Los dioses del agua

Los dioses del agua (Argentina-Angola-Etiopía/2014) / Dirección: Pablo César / Guión: Pablo César y Liliana Nadal / Fotografía: Carlos Ferro / Edición: Liliana Nadal / Música: Gabriel Carbone y Fernando Sande Dallas / Elenco: Juan Palomino, Charo Bogarín, Onésimo de Carvalho, Jovania Da Costa, Horacio José Kilulo, Sidney Profeta, Boy Olmi / Distribuidora: Obra Cine y Aura Films / Duración: 115 minutos / Calificación: apta para todo público / Nuestra opinión: regular.

Tal vez la película más lograda de Pablo César haya sido Fuego gris (1993), en la que su visión del cine y del mundo se amalgamaba con las canciones de Luis Alberto Spinetta, que de alguna manera organizaban las imágenes del realizador. En Los dioses del agua asistimos a una narrativa más tradicional, y los intentos poéticos de Unicornio (el jardín de las frutas) y Afrodita (el jardín de los perfumes), e incluso las excentricidades de Sangre, tienen menos cabida.

El antropólogo (Juan Palomino) prepara una obra de teatro, está interesado en la cultura Qom y además tiene fascinación por ciertas etnias africanas, y va de Buenos Aires a Formosa, y luego a Angola y Etiopía. Su derrotero intenta presentarse en una película con una sucesión de acciones con un vector, un deseo organizador. Pero más allá del interés que pueda generar su temática -el comienzo de la vida en la Tierra, el estudio de qué pasó con los afrodescendientes en la Argentina, la tradición oral de los pueblos, la conexión con la naturaleza e incluso con los extraterrestres-, Los dioses de agua es un film de progresión trabajosa, arenosa.

Las secuencias se suceden sin fluidez y carecen de vibración, ritmo y cohesión, como si no se pudieran contagiar de la vitalidad de los mitos a los que hacen referencia. Charo Bogarín, del dúo Tonolec, desborda fotogenia y energía en sus apariciones, pero la línea narrativa que la incluye queda (como otras en esta extensa película) inacabada, perdida en una maquinaria fílmica notoriamente desajustada.