El Chino Darín: "Las escenas de sexo son situaciones feas, me resultan incómodas"
El actor, que vive en España pero con un pie en la Argentina, habla de su presente profesional y personal
Hay una imagen de la infancia que al Chino Darín todavía le provoca cara de fastidio: la espera a la salida de un teatro junto a su mamá, el fervor de la gente que quería ver a su papá, y que, mientras tanto, trataba de tocar los cachetes de Clara, su hermanita bebé, como si fuera la sobrinita de este, la vecinita de aquél o la hija del pueblo. "Esto de que conocieran a mi familia, a mi viejo, a mi tía, cuando era chico me parecía raro, surrealista. No entendía muy bien cómo funcionaba", dice. Reconoce que le costó pero también hoy disfruta de "la contracara de la fama": "No hay nada más lindo que ver a la gente movilizada por un laburo que uno hace". Al Chino le tocó más de "un laburo" en sus apenas 7 años como actor: arrancó pisando fuerte en televisión con Alguien que me quiera,Farsantes e Historia de un clan y pronto se convirtió en una figura de proyección internacional hasta llegar al cine junto a nada más ni nada menos que Penélope Cruz en España. Hoy, tiene nueve películas estrenadas, y prepara cuatro más entre las que se destaca la nueva apuesta de Luis Ortega, El Angel, film sobre la vida de Carlos Robledo Puch, uno de los asesinos más célebres de la historia criminal argentina, en la que el Chino tendrá un papel relevante junto a Peter Lanzani, Daniel Fanego, Cecilia Roth y elenco. Fue este rodaje lo que lo trajo a la Argentina por un par de meses, porque en realidad el Chino hoy vive la mayor parte del año en Madrid junto a su novia, la actriz Ursula Corberó .
Desde allá suele viajar para tomar aquellos trabajos que le interesan, que van desde una película o una serie hasta protagonizar campañas publicitarias o convertirse en embajador latinoamericano de Universal Channel. Así es que entre jornadas extenuantes de filmación para El Angel, se hizo lugar en su agenda para viajar por el continente grabando la promoción de un programa para esa cadena televisiva que buscará encontrar, a través de un concurso, las mejores historias reales de personas que hicieron algo con un fin social. En el medio de todo esto, se anima a recibir a LA NACION con poquísimas horas de sueño, después de filmar escenas en Lobos, provincia de Buenos Aires, hasta las 5 de la mañana. No se queja, pero se fuma un pucho "despertador" y pide café para acompañar la charla (que tuvo lugar justo antes de su regreso a España con todos los Darín para acompañar a Ricardo a recibir el premio Donostia en el Festival de San Sebastián).
-¿Cómo definirías este momento profesional?
-Es un momento difícil de definir porque me cuesta también a mí situarme. Estoy con mucha movida en lo personal y lo profesional. Van de la mano. Me fui a España a trabajar, me puse de novio con una chica de allá. Tuve la suerte de haber tenido cierta continuidad laboral allá pero a la vez seguir recibiendo ofertas de trabajo acá. Entonces estoy un poco inestable en ese sentido porque es difícil situarse. Por un lado contento, con muchos estímulos, y también necesitando parar un poquito la pelota.
-¿Tenés previstas vacaciones?
-Mis vacaciones supongo que van a venir en noviembre. Pero como somos freelance estas cosas pueden variar. Pienso en noviembre como una fecha clave para parar un poco la cabeza y reencontrarme.
-Hace un tiempo que te instalaste en España pero siempre con un pie en la Argentina. ¿Dónde estás más cómodo?
-Uno es inconformista por naturaleza. Siempre es muy difícil porque todo lo bueno que tiene esto de laburar afuera, esta cosa que por un lado es una bocanada de aire fresco, cambiar de ambiente, conocer gente nueva, vincularse con gente de otras culturas, de otra idiosincrasia, de otra ideología, implica a la vez estar lejos de la familia, las amistades, la gente querida. Entonces, desde lo profesional me gustan ambos lugares, pero hoy siento que siempre me falta algo tanto en un lado o en el otro. Es más algo personal. Después, somos similares, tenemos gran parte heredado de la cultura española. En un punto somos similares, hay algo muy familiar, pese a las diferencias entre Europa y América.
-Aunque te hiciste un nombre propio, tanto acá como allá cuando se habla de vos en algún momento también se menciona a tu papá, como figura de referencia inmediata. ¿Te molesta? ¿Cómo lo vivís?
