El arte de John Cage
"La utilidad de lo útil es una buena noticia para los artistas, pues el arte no sirve a ningún propósito material, sino al cambio de mentes y espíritus." Da cierto alivio, en tiempos de aparente paralización, reencontrarse con algunos conceptos de John Cage, uno de los compositores que revolucionaron la música del siglo XX, y asumió el desafío de incorporar a sus obras el ruido, la poesía y la filosofía (y que influyó sobre buena parte de los músicos que entendieron el rock como experimentación).
Es bueno, además, reencontrarlo en estos días, cuando parece que no puede esperarse más que las noticias económicas sobre la liberación del corralito, el cacerolazo o aquellos movimientos de la gente que reclama un presente mejor, y creer ingenuamente que una sociedad mejor se construye sólo desde el Ministerio de Economía. Es bueno suponer que, mientras tanto, algo se gesta en el trabajo de un artista. Algo que, tal vez, no tenga la practicidad de un billete, pero que sí pueda llevar al individuo a un estadio que exija otras practicidades.
Si se acepta (entre todas las imposibilidades de definirlo) que el arte mejora la vida de las personas, se puede pensar un nuevo movimiento, siempre, hacia un lugar mejor. Una posibilidad de avanzar en otras direcciones, con otros intereses y necesidades. Y no se trata sólo de "entretener". Aunque sea indispensable, sobre todo cuando la cabeza está invadida por la necesidad de resolver problemas inmediatos.
Lo importante es la acción. "Actividad, no comunicación", afirma el compositor. La certeza está en el trabajo del artista. Una certeza que se apoya en el trabajo más que en la meta, en el proceso más que en el resultado.
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Sólo el trabajo hace al artista, y entonces surge la duda: ¿puede una obra catalogarse de buena o mala? ¿O es sólo utilitarismo o necesidad de tomar partido ante las cosas? El propio Cage (defensor del "ruido" como música) cita a un filósofo (según él, desconocido) que al parecer reflexionó sobre el caso: "¿cómo puede haber mala música? Si algo malo hay en ella, soy yo quien lo ha puesto, mis implicaciones y limitaciones".
Por eso hoy, más que nunca, es bueno saber que algo se está gestando. En este momento, alguien busca expresarse bellamente. Puede ser a través de una canción, un poema o un óleo. Incluso hasta de una forma inesperada. Es más: puede tener éxito o no. Puede venderse o no. Puede aparecer en la TV o no. Pero existe la posibilidad cierta de que así suceda. Y en ese acto de creación está lo mejor. Cage reclamaba: "Ninguna certeza ante el futuro". Y hablaba, en su caso, del futuro de la música como de cualquier búsqueda artística. Sin categorías, sin organización, sin subtítulos.
Por eso, si le damos al arte esa posibilidad de mejorar la vida de los individuos (esos mismos individuos que conforman una sociedad), se puede tener la esperanza de un presente mejor. Un mirar más allá del corralito en el que nos situemos para ver el presente.
"Cuando el mundo tira para abajo, es mejor no estar atado a nada", canta Charly García. Desconfiar de una realidad tan concreta puede ser una posibilidad cierta de encontrar la belleza. Y termina Cage: "Con frecuencia, la gente me pregunta cuál es mi definición de música. Mi respuesta es: trabajo. Esta es mi conclusión".
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