
Fiebre de pelotero por la noche
Después de las 22, los adultos tienen donde jugar como chicos
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Antes de entrar, el coordinador dio instrucciones: sacarse los zapatos, el reloj y otros objetos de valor, no entrar con el celular ni con las llaves. "Es que –previno– ni sus maridos ni sus mujeres les van a creer si dicen: "Mi amor, perdí las llaves jugando en... un pelotero". Pero es así: en Buenos Aires hay cantidad de gente mayor que juega en peloteros.
Como en la fiesta sorpresa por los 30 años de Sebastián Ramírez, por ejemplo. Sus amigos organizaron el festejo en el pelotero A los Caños, en el barrio de Caballito. Engañado, el homenajeado fue en busca de su novia: "Encontrémonos en el pelotero, que tengo que ir a buscar a mi sobrina", fue el argumento de la mentira.
El hombre llegó y, claro, no había ninguna fiesta para chicos. Pero sí para él.
Entre globos multicolores, música de circo, papas fritas, gaseosa y cerveza, el ánimo festivo invadió a los invitados, desde 8 años hasta 71 (su abuelo).
Antes que nada, un juego integrador "para soltarlos", indicó el coordinador. Había que jugar con globos al ritmo de la música, extrayéndoles distintos ruidos. Después, escribir sus nombres en ellos y tirarlos por el aire. Algunos se resistieron, pero sus compañeros los delataron: "¡Mirá, decile algo, él no quiere jugar!"
Casi una evolución natural
"El niño interior es más fuerte", aseguró Daniel Germano. Es el dueño de A los Caños y habla con la autoridad que le da ser uno de los primeros en ofrecer a los adultos la posibilidad de jugar en un pelotero. "La idea se fue dando naturalmente. Los padres de los chicos que festejaban acá sus cumpleaños preguntaban si se podían meter", se ríe.
Cualquier día, a las 22, puede llegar el momento de jugar a lo grande, como un chico. Se abren las puertas del laberinto gigante y, metros adentro, espera –como promesa invalorable– el contacto con un mar de pelotas de plástico.
Sin zapatos como hay que entrar, lo mejor será llevar ropa cómoda y medias –es muy doloroso caminar descalzo entre las pelotas o sobre la red.
"Como en mi infancia no había peloteros, pensaba que nunca iba a vivir esta experiencia", dice, agitadísimo, Ramírez, bajo un sombrero de paño lenci con forma de pizza. Igual que los chicos que esa misma tarde habían jugado en el cumpleaños de Ramiro, que festejó los 5 años.
Es que, según su familia, Ramírez todavía es un chico: "Es el nieto más divertido de una familia muy divertida, todos lo llaman para jugar", contó su abuela, de 61 años, feliz en el pelotero.
Amigos, tíos, sobrinos, compañeros de trabajo... para todos, todo era alegría y frenesí. Saltaron en el colchón inflable, se perdieron en los túneles de colores, arrojaron pelotas y se rieron con carcajadas contagiosas. Los menos prevenidos lucharon con la corbata.
"Todo esto es muy raro", se asombró un hombre de 26 años. "¡Me encanta! Aunque estoy todo transpirado y no vine preparado. ¡Me encanta!", gritó otro, nacido en 1974.
Cuando se cumplió la hora en que la fiesta debía terminar, nadie los esperó en la puerta. Ellos se fueron por las suyas, caminando solos, a medianoche.
Agendables
Aunque la mayoría de los peloteros prefiere concentrarse en el público menor, hay unos pocos amigos de los adultos. Además de A los Caños (Juan Bautista Alberdi 958, 4433-0858), también están disponibles Puerto Alegría (Donato Alvarez 190, 4633-9477), Juniors (Paysandú 1340, 4582-5562) y Mundo Mágico (Corrientes 4955, 4855-5553), entre otros.





