Junto a Chancha Vía Circuito, el célebre acordeonista revisita su repertorio iniciático a través del lenguaje de la música electrónica
Hace exactamente veinte años, el Chango Spasiuk editaba Polcas de mi tierra, una obra en la que se proponía viajar al kilómetro cero de su formación musical para reversionar las canciones tradicionales de Ucrania que le había enseñado su padre, hijo de inmigrantes, cuando apenas empezaba a tocar el acordeón. Fue un trabajo de investigación de cinco años, en el que no sólo volvió a sumergirse en ese repertorio iniciático, sino también a construir un relato documental de toda una comunidad que estaba cumpliendo cien años en Argentina, incluyendo voces de su madre, su tío, vecinos y campesinos. "Quería hacer un disco con todo lo que me había enseñado mi padre", dice Spasiuk a la distancia. "Pero terminó siendo un relevamiento de cien años de una música que se volvió parte del folklore de la región."
Ahora, el Chango volvió a fijar su pulso creativo sobre aquel repertorio. Su plan: lograr una lectura actual de esas polcas tradicionales a través del lenguaje de la electrónica. Para eso, se asoció con Pedro Canale, también conocido como Chancha Vía Circuito, con quien terminó conformando su flamante proyecto titulado Pino Europeo. "Mi idea era correrme absolutamente de las polcas tradicionales de agricultores, de gente que no tiene aparentemente ningún glamour, para abordarlo a través de la música electrónica, que es una música que nunca se había detenido ahí, al menos hasta ahora", dice Spasiuk. "Me preguntaba: qué lindo sería probar y ver hasta dónde se puede llegar con esto, no para hacer un mamarracho sino para intentar hacer música con nuevas tecnologías y resignificar todo ese mundo sonoro. Pero para eso tenía que trabajar con alguien que tuviera la sensibilidad para hacerlo."
El choque de universos entre Spasiuk y Canale -uno como referente emblema del chamamé nacional, y otro pionero en la arremetida de la cumbia digital-, automáticamente hizo combustión dentro de la sala de ensayo, cuando empezaron a deconstruir aquellas canciones para dotarlas de nuevas estructuras, ritmos y texturas. "Su llamado fue una sorpresa muy linda. Hay pocos que llegan a niveles tan profundos de sensibilidad musical, y siempre me pareció que el Chango era uno de ellos", dice Pedro. "La propuesta me re gustó, porque no había trabajado antes con este tipo de repertorio. Era para mí un desafío muy nuevo que implicaba salirme de mi zona de confort. Y musicalmente nos dimos cuenta de que nos entendíamos súper bien."
Hasta el momento Pino Europeo viene extendiendo un trabajo de laboratorio, en medio de sus agarrotadas agendas, para darle forma a su primer disco que irán publicando de a simples (en Spotify ya está disponible el primer track, "Distancia"), y que estará listo en la segunda mitad del año. Mientras tanto, el próximo 27 de abril darán su segundo show en Niceto, después del debut de diciembre pasado, en una formación que además del bandoneón de Spasiuk y las máquinas de Canale, tendrá percusiones, violín, chelo y coristas. "En un principio pensamos que todo esto iba a ser más power, muy arriba, pero nos dimos cuenta de que las canciones, por más que las toquemos al tacazo, tienen un costado muy melancólico, emotivo", dice el Chango. "Son melodías que te disparan hacia otros lugares."
Spasiuk quería resignificar sus viejos temas con la ayuda de nuevas tecnologías. "Pero para eso tenía que trabajar con alguien que tuviera la sensibilidad de hacerlo", dice, elogiando a Chancha Vía Circuito.
¿Cuán difícil fue intentar no falsear la esencia de estas piezas con tanta historia y tradición?
Chango: Uno por un lado les tiene mucho respeto y piensa que hay que tratarlas con cuidado; mi vida entera ha pasado por tratar con cuidado la tradición. Pero si vos te ponés en el contexto de los inmigrantes, son personas que dejaron todo atrás, que empezaron de cero, vinieron desde un diciembre con un metro de nieve a un diciembre con 45 grados, con una capacidad de adaptación, de seguir y fusionarse a un nuevo espacio. Era gente que estaba viva y abierta al cambio. Ahí te das cuenta de que eso está muy relacionado con esto que estamos haciendo, porque es una herramienta que otra vez resignifica algo desde un lugar de mucho respeto, aunque no tiene una mirada ceremonial.
Cómo artistas, ¿qué encontraron que tienen en común?
Pedro: Creo que tiene que ver con la melancolía... Siento que nos toca la misma fibra la cuestión romántica, emocional, fuerte. Cuando hay melodías que uno sabe que están expresando algo muy humano y muy emocional, ahí respondemos ambos. Y también nos gusta mucho el bicherío, las texturas del campo.
Chango: Es cierto lo que dice Pedro, porque pareciera que el mundo espiritual o emocional, de la música no solamente como entretenimiento sino como una herramienta de introspección, de reflexión colectiva, no se encuentra en la música electrónica. Y a mí Pedro me ha demostrado todo lo contrario: que su búsqueda está exactamente en esa dirección, solamente que con otras herramientas. Entonces, tenés ganas de tocar, que la gente baile, que la gente se divierta, querés vender discos, queremos cortar tickets. Pero en el fondo nos damos cuenta de que en esta construcción, las cosas que realmente son importantes son otras. No es solamente entretenimiento, hay algo más. Estamos acostumbrados a que en el mercado circulen un montón de músicas con esas tecnologías y que estén vacías de ese tipo de contenido, pero evidentemente uno no puede generalizar tanto y creer que toda la gente de ese mundo no tiene otros intereses.
Chango, ¿sentís cierta reticencia a este tipo de experimentación en la tradición de la música que tocás desde hace tanto tiempo?
Chango: Siempre hay reticencia, por eso siento que es un desafío. Por ahí a lo mejor Pedro no carga con esa mochila en sus espaldas, con la que cargo yo, que sí nací en una tradición y sí hay una mirada encima. Pero me siento muy cómodo con lo que estamos haciendo. Siento que es una muestra más de mi amor por la tradición.
Pedro: El Chango ya es un lobo viejo que le tiraron tantas balas que ya le rebotan. [Risas].
¿Y qué planes tienen para este proyecto? ¿Es el experimento de un disco?
Pedro: Los dos le estamos poniendo muchas fichas al disco, para que quede lindo. De cara a este año queremos hacer todos los shows que podamos, porque tanto el Chango como yo tenemos bastante movida cada uno por su lado. Pero en el 2019 estaría buenísimo empezar a girar.
Chango: Evidentemente tenemos un montón de proyectos, pero estos conciertos y canciones están de alguna manera terminando de definir una estructura. Después, una vez que terminemos de encontrarle la dinámica total a esto, lo que venga. Es un punto de partida. Cuando terminemos el disco, no es cerrar algo sino recién abrir una puerta y decir: ¿qué puede venir? Para mí Pino Europeo es un lugar de experimentación, donde puede entrar todo lo que sea; la búsqueda de correrme de mi lugar de confort todo lo que pueda como desafío. Es lindo poder tener un espacio creativo así. Aunque en los últimos años he levantado la bandera del sonido acústico con todas mis fuerzas, sería un imbécil si no me sentara a trabajar con un tipo como Pedro, para ver qué cosas podríamos proyectar juntos como artistas, como músicos. Uno siempre sale enriquecido de intentar esas cosas.
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