
Los secretos de Michael Brecker
En una clase abierta, sostuvo que la verdad en la música no depende de los estilos
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Las verdades musicales no cambian según los estilos, dijo el saxofonista Michael Brecker durante una interesante clínica que ofreció anoche en el Teatro Presidente Alvear, organizada por la Dirección General de Música.
El músico -que se presenta esta noche, a las 22, con su cuarteto, integrado por Joey Calderazzo en el piano, Jeff Watts en batería y el contrabajista noruego Chris Minh Doky, en el Salón Libertador del Hotel Sheraton- dejó en claro un interesante criterio pedagógico, basado en sólidos principios, al parecer evidentes, pero que pueden ser perdidos de vista
- El ritmo y el tiempo son más importantes que las notas.
- Dijo que no piensa en qué tocará durante el transcurso de los solos, sino que se dedica a escuchar lo que le va proponiendo el grupo.
- Todo el tiempo es consciente de la estructura armónica y de la tensión y resolución de las frases.
- Dijo también que no busca un mensaje unidimensional, sino que intenta transmitir sentimientos, los cuales, por lo general, provienen de la propia armonía que tiene cada canción.
- Respecto de los ejercicios a los que acude para preservar su técnica, explicó que los inventa él mismo. "Asaber: tomo cuatro notas y las toco por semitonos ascendentes , luego descendentes, en terceras menores y en ot ras tonalidades."
- Agregó: "No piensen que el ejercicio les brindará por sí mismo un futuro sólido, sino que es un medio de estimular el cerebro junto con un proceso de desarrollo técnico. Es decir, pongo en marcha mente, oído, concepto y técnica. Un ejercicio "enchufado" en un solo suena sin swing y de modo mecánico".
Brecker estuvo acompañado en el piano por el excelente crédito local Ernesto Jodos y estuvo el saxofonista Ricardo Cavalli como traductor, una elección acertada, pues ambos músicos representan puntos muy altos del jazz local.
Teatro a pleno, un parsimonioso Brecker saca de su estuche su viejo Selmer, marca preferida de los saxofonistas. Eligen "Blue Monk", legendario blues de ocho compases de Thelonious Monk. A medio tiempo, el saxofonista va componiendo un solo de ritmo marcado y con algo que suena casi exploratorio.
Brecker tiene una fuerte tendencia a tocar velozmente. Durante la charla posterior reconoció que tiene una "cierta" habilidad para pensar rápidamente, la cual lo lleva a edificar solos que van ganando rapidez. "Pero lo realmente difícil es tocar lento", admitió.
Su juventud estuvo claramente influida por el jazz. "A mi padre no le gustaban los deportes y sí los conciertos. A los doce años ya había escuchado varias veces a Miles Davis, también a Thelonious Monk, Duke Ellington, Jimmy Smith, Billy Taylor, Woody Herman y, claro, a Cannonbal Adderley, a quien le debo ser saxofonista", recordó Brecker, quien tuvo que esforzarse por poner en palabras cómo realiza subtonos de marcada profundidad, que dispara con la naturalidad de su virtuosismo.
Con Coltrane pasó del alto al tenor. "Sentí una enorme impresión al escucharlo en vivo. Es difícil reproducir lo que viví cuando estuvo delante de mi", dice este músico, que recorrió bastante el espinel estilístico y que acompañó a músicos pop y grabó algunos discos tan cercanos al rock como le fue posible. "Las verdades musicales no cambian con los estilos", dijo en tono de autoafirmación.
En un momento llegó a practicar casi 18 horas diarias. Nada es casual: hay que afirmar el talento.
Cerró la noche con "Naima", tema de McCoy Tyner que tocó él solo, en una verdadera muestra de buen gusto y profunda emocionalidad, por momentos levemente sofisticada. La frase encierra una enorme flexibilidad, que este talentoso músico aprovecha para anudar y desanudar la armonía. Se trata de muestras sutiles de lo que ejemplificó como tensión-resolución. Como un prestidigitador, Brecker puso al teatro en trance, en un estado casi hipnótico.





