John McLaughlin: la vida contada a partir de los conciertos que dio en el Festival de Jazz de Montreux
El prestigioso guitarrista estrenó un nuevo álbum en el que compila buena parte de sus actuaciones en el prestigioso festival de Suiza
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Artista: John McLaughlin. Álbum: John McLaughlin: The Montreux Years. Temas: Radio Activity, Nostalgia, Acid Jazz, David, Sing Me Softly of the Blues, Florianopolis, El Hombre Que Sabía. Edición: BMG. Nuestra opinión: muy bueno.
Dime cómo hablas y te diré que edad tienes. Más allá del gran canon que representa un idioma en si mismo, con todo su léxico, hay formas que refieren a determinados lugares y épocas. Lo mismo sucede con la música, más allá de que cada género musical tenga un léxico propio, las maneras cambian según los lugares, las épocas y, por supuesto, sus intérpretes. El nuevo (aunque no tan nuevo) álbum del guitarrista John McLaughlin es una buena prueba de esto. A sus 80 años cumplidos en enero pasado, presenta este disco que llegó como una propuesta del sello BMG. El guitarrista sacó cuentas y descubrió que en 1971 fue la primera vez que se había presentado en el festival de Montreux, uno de los escenarios jazzísiticos (y de otras músicas) más prestigiosos del mundo. Pasaron cincuenta años. Como hay diversos registros de sus presentaciones allí, decidió hacer una selección de grabaciones que corresponde a conciertos ofrecidos entre 1978 y 2016. Así nació John McLaughlin: The Montreux Years.
Si bien lo central de este repertorio captura registros de las décadas del ochenta y del noventa, el espíritu de ese jazz rock que McLaughlin ayudó a forjar en la década del setenta está absolutamente presente. Se percibe en el modo de tocar (esa manera de “hablar” que corresponde a una época), en la vitalidad de que sean temas tocados en vivo, frente al público, y en esos rasgos distintivos de una generación de músicos que tuvo como uno de sus horizontes posibles el virtuosismo, la construcción vertiginosa de los senderos rítmicos y melódicos y el carácter expansivo de las performances solistas.
En la tercera década del siglo XX, este material llega como una decodificación de aquellos años de virtuosismo para audiencias que elegían la parte intelectual del universo de la música popular, sin caer en guetos demasiado cerrados. Se podrá escuchar a la Mahavishnu Orchestra (grupo que McLaughlin fundó), en su segunda etapa, la de los años ochenta, aliada a nuevas sonoridades de ese tiempo, en temas como “Nostalgia”, pero también con la impronta setentista que suena en “Radio Activity” y que el guitarrista, de manera muy acertada, eligió para abrir el álbum.
Por supuesto que ninguna de las versiones de los temas dura menos de siete minutos. Incluso hay algunas que superan los 13. Pura destreza, potencia y precisión (el progresivo “Friendship”, con The One Truth Band es el ejemplo perfecto). Pero también momentos más introspectivos que tuvieron algunas de sus actuaciones de Montreux (”Sing Me Softly of The Blues”), y piezas como “Acid jazz”, que pueden ser una de estas experiencias de montaña rusa a la que nos tuvo acostumbrado el señor McLaughlin. El tono climático del comienzo, el pulso rockero central, los entramados rítmicos de la escuela progresiva y las fusas de sus cuerdas primeras que declaran pirotécnicas melodías.
Si bien el recorrido no es cronológico, parece haber una intención de marcar un discurso que se fue ampliando con el paso de los años. Por eso no debe ser casual que entre los primeros temas se encuentren registros de 1978 y para el final haya reservado un track de 2016. El cierre es la versión de “El hombre que sabía”, y está dedicado a su amigo y viejo compañero de aventuras, Paco de Lucía. El gran artista del flamenco había fallecido dos años antes, en 2014.
Paco también es parte del disco. Juntos tocaron en Montreux, en 1987. De aquella actuación el dueño de este disco rescató una versión del tema “David”, donde, en la mayor parte de la faena guitarrística, le cede los honores del protagonismo a su socio andaluz. También hay un furioso entrevero que los dos ensayan sobre el tema “Florianópolis” (probablemente la más lograda de estas dos versiones). En el resto del álbum McLaughlin es un líder que sabe ser figura y repartir el juego con los demás músicos.
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