales: los canales de televisión, reseñas de su vida, entrevistas, y sus mejores películas, mientras que enseguida la comuna de Roma hizo saber que hoy instalará en el Capitolio -sitio de honor- la cámara ardiente del gran actor. El funeral religioso tendrá lugar mañana a la tarde en la basílica de Santa Maria degli Angeli.
El domicilio de Gassman fue tomado por asalto por curiosos, pero sobre todo por una legión de periodistas, sedienta de captar imágenes y declaraciones de amigos, colegas y familiares que, profundamente consternados, salían y entraban por el portón número 33, para despedirse del gran actor y acompañar a su esposa.
Una de las primeras en presentarse, bajo la lluvia, fue Monica Vitti, una de sus mejores amigas: "Fue un hombre y un actor distinto de los demás. Un hombre extraordinario, culto, lleno de humanidad. Un hombre importante e interesante", dijo la actriz con la voz quebrada. "Hace muchos años fue mi profesor en la Academia -recordó-, me enseñó muchísimo, y enseguida nos hicimos amigos. El año pasado fuimos juntos a un programa especial de TV, "Los grandes tenores de la comedia a la italiana", con Alberto Sordi. Nos habíamos visto hace unos días."
"Era una persona extraordinaria, un gran cerebro, un genio", afirmó al llegar a la via Brunetti el actor y director teatral Mario Maranzana.
Enrico Lucherini, que fue agente de Gassman, pero también de Fellini y Visconti, y que trabajó con él en el famoso Teatro Circo, el primer teatro carpa de Italia, en 1961, recordó una anécdota que habla a las claras del humor y la personalidad del aquí llamado "mattatore", un exitosísimo programa de televisión: "El verano pasado, de vacaciones en Cortina, me dijo: "Cuando muera, quiero que en mi ataúd pongan un grabador para poder seguir diciendo mis pavadas". Gassman "era una persona con mucho humor, divertida y graciosa".
Otro "mito" del cine italiano, Alberto Sordi, que hace poco cumplió ochenta años y que actuó junto a él en "La grande guerra", también hizo oír su voz: "Estoy muy dolido. Nos unía el afecto y la estima, aunque nos veíamos menos de lo que hubiéramos querido. Lo había invitado a mi fiesta de cumpleaños, pero él no pudo venir".
"Filmamos juntos una película muy importante para ambos, "La grande guerra" -evocó Sordi-, que fue una etapa determinante para ambos. Yo ya había hecho cine, pero él tenía sobre sus espaldas el teatro. Siempre me decía que gracias a esa película había aprendido a estar frente a las cámaras. Recuerdo esos tiempos como un período de gran comer, tomar y de mucha alegría con Vittorio."
Entre otros actores, directores y gente del espectáculo italiano, los conocidos Paolo Villagio, Nino Manfredi y Carlo Verdone también expresaron pesar por la muerte de "uno de los más grandes italianos". "Para mí fue una noticia terrible -dijo Manfredi-; el recuerdo de Vittorio es su historia, su arte, la búsqueda que siempre hizo, a través de los grandes poetas, sobre el amor y la muerte. Murió una persona generosa que se exigía antes a sí mismo que a los demás."
Paolo Villaggio, otro actor muy amigo de Gassman, fue más allá, y aprovechó para hacer una crítica al actual panorama cultural: "Italia, que en estos años exalta sobre todo los traseros de la televisión, debería entender que Gassman fue uno de los más grandes personajes del siglo. Totó y Sordi fueron los más cómicos; Mastroianni, el más fascinante, pero Vittorio fue el más grande y completo", dijo.
Villaggio no dudó en evocar otra característica de su amigo: "Esta noche -dijo- se habría sentado frente a la tele para hinchar locamente por Holanda (ayer se jugó Italia-Holanda, por la Eurocopa, partido que paralizó al país y que ganó Italia). Pero era un juego: él, hincha fanático de Italia, fingía ser un apasionado del adversario de turno".
"Con él se va un pedazo de nuestra cultura y de nuestro teatro", coincidió por su parte la directora Lina Wertmüller, al presentarse acongojada en la puerta de su casa. "Fue una gran pérdida: nuestros escenarios se van vaciando de nuestros protagonistas", afirmó.
Entre el mar de recuerdos, las anécdotas y las lágrimas, Peppino Patroni Griffi, director de teatro y gran amigo de Gassman, contó lo más doloroso: "Vittorio estaba muy deprimido y no sabía explicarse el porqué". Hace unos días, dijo, habían cenado juntos en Il Melarancio. "Traté de confortarlo -agregó-, pero había algo que lo atormentaba. Quizá no le gustaba la idea de la muerte".




