
Identidad: las voces femeninas impulsan la vigencia de los standards
"Entre Carmen McRae y Dianne Reeves pasaron 50 años de standards; el lenguaje sigue vivo por la renovación", dice Julia Moscardini, que acaba de publicar el notable CD Stablemates


Por standard de jazz se entiende a ese repertorio de principios del siglo pasado, o especialmente desde las décadas del 20 y del 30, hasta los años sesenta, incluidos en el Great American Songbook.
Pero como todo lenguaje vivo y vigente, el repertorio se amplía con el paso de los años. En las décadas siguientes sumó canciones de otros estilos. Como standards también se podía considerar a esas obras de otros géneros que eran adoptadas por el mundillo jazzístico y circulaba con la misma frecuencia que otros clásicos del songbook tradicional.
De hecho existe, desde hace algunas décadas, otra instancia que es interpretar temas clásicos del rock, el pop o el reggae, a la manera de los standards del jazz, o de ese jazz que suena bien en los pasillos de los hoteles. Pero volvamos al repertorio clásico y a esa vigencia que nunca pierde gracias a que los músicos de las nuevas generaciones los siguen tocando y las cantantes, que tienen buena parte de la responsabilidad en este fenómeno, los siguen interpretando.
Los discos de Julia Moscardini (Stablemates) y de Ludmila Fernández (Blosson In Swing), publicados este año, son una prueba muy fiel de esa decisión estética de abordar los standards del jazz desde una pasión muy actual, y con herramientas del siglo XXI, aunque el lenguaje del standards siga siendo respetado y conservado en sus códigos más esenciales.
"Round Midnight", "All Of Me", "I Got the Rhythm", "Body and soul", "Georgia On My Mind", "Saint Louis's Blues", son algunos títulos inapelables del blues, las baladas o el jazz instrumental.
Sin entrar en comparaciones (ni escalafones), con el paso de los años el legado de Sarah Vaugham, Ella Fitzgerald, Billie Holyday o Carmen McRae fue haciendo cambios de postas. Y como el jazz se transformó en un lenguaje universal se asentó en distintos países. De hecho, en la Argentina cuenta con una especie de tradición sostenida hoy no solo por discos como los de Julia Moscardini o Ludmila Fernández.

En cada escenario que vaya a tener cantantes como Delfina Oliver, Barbie Martinez o Grace Cosceri (solo unos pocos muy buenos ejemplos, entre muchos otros que existen) siempre habrá algún standard dando vueltas.
De hecho, en su disco Nude, la cantante y actriz Inés Estevez grabó títulos como "Learning The Blues" y "I'm Putting All My Eggs In One Basket".
Ligia Piro, que publicó el año pasado un disco llamado Love y, sin duda, se nutre de canciones de amor, tiene hits del jazz ("I'm Beginning To See The Light", "Fly Me To The Moon" y la balada "My One And Only Love", entre otros).
Ligia no aborda standards desde la concepción de cantante de jazz. Así lo manifestó en una entrevista con LA NACION, el último año, a popósito del lanzamiento de su CD.
"Love es un disco de canciones de amor. Es jazzero, pero también con cosas que no son del jazz. Y sí, finalmente, es lo que más me llama -explicó cuando se le preguntó sobre su retorno al jazz, luego de un álbum más folclórico-. Es cierto que con Las flores buenas me había corrido hacia otro estilo. De todos modos, no me considero 'una cantante de jazz'. Es lo que me acompañó mucho tiempo, es la música con la que me di a conocer, pero hace bastante que me veo más como una intérprete. Un álbum, en general, es algo más conceptual, pero cuando armo un espectáculo, paso por varios lugares; por supuesto que por el jazz, pero también por la música en castellano, y eso tiene distintas aristas, folclore, bolero, algún infantil".
Recientemente, Luciana De Rissio, una de las voces que pasó por el programa televisivo de talentos Elegidos, publicó un disco en el que no ofrece la variedad de los repertorios que suelen escucharse en esos programas, sino un álbum jazzy, donde, además del toque lounge que tienen temas de Sting o Bob Marley, despunta el vicio con los clásicos "Round Midnight" y "My Funny Valentine".
Puro jazz
El presente de Ludmila Fernández es bien jazzero. Su disco Blosson In Swing es la mayor prueba. "En estos años volví a conectarme bien con las raíces, a sentir el placer de tener libertad en el espacio del standard. Lo expresivo, la improvisación, el arte de contar la historia -dice-. Años atrás, sumergida en la creatividad de algunos de mis colegas me entusiasmé con ritmos latinoamericanos y de fusión, combinados con los elementos del jazz. Incluso el ritmo ternario de folclore. Aunque nunca abandoné el jazz ni la música de Brasil", aclara.
Pero el viejo amor pudo más. Así lo define hoy la cantante: "Después de la exploración volví a la fuerza del primer amor -dice y se ríe-. Además, la escena local empezó a hacer ebullición. Una nueva generación reinterpretando standards con nuevos sonidos. Apareció gente con mucha formación. Me sentí incentivada a conectarme con colegas más jóvenes que hacen cosas muy lindas. Los standards son espacios infinitos en sí. En los Estados Unidos hay una nueva generación que sigue haciendo cosas maravillosas con los standards".

En su nuevo CD Ludmila interpreta standars de distintas épocas: de Cole Porter ("What Is This Thing Called Love?") a Charlie Parker ("Anthropology") y Dizzie Gillespie ("A Night In Tunisia"). Pero también se animó con música propia, en inglés y con lenguaje jazzístico. El 4 de julio se la podrá escuchar en vivo en Gipsy Social Club, Humberto 1º 471.
Historia y presente
Julia Moscardini eligió el jazz como su forma de expresión actual. "Se" eligió, a los 30, como cantante de jazz. Claro que esto no fue de un día para el otro, sino un proceso que tuvo tanto que ver con la afinidad y la pasión como con el estudio. Si hubiera que ponerle nombre a todo eso quizás haya que llamarlo Stablemates, su excelente primer disco en solitario, donde aborda standards.
"Entre Carmen McRae, Betty Carter y Dianne Reeves, que es anterior a mi generación, pasaron más de 50 años y, sin embargo, el lenguaje sigue vivo por la renovación en el abordaje, la interpretación, los arreglos y las propuestas estéticas", dice la cantante, que volverá al repertorio de Stablemates el 27 de junio, en el club de jazz Bebop, Moreno 364, junto a su banda.
"Me parece que hoy en día el songbook está ampliado, aunque el abordaje de canciones tiene más que ver con una cuestión de afinidad expresiva. El lenguaje de los standards más tradicionales no tiene solo que ver con el año en que fueron creados y por qué compositor, sino con formas armónicas, con tipos de melodías. Las composiciones más modernas suenan a otra cosa, aunque no se alejen tanto". De ahí que Julia eligiera tanto temas de Duke Ellington como uno de Don Cherry, de la década del noventa. "Este género te propone tomártelo con historia y presente. Que cada interpretación, en el momento que sea, suene auténtica. El desafío de hacer sonar tuyo algo que es de hace cien años. Eso es lo que más me ata al género".