-Creo que pasé por distintas etapas con respecto a eso. Tiene que ver con cómo uno se para y en qué momento te encuentra. Trabajo para evitar esas comparaciones y esas referencias directas. Primero, porque considero que somos personas distintas yo y mi padre y cualquier hijo con su padre. Si fuéramos hermanos gemelos los dos de los que habláramos, cada uno estaría haciendo su propio camino sin tener que convivir con la figura del otro necesariamente a cada paso. También uno va creciendo, y uno se amiga y se pelea con las cosas... no con la relación con mi viejo porque siempre me llevé genial con él, sino con esto de ocupar un espacio propio. Me parece que, en ese sentido, al principio me costaba bastante más porque no lograba evitar la pregunta y el comentario, lo cual es lógico, pero cuando sos joven y nervioso -ahora soy un hombre grande-, es más difícil de asimilar y también es más difícil creer que a uno lo valoran al margen. Creo que es algo más personal, tiene que ver con una necesidad de sentir que uno está haciendo las cosas por su propia impronta y su propia marca o huella y no que está siguiendo las pisadas de otro. Nunca me gustó verlo así. Trato de no verlo así. Trato de tomar decisiones por mi cuenta, aunque charlo con mi familia de todo. Compartimos mucho. Tenemos afortunadamente una relación muy estrecha. Puede que en algún momento me molestara más… que el domingo me preguntes y me moleste. Es algo más anímico que racional, me parece [risas].
-¿Qué es lo que más te gusta y lo que menos te gusta del "medio artístico?
-Lo que más me gusta es preparar proyectos y filmarlos. Todo el resto lo veo como un poco un precio a pagar para vivir estas muchas vidas en una que te ofrece esta profesión. No es el medio lo que más me entusiasma de mi profesión. Sino el objeto de estudio propiamente dicho. No me gusta pensarlo como el precio de la fama. Uno se expone voluntariamente y lo personal a veces se mezcla y es difícil separar una cosa de la otra.
-¿Y lo más raro que te pasó por ser famoso?
-Las cosas más raras las he vivido de chico porque no entendés muy bien cómo funciona. Creo que la costumbre va adormeciendo un poco esa sorpresa. Es raro porque la gente se vincula emocionalmente con lo que ve a través de la pantalla. Entonces cuando hacés televisión, estás todas las noches saliendo en la tele de una casa de familia, después la gente un poco cree que estuviste cenando con ellos. Hasta un punto está todo bien, pero a veces te sentís un poco invadido. Es difícil. En una situación así no predomina la racionalidad y la calma. Todo se vuelve como un frenesí. La contracara es que no hay nada más lindo que ver a la gente movilizada por un laburo que uno hace. Afortunadamente, me ha pasado que, por el personaje o la historia que me ha tocado contar, hubo gente que se sintió tocada aunque sea tangencialmente en su historia particular, o en su familia, y eso los modificó emocionalmente. Ver eso que en definitiva tratamos de hacer, que es llegar al corazón, para bien o para mal, cuando lo ves en carne propia, es gratificante.
-Parte del juego también es que de actor pases a modelo...
-No es verdad. Son cosas distintas.
-En parte sí, porque construís un perfil de personaje que puede dar para publicidad.
-Pero son decisiones que uno toma. Podés no hacerlo.
-Cuando elegís hacerlo, jugar el rol de sex symbol. ¿Cómo manejás todo lo que implica?
-No sé si uno lo elige. Es algo que te adjudican por un momento y después se pasa la calentura y pasás a ser un trapo de piso como todos [risas]. Es cierto que hoy en día está todo más conectado y on line y muy expuesto a través de las redes sociales. Se busca difusión, que se vea, que se hable de eso. Pero me parece que esos roles de sex symbol... tienen que ver con los roles que te tocaron hacer. Te toca hacer un personaje que pegó, que tiene tales escenas, y a veces se conforma una imagen, como un muñeco tuyo que se forma en el subconciente de la gente, que tiene cierto valor que le adjudican, de sex symbol, de hijo de puta, de malo. El actor es galán cuando le toca hacer de galán. Después hace de médico. Trabajamos con eso… es difícil creo yo que nos comamos ese cuento. A mí no me van a vender la de sex symbol. Me levanté esta mañana me vi al espejo y no sabés lo que era, un desastre y acá estoy. Pero tengo momentos que me toca vestirme de otra manera.
- ¿Renegás de esos roles?
-Algunos me resultan más cómodos que otros. Me incomodan más. Trato de no renegar de nada. Pero sentir que a uno lo encasillan nunca es lindo. A uno le gustaría ser lo más versátil y maleable que se pueda en esto. Pero no pasa nada.
-Hace unos días, Esteban Lamothe causó revuelo cuando dijo que rodar escenas de sexo era una situación muy "miserable". ¿Vos cómo las vivís?
-Igual que Lamothe, me gustaría hacer una escena con él [risas]. Es así no tiene nada que ver con el imaginario popular. No hay nada de nada ahí. Es lo más frío que hay. Por momentos se puede lograr cierto clima, cierta cosa, que todos creamos que eso está pasando un poco. Creo que son las situaciones más incómodas… porque tenés que generar intimidad. Hay gente que es muy lanzada, muy dada y no le cuesta nada generar intimidad, incluso en su vida personal, con desconocidos. No es mi caso. Para generar intimidad con alguien uno tiene que construir algo, tener no solo ganas sino cosas en común, química, piel, o como se llame. A veces te toca hacer escenas con alguien que no tenés ganas de compartir ni un café. No por hablar mal de nadie. Porque no lo conocés, o lo conociste hace 15 minutos antes en maquillaje, y te toca ir a hacer una escena de sexo. No hay nada más incómodo que estar ahí en pelotas delante de todos… son situaciones feas. Bah, me resultan tensas, bastante incómodas. Después me ha pasado de encontrarme con personas que ya hay confianza y es un poco más divertido. Pero no dejan de ser situaciones que hay que pelear para buscar la naturalidad. Hay que construir un fuego, una pasión y para eso romper ciertas barreras que están, que las sentís.
