La bella contra Goliat
"Erin Brockovich, una mujer audaz" ("Erin Brockovich", EE.UU./2000, color), producción hablada en inglés presentada por Columbia. Basada en un guión de Susannah Grant. Intérpretes: Julia Roberts, Albert Finney, Aaron Eckhart, Marg Helgenberger, Cherry Jones, Veanne Cox, Conchatta Ferrell, Peter Coyote, Scottie Leavenworth, Gemmenne De la Peña. Fotografía: Ed Lachman. Diseño de producción: Phil Messina. Música: Thomas Newman. Edición: Anne V. Coates. Producción: Danny De Vito, Michael Shamberg y Stacey Sher. Dirección: Steven Soderbergh. Duración: 131 minutos. Nuestra opinión: Buena .
Es mucho más que luchar contra Goliat -dicen por ahí-, es enfrentar al gigante y a toda su familia. Tal la desproporción.
Por un lado, una empresa de 28 mil millones de dólares distribuidora de electricidad y gas y sospechosa de haber envenenado el agua y puesto en serio riesgo la vida de toda una comunidad, la misma a la que ha proporcionado trabajo y que, por ende, se siente todavía deudora de su protección. Del otro, una mujer joven, resuelta y segura de sí misma, con mucha fortaleza moral pero sin ninguna preparación profesional, y tan vapuleada por la adversidad como decidida a no dejarse doblegar por ella.
En el fondo, quizá ni la propia Erin Brockovich está tan convencida de la fuerza que la asiste. La cuestión con la que se compromete -primero por curiosidad y más tarde porque la ha convertido en un desafío personal- le dará una nueva visión de sí misma. Ella, que fue Miss Wichita hace unos cuantos años, creyó que aquel título, que la habilitaba para salir en las fotos de las revistas de provincia haciendo publicidad de productos de belleza o inaugurando supermercados, le abriría las puertas de no sé sabe qué imprecisa gloria. Error: ahora ya pasó los treinta, tiene dos ex maridos de paradero desconocido y se las ve negras para mantener a sus tres hijos, sobre todo porque está sin empleo y anda con un cuello ortopédico por haber sido víctima de un automovilista alocado.
Tal vez podrá obtener del imprudente conductor alguna indemnización -así se lo prometió el abogado-; pero Erin es temperamental, boca sucia y de modales vulgares, lo que sumado a su vestuario provocativo -minifaldas, transparencias, tacos altísimos, escotes abismales- compone un cuadro que hace fruncir la nariz al jurado. Total: fallo en contra Si el letrado prometió lo que no podía cumplir -razona Erin- deberá por lo menos darle un empleo. Así que se instala en el estudio, con lo que primero nace el tempestuoso vínculo entre la principiante y el abogado y, después, la epopeya que terminó por convertirlos a los dos en figuras públicas (el caso es real, y le costó a la PG &E más de 300 millones de dólares).
Un director inteligente
"Erin Brockovich" es uno de esos films que parecen marcados por la buena suerte. Por un lado, tiene los condimentos necesarios para seducir a la audiencia -una heroína linda y pobre que se hace querer por todos, lucha contra la injusticia y vence a los poderosos-; por otro, le da a Julia Roberts un papel que le exige mayor compromiso interpretativo que sus habituales comedias sin obligarla a renunciar a sus mohínes y a su encanto. Además, la estrella y Albert Finney se sacan chispas viviendo la relación amor-odio entre el abogado y su colaboradora; hay un galán ideal -un hippie buen mozo y buenazo que deja la Harley Davison para cuidarle los chicos a su linda vecina mientras ella trabaja- y un montón de pequeñas historias -las de los perjudicados por la irresponsabilidad de la empresa_ que contribuyen a darle al cuento emoción y calidez.
Precisamente, el ascendiente de Erin nace de su acercamiento personal a los damnificados: por algo quiere que todos sepan que no es una abogada sino una semejante: un ama de casa con críos colgados del cuello que acaba de descubrir su verdadera vocación.
Detrás de estas afortunadas "coincidencias" está la inteligencia y el oficio de Steven Soderbergh. Experto en generar (y aprovechar) la química que hay entre sus actores -recuérdese a James Spader y Andie McDowell en "Sexo, mentiras y video", o a Jenniffer Lopez y George Clooney en "Un romance peligroso"-, el sensible director tiene muy fino olfato para reconocer las mejores dotes de cada uno.
Aquí lo demuestra otra vez. Por una parte, atendiendo a los cariñosos cortocircuitos entre Roberts y Finney y al magnetismo erótico-sentimental que se entabla entre ella y Aaron Eckhart; por otro, haciendo del carisma de la estrella un aliado del personaje en lugar de un osbtáculo.
Si Erin se gana la confianza de los que deben animarse a enfrentar al coloso empresario es, precisamente, porque tiene la simpatía, el encanto y la belleza de Julia Roberts. Quizás el retrato no se ajuste demasiado al personaje real, y seguramente tampoco añadirá demasiados pergaminos a la carrera de Soderbergh, pero el film resulta así convincente... y vendedor.