El legado de Andrés Chazarreta
Aniversario: se cumplen hoy 40 años de la muerte del docente y recopilador santiagueño, auténtico prócer de la música nativa.
Cuando en 1906 Andrés Chazarreta tocó en público por primera vez "La zamba de Vargas", en un pequeño teatro de la ciudad de Santiago del Estero, las autoridades municipales y la clase aristocrática consideraron que la interpretación de la música nativa "era un retroceso para la cultura". El tiempo demostró todo lo contrario.
Hoy se cumplen 40 años de la muerte de este maestro y recopilador santiagueño que proyectó los ritmos del Norte a todo el país en discos que son considerados piedras fundacionales del género folklórico. El nombre de Chazarreta está ligado a una labor imprescindible para preservar la memoria de un repertorio que estaba discriminado cuando empezaba a dar los primeros pasos a principios del 1900.
Chazarreta comenzó a tocar chacareras, zambas, vidalas y gatos con los rudimentos de la guitarra aprendidos de sus hermanos mayores, que lo criaron desde los cuatro años, cuando murió su madre.
Junto a su vocación por la docencia, creció de inmediato su necesidad por aprender música. En 1902 estudió solfeo y profundizó sus clases de guitarra, hasta que se vio atraído por la música europea. Entusiasmado, ingresó más adelante en un conjunto con el que realizó un repertorio de mazurcas, schotis, lanceros y valses para un público aristocrático.
Paralelamente, recorrió el país con su trabajo como inspector de escuelas y empezó a consustanciarse con la cultura de cada región y con esos ritmos criollos que describen el paisaje, las costumbres, las penas y las alegrías de la gente de campo: en esos viajes, Chazarreta comprendió cuál sería su verdadera vocación.
Alma de investigador
A partir de ahí comenzó a recopilar obras (muchas de autores desconocidos y otras que surgen de la transmisión oral, en su gran mayoría anónimas) que escuchaba durante sus viajes y terminaron cambiando su destino.
Chazarreta empezó por transcribir esas piezas tradicionales en un pentagrama. Ese simple acto, revolucionario para la época, aseguró la permanencia de una música de raíz que podría haber quedado enterrada en el olvido.
"Escuchando y sintiendo de cerca los cantos de mi pueblo, con los que llegué a familiarizarme, y embebido de todos sus motivos y anhelando, por otra parte, que no se perdieran por descuido o indiferencia, resolví iniciar mi obra en 1906, arreglando "La zamba de Vargas", pieza que desde mi infancia había aprendido oyendola cantar todos los días a mi abuelita Agustina, tal cual es y conservando el sabor de sus motivos silvestres", argumentaba Chazarreta en un artículo publicado en 1921 en La Nación .
En 1908 -según consigna el Diccionario Biográfico de la Música Argentina de Raíz Folklórica- Chazarreta hizo editar la partitura de esta zamba en la Casa Medina, firmándola como propia. Este episodio, junto a otros en los que fue acusado de apropiarse de obras ajenas, como "La López Pereyra", lo acompañarían como una sombra durante su recolección de canciones anónimas. Sin embargo, estas sospechas nunca terminaron de opacar la importancia que tuvo la aparición de su Compañía de Arte Nativo, con la que rescató danzas tradicionales, artistas del interior y obras folklóricas. Con ese conjunto criollo debutó el 11 de agosto de 1911 en un teatro de su ciudad cedido por un francés, ya que la Municipalidad de Santiago del Estero le objetó presentar un espectáculo de esas características, que, según le dijeron, "remitía a un pasado bárbaro".
La numerosa agrupación, de más de 35 integrantes, estaba compuesta por artistas vocacionales, como la Vieja Clodomira, impecable bailadora de malambos, el zapateador santiagueño Antonio Salvatierra, y poetas como Patrocinio Díaz.
La compañía, que tomaba el modelo del circo criollo, alcanzó una repercusión tan fuerte que la gira por todo el norte del país desembocó en la Capital Federal. Con el apoyo de varios intelectuales y escritores de la época como Leopoldo Lugones y Ricardo Rojas, el aventurero Chazarreta llegó al teatro Politeama, donde realizó su primera función en marzo de 1921 y generó un un verdadero fenómeno popular durante un mes.
Fue el camino a la concreción de varios sueños: la formación de una Orquesta Nativa, con la que Chazarreta grabaría varios discos para el sello RCA Victor; la creación de una Compañía de Niños y de una Academia de Danzas Nativas en Buenos Aires, y la difusión de una música nativa que hasta su aparición corría peligro de extinción.
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