-¿Qué nos podés adelantar de El Angel?
-Es una peli con un laburo grande. Es una historia que conocemos un poco todos pero no en profundidad. Uno conoce los titulares… Luis [Ortega] se puso a escribir y dirigir una película desde el costado más humano, no por el bien o por el mal, somos las dos cosas, pero sí desde encontrar o buscar una hipótesis que aborde la posible psicología de este tipo, su búsqueda, de alguna manera. Si es que creemos que buscaba algo. Creo que todos buscamos algo. Me parece que va a ser una película fuerte. Espero que sea contundente porque estamos dejando sangre, sudor y lágrimas en esto. Está siendo un rodaje muy intenso.
-¿Cómo es tu personaje?
- El Angel va a contar una parte de la vida de este tipo focalizada en algunos de sus crímenes. A mí me toca retratar a Ramón, un amigo y coequiper de él. Lo introduce a Carlos Robledo Puch en una familia delictiva. Lo invitan a formar parte de una banda criminal porque hasta ese momento era más bien un cabo suelto. Empiezan a hacer golpes y crímenes con algún objetivo. Con cabeza y sin corazón, algo que a él se le daba naturalmente, y esta familia toma ese don para un objetivo concreto que es beneficiarse económicamente.
-Te vas a ir por un tiempo a España de nuevo en un contexto en que Europa está en alerta por el terrorismo. ¿Te preocupa? ¿Tenés algunos cuidados?
-La verdad: es raro decirlo así porque no está bueno minimizar los problemas de otros. No hay que compararlos pero también es cierto que nosotros venimos de una realidad distinta, convivimos con la violencia todos los días, cosas que ellos no viven tanto en carne propia. No quiero decir que allá estemos mejor. No vivo con miedo ni acá ni allá, afortunadamente. Pero el tema está presente. No andás con ese relajo que tenías antes, ahora ves esa aglomeración de gente y decís no vaya a ser que… Pero no sé. Mis abuelos vivieron en la argentina 60 años y nunca les pasó nada y llegaron a Madrid y les robaron en el hotel. Nadie está exento de nada. Los riesgos están en todas partes. Por supuesto que el tema del terrorismo es muy heavy… estas alarmas te saltan cuando hay eventos particulares, no sé si ir a la final de la Champions. El otro día fui a un recital con una cantidad de gente increíble… no lo vivo con miedo pero el riesgo está ahí. El país está en alerta hace años. Se ven operativos policiales. El que pudo viajar a Europa en otras épocas va a notar que hay una alarma.
-Instalado allá y trabajando en producciones españolas e internacionales, ¿cómo ves el cine nacional?
-Lo veo globalizado. Pisa fuerte en la opinión especializada internacional. En los festivales está dando mucho que hablar. Me parece que es un momento medio expansivo, que viene de hace algunos años, pero se ha abierto más el panorama. No sé si tiene que ver con esto de que estamos todos más acostumbrados a ver cosas de otras partes, porque tenemos acceso, por Internet, y a la vez porque hay como una especie de boom del cine latinoamericano y argentino, así lo siento yo. Me gustaría que eso se acompañe más desde el apoyo que se le da acá. Sobre todo desde una cuestión de la gente yendo a ver cine nacional a las salas de cine de nuestro país.
-¿Y la televisión argentina?
-La televisión está viviendo un momento extraño de adaptación, es un formato que da la sensación de que es antiguo, y casi que se va tornando obsoleto, pero a la vez hay mucha gente que la ve, la televisión de aire es la única que llega a muchas partes. Sin dudas me parece que va a ir cambiando. En lo que a mí me compete, en las ficciones, me parece que hasta ahora ha sido en algún sentido contraproducente todo este tema de las latas que no son nacionales, que le están quitando lugar a las tiras diarias, pero a la vez se están haciendo mejores series, ojalá se hicieran más, no solo mejores, por una cuestión de laburo, y de diversidad y de poder acceder a distintos contenidos porque lo hacemos bien. Pero sí me parece que está como ahí en un lugar que no sabe dónde pararse. Hay mucho de lo mismo y tiende todo a ir a la cosa más de entretenimientos. Hace un tiempo que no veía tele acá y te da la sensación de que los noticieros son de espectáculos, ves a los de las noticias haciendo monerías. Me resulta un poco raro pero en definitiva, están buscándole la vuelta para mantener a la gente enganchada en un formato que se está tornando obsoleto con el tiempo.
Más leídas de Espectáculos
La garra de hierro. Zac Efron y una actuación consagratoria en la historia de una familia de luchadores de catch malditos
Retirado. Raúl Taibo: por qué se alejó de la actuación y a qué se dedica ahora
Impensado. Whoppi Goldberg le ofreció al Papa Francisco actuar en Cambio de hábito 3 y contó cuál fue la sorprendente respuesta que recibió