Lina Sastri, con una canción en el corazón
"Cuore mio", de Lina Sastri y Kokocinski. Intérpretes: Lina Sastri, acompañada por María Lovero Vila y Cesare Belsito, con Gennaro Desiderio (violín), Stefano Minale (corno); Agostino Oliviero (violín, mandolina y cítara); Sasá Piedepalumbo (acordeón a piano y guitarrón); Luigi Sigillo (contrabajo); Gennaro Venditto (cítara) y Sergio Quarta (percusión). Escenografía y luces: Kokocinski. Dirección: Lina Sastri. En el Cervantes.
Nuestra opinión: muy buena
Apasionante resulta este viaje que propone Lina Sastri a través de la canción y la emoción.
Es actriz, como a ella le gusta presentarse, pero su aproximación a la canción tiene que ver con su sangre napolitana, que ebulle cuando la música se transforma en venas y arterias por las cuales circular libremente.
Y se nota. Como así sus condiciones de actriz, al encarar cada uno de los temas con una puesta en escena propia; al intercalar el poema y la canción; al desarrollar la carnadura de las protagonistas de cada canción.
Un espectáculo atractivo desde lo visual y lo sonoro, que tiene su punto de partida en la puesta escénica donde predominan grandes telones con imágenes -pintadas por Kikocinski- que se modifican con el riquísimo aporte de la iluminación.
Y en este rubro cabe detenerse, porque es a partir de las luces, ya sea como spot o como elemento decorativo, donde se logran climas de ensoñación y apasionamiento, donde se puede llegar a respirar la brisa del mar a partir de sus colores. Todo muy mágico.
La actriz se desenvuelve en escena secundada por personajes que remiten a su vida: el payaso que guía a la niña (ella se inició en un circo) y a sus sueños: el ángel que la cuestiona y la guía.
También están los músicos en escena que se transforman en el coro de una procesión, en los gitanos que desgranan lamentos zíngaros, en los melancólicos napolitanos que, como una cálida letanía pagana, evocan sus remembranzas.
Con el corazón en la mano
El resto: la pasión, el compromiso, la emoción, la sangre y el cuerpo, lo pone Lina Sastri cuando comienza el espectáculo, envuelta en un corazón de seda, entonando "Gracias a la vida", de Violeta Parra.
Ya con ese tema una se encuentra con una voz potente, clara, resonante y sobre todo dramáticamente expresiva. Hasta tal punto que, en los temas cantados en napolitano, se puede entender la historia a partir de la actuación.
Demás está decir que el ritmo del "Negro Bayon" modifica el ánimo de toda la platea.
Hay mucho de nostalgia, de lamento y de soledad en los temas escogidos, que sería muy largo de enumerar. Baste decir que, como buena napolitana, en las canzonettas se mueve como pez en el agua y que conmueve a la platea cuando se reconocen los acordes de "Torna a surriento" o "O sole mio".
Algo similar sucede con las versiones en italiano de "Alfonsina y el mar", "Volver al sur", "Te vengo a ofrecer el corazón" y "Qué será", temas que alcanzan cierta universalidad que borra las fronteras idiomáticas.
Un muy buen espectáculo -de esos que, como diría Violeta Parra, "hacen una lavadita al alma", y no sólo a la colectividad italiana- enriquecido por una estética que da brillo y enriquece la labor de la protagonista.
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