El escritor Roberto Banchs publicó un libro exhuberante sobre la historia del Club Atlético Colegiales
Ayer llegué con un paquete de medialunas calentitas para ver el partido de Argentina, y mi padre me recibió como un bacán: con una coqueta bata de polar azul y una sonrisa en sus labios. Tenía, en sus manos, un ejemplar de Club Atlético Colegiales Por la historia (Editorial Dunken). Un libro fantástico y voluminoso, de cuya investigación escucho hablar desde hace una década. El autor es un viejo amigo de mi padre, el entrañable Robertito Banchs, nieto de Enrique, ese gran poeta elogiado, entre otros, por Jorge Luis Borges.
Robertito es arquitecto y licenciado en psicología. Cursó la maestría en metodología de la investigación y obtuvo el doctorado en psicología social (allí se conocieron con mi viejo). Ha escrito, además, varios libros sobre el fenómeno ovni, en los años 80. Pero más allá de su trayectoria profesional, Robertito es hincha de Colegiales de toda la vida. Ingresó a la institución en 1965 como socio cadete y en carácter de activo pleno en 1982. Desde su niñez, siguió las campañas del equipo y forjó su sentimiento en las tribunas del ascenso.
En consonancia con su sólida formación académica, Banchs realizó un minucioso trabajo de investigación (¡diez años!) y aquí están los frutos: más de quinientas páginas en papel ilustración, cubiertas en una lujosa portada que contiene uno de los trabajos literarios más serios jamás realizados sobre el fútbol en la Argentina. Club Atlético Colegiales - Por la historia es un libro desmesurado, que no sólo contiene un ameno relato de cada una de las temporadas y los datos estadísticos de la institución (gracias a eso podemos confirmar que el goleador del equipo en 1930 fue Carlos Domingo Giudice con 17 goles, y que Colegiales ocupó el trigésimo tercer puesto en la tabla de posiciones, por ejemplo) sino que sus páginas reproducen una colección de las figuritas Dólar (1925) con imágenes del imponente jopo de Honorio Augusto Rossi; una foto de la 5ª división campeona en 1924; un registro fotográfico de todos los estadios (Nuñez, Colegiales, Parque 3 de febrero, Villa Ortúzar, Villa Martelli hasta llegar al actual, de Munro, en 1948); ilustraciones de todas las casacas del club; imágenes del estreno de la Marcha del Club A. Colegiales, compuesta por Baldomero Suárez y Gino Tombesi, e interpretada junto a la Orquesta Anconetani, en 1952; una instantánea de la visita del cantor Floreal Ruiz antes de una presentación en el club, rodeado de socios (entre ellos el director de la revista barrial Coleagiales, R. Cánfora); banderines, entradas y memorabilia de más de un siglo de historia tricolor; el àlbum Fulvencito de la revista Solo Fútbol, de julio de 1987; e, incluso, una viñeta de Crist, de abril de 2007, donde un jubilado, sentado en un banco de plaza, reflexiona: "¿Qué Messi o Maradona? Me acuerdo en 1914, hice uno igual cuando jugaba en la primera de Colegiales. Pero yo tuve además que pasar al vendedor de churros, que en esa época entraban a la cancha".
La génesis de Colegiales está en el club Libertarios Unidos, fundado en 1908 por unos jóvenes de Barrio Norte y con los colores rojo y negro del anarquismo como bandera, hasta que en 1925 se mudan al progresivo barrio de Colegiales, y adoptan los tres colores que identifican a la institución: azul, rojo y oro. "Los clubes de barrios son las primeras líneas de fuego del deporte colocadas en distintas zonas de la ciudad. Son las avanzadas heroicas de una lucha romántica y generosa. Los que indican el camino a la juventud y trazan el surco que no se cierra nunca. Les da vida el entusiasmo y el sacrificio. Con eso simplemente les basta para perdurar. Los ampara, sin embargo, el barrio. El barrio que con su corazón lo puede todo. Y el barrio los lleva adelante", dice un artículo publicado en el diario El Mundo, el 31 de diciembre de 1940, que el autor decide resaltar en la solapa de este libro exuberante que, más allá de su valor documental, es un acto de amor, acaso desmesurado, pero pasional y serio, muy serio. Como Robertito. Ver terminado un libro así, aunque no seas hincha de Colegiales, te emociona más que el cuatro a uno de Argentina a Corea.