Maggie Gyllenhaal, el encanto de la audacia
No solo es la hermana de Jake sino una de las mejores actrices de Hollywood; acaba de ser nominada al Oscar por Loco corazón; conocé su carrera y recorré la galería de fotos. Por Milagros Amondaray
Pasa algo raro con Maggie Gyllenhaal. Por un lado, tiene una imagen de niña dulce, la materia prima ideal para que Hollywood explote una nueva mujer bonita del cine. Sin embargo, hay otra Maggie, y acaso la que mejor rinde en pantalla, y es la del exponente exótico, entre desfachatado y carismático, que vimos en muchos de sus trabajos.
No todas las actrices quieren alcanzar el reconocimiento por interpretar a una sadomasoquista con tendencias suicidas. Pero ese fue el caso de Maggie. En La secretaria, esa anómala y brillante historia de amor de Steven Shainberg, Gyllenhaal interpretaba a Lee Holloway, una secretaria (duh!) a la que le gusta ser sometida por su jefe (quién mejor que James Spader para este papel). ¿Esa era una historia de amor? Sí. Y una de las mejores de los últimos años. Shainberg, como haría posteriormente con Fur: retrato de una pasión, se concentra en dos seres afines que, para gran parte del mundo, son "raritos", y los conecta justamente por esas peculiaridades que los vuelve atractivos.
Pero Maggie ya había debutado en las películas de papá Steven con su hermano Jake (Waterland, A Dangerous Woman, Homegrown) y había dicho la palabra justa en la cinta de culto de Richard Kelly Donnie Darko, donde protagonizaba unos imperdibles cruces con su hermano, pero no fue hasta esa atípica love story sado que la empezaron (y empezamos) a tomar en serio. Además, se trató de la película en la cual su veta desprejuiciada comenzaba a llevarse bien con la visión de un realizador inteligente. Esto volvería a suceder en numerosas oportunidades.
Mirá la galería de fotos:
Otra clase de chica indie
Está claro: Maggie no es indie como es indie Zooey Deschanel. Es acaso su versión más ruda y menos comercialmente vendible como girl next door. Por eso, el cine independiente la quiere en una faceta menos azucarada que la de Zooey. Por eso, formó parte de Casa de los Babys, la película de John Sayles y, por eso, no podía faltar en una de esas rarezas que se manda Don Roos, como fue el caso de Happy Endings. Sin embargo, si hay un papel que podría considerarse prototípico de ese exponente del que hablábamos más arriba, ése es el de Ana Pascal de Más extraño que la ficción.
Ana no era la mujer más hermosa que podía conquistar el corazón del atribulado y metódico Harold Crick (el gran gran gran Will Ferrell), pero había algo en ella que despertaba la atención del entorno. Una luminosidad particular, enrarecida, que Maggie siempre lleva consigo. Esa repostera de claras convicciones que regala galletitas y camina como si fuese a conquistar el mundo tampoco se diferenciaba demasiado del de esa feminista carefree Giselle Levy que había interpretado en La sonrisa de Mona Lisa, donde volvió a sobresalir en un cast enteramente femenino, al igual que en el film de Sayles. De todos esos personajes Maggie extrajo esas características que convergen todas en un solo lugar y bajo un solo adjetivo: única. Como la mujer que vendría después en su vida cinematográfica.
Maggie en Más extraño que la ficción:
La tempestad
Sherry Swanson. ¿Cómo describirla? ¿Por dónde empezar? La figura omnipresente de Sherrybaby de la cineasta Laurie Collyer es una ex convicta adicta a la heroína que quiere reencontrarse con su hija y empezar de cero pero, en el camino, va fallando de manera dolorosa. El dolor de Sherry lo refleja Maggie a través de esos ojos entre perdidos y confundidos, y otra vez con ese caminar intempestivo, pero que aquí se vuelve más errático. El pelo teñido, sucio, la ropa desprolija, su infructuosa necesidad de recomponer el presente, todo eso logra domar Gyllenhaal con una ferocidad y una tristeza que le valieron el merecido reconocimiento crítico (no así la nominación al Oscar, que vendría después). Su Sherry es la versión femenina de Randy de El luchador: dos personas a las que queremos ver triunfar en una segunda vuelta, pero cuyas propias debilidades los van llevando hacia otros territorios. Ambas películas, a su vez, tienen finales demoledores.
Ese loco loco corazón
Luego de formar parte de esa obra maestra indiscutida (El caballero de la noche) como una damisela en desgracia, Maggie volvió a las fuentes en Away We Go, esa pequeña pieza de sensibilidad de Sam Mendes. Allí, Maggie era LN (sí, LN, no Ellen), una hippie que no cree en cochecitos y cuya tendencia liberal choca con los ideales de Burt (John Krasinski) y Verona (Maya Rudolph). Otra vez, Gyllenhaal vuelve a mirar a los ojos con ese espíritu de fierecilla indomable y se lleva puesta toda una secuencia con la misma clase de corazón loco que tiene Bad Blake (Jeff Bridges) en la próxima película de su vida.
En Loco corazón - que se estrena en nuestras salas el próximo jueves) - Maggie es Jean Craddock, una periodista que intenta disecar a este músico country, un hasbeen de pasado pesado y mucha soledad. Por este papel, Maggie consiguió su nominación al Oscar (Jeff también), una cuenta pendiente de la Academia, de esas que va sellando edición tras edición. No es casual que la actriz vuelva a ser parte de una historia con ecos de El luchador, con ecos de esos personajes que fluctúan entre lo que quieren ser y lo que pueden, que nos penetran con intensidad y grandeza. Muchos de los roles de Maggie tuvieron bastante de eso.
Ella, rara avis, con su belleza particular, su andar arrollador y su mirada curiosa, siempre entra en escena y se asegura de que no la olvidemos cuando sale. Para fortuna del cinéfilo, eso no sucede nunca.
Mirá el Trailer de Loco corazón:
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