Carmen Linares: sangre flamenca
Carmen Linares acaba de conquistar el Premio Nacional de Música de España y disfruta de especial estima entre los argentinos consumidores de CD étnicos.
Sus grabaciones siempre tienen un cierto clima intelectual que las distingue con mucha nitidez de toda la producción dedicada al flamenco, algo que contribuyó a que en España se adueñara resueltamente de la franja de oyentes progres .
Un par de semanas atrás, la noticia del premio (que le fue otorgado "por su dedicación y aportaciones a un flamenco de alto contenido y calidad artística, con permanente actividad de amplios horizontes interpretativos") sorprendió a la cantante en una gira organizada por el Instituto Cervantes para actuar en Casablanca, Tánger, Tetuán y Rabat. Ahora, a poco de haber regresado, deberá atender el reclamo de su sello para hacer una nueva antología (la tercera en su catálogo, que ya supera la decena de discos en circulación) y preparar su próximo recital en público.
Lo cierto es que la audición de Carmen Linares revela mucho del estado de recuperación en que se encuentra la actual música popular española, porque esta andaluza nacida en Jaén aparece notoriamente comprometida con el replanteo ideológico de las músicas tradicionales, una corriente cada vez más potenciada por artistas europeos y con la que están fuertemente enredados varios compositores e intérpretes argentinos.
Como el canto también vuelve a ser importante por lo que se dice en él, Linares, con su voz de tendencia hacia el color oscuro, tonalidades ásperas, clarísima dicción y un manejo muy natural de las ambulantes afinaciones orientales, produce un seductor regreso a lo artesanal que, sin buscar la simetría ni la fácil rima musical, logra una imagen final de impecable redondez.
El oyente se ve atrapado por el magnetismo de los textos, que la cantaora rescata de los grandes poetas españoles del siglo XX: Antonio y Manuel Machado, Miguel Hernández, José Bergamín, Federico García Lorca y, recientemente, José Angel Valente.
Rescate con sentido
Estas distinguidas compañías que, manejadas por otros artistas, pueden conducir a productos afectados, en manos de Linares trascienden con inédita espontaneidad, siempre con un sostenido tono lírico, denso y tensionado, de comunicativa musicalidad. De sus dos CD más conocidos en la Argentina, uno de ellos, denominado "La luna en el río", está integrado por diez de los temas más populares del folklore español: fandangos, seguiriyas, tarantos, peteneras, malagueñas, romerías y bulerías, arropadas con coplas populares anónimas recogidas y adaptadas por la misma intérprete.
En su momento, este trabajo mereció el Grand Prix otorgado por la Nouvelle Academie du Disque de Francia.
Al enterarse, en Marruecos, de la distinción nacional que le había otorgado su país, Linares dijo que lo tomaba como "un reconocimiento al flamenco, en uno de sus mejores momentos, pero al margen de la moda".
Por venir de quien viene, esta frase fue comprendida en España no como un cumplido para salir del paso, sino como una afirmación del sentido que tienen los rescates de la cultura popular en medio de un tránsito musical creciente, cuyo riesgo más notorio es la pérdida de identidad.
La intención clara fue marcar la diferencia entre la actual moda del flamenco, sólo como un facsímil rítmico con injertos pintoresquistas y espectacular desenvoltura exterior, y el producto de naturaleza genuina.
Tras la historia
El otro disco de Carmen Linares, más conocido en la Argentina y ubicable en disquerías, es el que está integrado por canciones recogidas del cancionero español antiguo y armonizadas por Federico García Lorca: "Anda jaleo", "Romance pascual de los pelegrinitos", "En el Café de Chinitas", "La tarara", "Nana de Sevilla", "Las morillas de Jaén", los tangos de "Zorongo gitano", el "Romance de Don Boiso" y "El paño Moruno", armonizado en su tiempo por Manuel de Falla.
La ubicación historicista de Linares es aquí de indiscutible intención, porque este programa de canciones es el mismo que grabaron en un disco (con la etiqueta "La voz del amo" y en el viejo Madrid de 1931) la memorable Encarnación López, La Argentinita, con Federico García Lorca al piano y que luego, dos años después, hicieron en público con motivo de la conferencia pronunciada por Rafael Alberti sobre "La poesía popular en la lírica española".
Pocos años más tarde, la mayor parte de estas canciones serían tomadas por los republicanos y entonadas durante la Guerra Civil, algo que muchos españoles ya sexagenarios llevan entre sus más queridos y dolorosos recuerdos. Pero también vale la pena recordar que en mayo de 1996, en el Colón, con la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires dirigida por Rafael Frühbeck de Burgos, el reciente Premio Nacional de Música de España cantó "El amor brujo", de Manuel de Falla. Ahora, Carmen Linares tiene programada una nueva aparición en Madrid, con un recital dedicado al "cante jondo" en el Teatro de la Zarzuela, el primer sábado de febrero próximo.
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