El gran regreso de Chrissie Hynde con Pretenders
"Hate For Sale", lo ha dicho Chrissie Hynde, es un homenaje a The Damned, banda pionera del punk inglés. Pero también, lo decimos aquí, funciona perfectamente como declaración de principios de una artista cuyo temperamento siempre fue intenso. La canción fue publicada como single hace unos días, con un arranque en falso que podría haberse borrado en la edición final pero se mantuvo adrede, para dar una señal bien explícita: Pretenders ingresa a su etapa de madurez con el espíritu de siempre, el de la banda que preserva el sonido sucio, filoso y desprolijo que caracterizó a la época en la que apareció en escena, cuando Sex Pistols, The Clash y compañía patearon el tablero del rock con su música salvaje y provocativa.
Tanto esa canción, que es un dardo dirigido directamente al negocio de la música, como otras dos de las cinco de Did'nt Want To Be This Lonely (la que le da título al EP y "Turf Accountant Daddy") muestran la faceta más áspera de un grupo que supo cómo tender, con elegancia y energía, un puente entre el punk, la new wave y el Top 40.
El plan 2020 de Pretenders -banda que, además de Hynde, hoy integran James Walbourne (guitarrista y ahora mismo socio fundamental que antes trabajó con Jerry Lee Lewis y Dave Gahan), Nick Wilkinson (bajo) y Martin Chambers (batería y el otro miembro original que ha sobrevivido junto con la compositora, guitarrista y cantante de Akron, Ohio)- era editar un LP a mediados de julio. Pero la cuarentena motivó un pequeño cambio, reflejado en en este EP cuyo repertorio es apenas la mitad de un disco que también va a llamarse Hate for Sale y estará circulando completo más cerca del fin del mes que viene.
Mujer decidida y sin pelos en la lengua, Hynde nunca ha ahorrado críticas para la industria musical y se presenta ahora como una guerrera de la vieja escuela, una artista que creció escuchando a los Kinks, los Stones y los Beatles, que de muy joven se animó a mudarse sola a Inglaterra, donde conoció al reputado crítico Nick Kent, se puso de novia con él y empezó a colaborar como periodista, y a mostrarle al mundo su agudeza, en el New Musical Express. Con apenas 20 años, Chrissie no ahorraba comentarios ácidos en sus reseñas y, al mismo tiempo, buscaba forjar su camino en el rock acercándose al día a día de bandas como The Damned, The Clash y The Moors Murderers, un proyecto en el que estaba involucrado Steve Strange, futuro integrante de Visage.
Hasta que finalmente armó su grupo y llamó la atención muy rápido con un cover de "Stop Your Sobbing", canción de Ray Davies (el líder de los Kinks y su pareja hasta 1984) que produjo otro gran músico inglés, Nick Lowe. El debut de Pretenders (editado por el sello Sire en 1980) fue inmejorable: sonaba consistente, combinaba muy bien agresividad y calidez y estaba cargado melodías adhesivas ("Brass in Pocket", "Kid", "Precious"). Tanto Melody Maker como Rolling Stone lo recibieron con elogios encendidos. Pero muy pronto la banda sufrió dos bajas que hicieron temblar sus cimientos: en junio del '83 ya habían muerto por abusos en el consumo de drogas el guitarrista James Honeyman-Scott y el bajista Pete Farndon. Fue la gran personalidad de Hynde la que empujó el rediseño del proyecto con la lucidez suficiente como para vivir tres afiebrados años de gloria a caballo de hits que sonaron en las radios de todo el mundo: "Back on the Chain Gang", "Middle of the Road" y "Don't Get Me Wrong".
A fines de los 80, después de un tour internacional en el que se sumó como invitado estelar Johnny Marr (The Smiths), Pretenders entró de nuevo en una fuerte crisis interna. Y ya en los 90 se transformó en una marca, el vehículo en el cual Hynde se montó para darle cauce a sus composiciones sin interferencias, respondiendo exclusivamente a sus ideas, firmes y reticentes a las sugerencias ajenas.
El temperamento de la cantante siempre determinó el destino de la carrera del grupo. Queda claro en Reckless, la autobiografía que publicó hace cuatro años, donde cuenta sus roces con la prensa, despotrica contra el alcohol y las drogas, reconstruye con dolor pero sin tapujos una violación que sufrió cuando era adolescente y ofrece un buen panorama de la dinámica de un proyecto que debió sortear demasiadas curvas en su ruta hacia el éxito. Y se notó también varias veces en los conciertos: Hynde fue capaz de parar todo en el medio de una canción para pedirle a su público, con poca amabilidad, que deje de sacarle fotos. "¡Tienen que aprender a odiarme, yo misma me odio!, vociferó en uno de los shows de una gira europea de 2017, cuando Pretenders estaba presentando Alone, un disco de clima pesado y viscoso producido por Dan Auerbach (The Black Keys). Dos años más tarde estaría girando otra vez por el mundo en un tour para nostálgicos en el que su banda unió fuerzas con Fleetwood Mac.
Hoy, al borde de los 70 años (cumplirá 69 en septiembre), Hynde dice presente de nuevo y solo modera su furia en "You Can't Hurt a Fool", una balada con tintes de blues que es el momento más manso de un EP producido por un experto (Stephen Street, fogueado con The Smiths, The Cranberries y Blur) y cuyo ímpetu opera como recordatorio de una educación artística y sentimental forjada al calor del punk. Manso hasta ahí, obviamente, tratándose de quien se trata: bajo la superficie dulce de esa preciosa canción que habla otra vez de establecer reglas propias hay puro veneno.
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