
Diez años de Agarrate Catalina
La popular murga uruguaya repasa su década con cuadros y canciones de sus diferentes shows
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Después de todos los premios que ha obtenido Agarrate Catalina en el carnaval montevideano y de hacer inventario acerca de todos los lugares en los que se ha presentado fuera de Uruguay se podría pensar que se trata de una murga de varias décadas de existencia. Pero no es éste el caso. La Catalina cumple apenas diez años y, en Buenos Aires, lo festeja con el show de esta noche, en el Luna Park.
En realidad, no debe llamar la atención. Hoy, el género murga trasciende la instancia del carnaval de muchas maneras y por muchos motivos. Las agrupaciones de carnaval siguen naciendo en los barrios, pero crecen de otra manera, y con otros recursos. Y hay unas pocas que se mueven como compañías teatrales o bandas de rock. Desde la labor de camadas que surgieron de espacios como Murga Joven hasta el aporte de la hoy veterana Falta y Resto, que supo hacer camino con presentaciones durante todo el año, dentro y fuera de Uruguay, el terreno quedó allanado para expandirse. Quizás al momento de hacer repaso éstos sean algunos de los motivos del éxito de Agarrate Catalina, sumados a los buenos textos y canciones que presentan cada año y al talento individual y grupal que destilan cada vez que los murguistas suben a escena.
Con modestia, uno de sus integrantes, Yamandú Cardozo, director y uno de los letristas, dice que la Catalina usufructúa "lo que hicieron otros tipos que crearon el género". Pero lo cierto es que Cardozo, junto con otros de su generación -hoy de treintañeros-, moldeó el género a su estilo.
Esta murga participó en apenas ocho carnavales y en la mitad se quedó con el primer puesto de la competencia principal. "Evidentemente -apunta Yamandú- todo es una construcción apoyada en escalones que elegimos valorar. Reconocemos cada salto. Además, el género murga tiene cierta horizontalidad con la gente. Si gustaste, te dejan entrar."
Claro que también es cierto que el murguista ya no es el amateur bohemio del barrio, sino, en algunos casos, el profesional de una disciplina de carnaval que hoy recluta a expertos de otras artes escénicas. Hasta el contexto ha cambiado. El murguista hoy reconoce como un logro que, gracias a una legislación sobre cooperativas artísticas, estos músicos-actores que trabajan todo el año con sus espectáculos puedan tener obra social.
"Pero no dejamos de ser barriales en la concepción del espectáculo. Esto mismo por lo que la gente hace colas y agota entradas lo puede ver gratis en los barrios. Nos pasó que cantamos en la Sorbona de París y para la función siguiente vinimos a un merendero de un barrio popular y obrero de Montevideo como es Nuevo París."
Además, está el componente familiar, porque hay lazos de todo tipo dentro de la agrupación: hermanos, novios, hijos, yernos. "Tiene eso de circo criollo familiar", completa el murguista.
"El carnaval tiene esa mecánica que hace que las murgas enfrentemos el invierno como compañía estable de arte popular. Hemos dado la pelea a la modalidad un poco tirana que tiene el carnaval de obligarte a producir un espectáculo cada año y luego sepultarlo cuando aún no caducó. Por eso las giras durante el invierno te permiten crecer."
Lo que se verá en el Luna Park es un espectáculo similar al que la Catalina ofreció en el Teatro Solís de Montevideo. Habrá, sin dudas, algunas adaptaciones para el público local. Y quizá se vuelvan a escuchar canciones como la que la murga le dedicó al conflicto por las papeleras.
"Cuando nosotros hicimos el primero de nuestros carnavales, Falta y Resto estaba llegando al Luna Park. No era ése nuestro objetivo. Porque la verdad es que el sueño de todo niño es ser el 10 de la selección, pero ese lugar lo tiene Forlán y no creo que el técnico se fije en el resto. Aunque también creo que si en el 2001 te decía que el presidente de mi país iba a ser fan de la Catalina no me lo ibas a creer. La sensación que me da a veces es que somos como Forrest Gump."
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