Música de calidad en flauta y guitarra
Recital de Claudio Barile (flauta) y Víctor Valladangos (guitarra). Programa: Gran sonata Op. 85, de Mauro Giuliani; Sonatina Op. 205, de Mario Castelnouvo-Tedesco; Estudios tanguísticos N° 4 y 1, para flauta sola, "Adiós Nonino", "Libertango" e Historia del tango, de Astor Piazzolla. Ciclo "Concierto en el Alvear Palace Hotel."
Nuestra opinión: muy bueno.
Fue un concierto de cámara atractivo, no sólo por el nivel artístico del programa sino también por la calidad de los instrumentistas y la elegancia del auditorio, uno de los salones del Alvear, felizmente destinado a la música.
En primer término, el flautista Claudio Barile y el guitarrista Víctor Villadangos, ambos de distinguidas carreras en el país y en el exterior, ofrecieron una de las sonatas para flauta y guitarra del italiano Mauro Giuliani (1781-1829), quizás uno de los compositores italiano más fecundos de la época en la creación de música para la guitarra, instrumento en el que fue virtuoso, apreciado en Viena. En esa ciudad residió por mucho tiempo, recibiendo la estima de Haydn, Beethoven, miembros de la corte y personalidades de la vida cultural y social de Austria.
Luego, abordaron la Sonatina Op. 205, de Mario Castelnuovo-Tedesco (1895-1968), un músico de fuste, italiano, alumno de Ildebrando Pizzetti, emigrante en Estados Unidos, donde se destacó como compositor de los más diversos géneros musicales, obras para piano y guitarra, canciones, musicalización de textos de Shakespeare, óperas, oratorios y música para el cine. Además fue un destacado docente en el Conservatorio de Música de Los Angeles.
Por último, en una extensa y rica sucesión de temas, se escuchó una jerarquizada muestra de la creación musical de Astor Piazzolla, desde paginas para flauta y guitarra solas hasta una impecable cumbre original para guitarra y flauta, la "Histoire du tango", de 1985, con sus movimientos "Bordel", "Café", "Night club" y "Concert d´aujourd hui", tan cargados de la atmósfera porteña entremezclada con una cierta visión tanguera a la europea. Lo mismo ocurre en otras de sus composiciones, por ejemplo en el concierto para bandoneón y guitarra, que Piazzolla compuso en homenaje a la ciudad de Liege, estrenado el mismo año con la dirección de Leo Brouwer en el Festival Internacional de Guitarra de Bélgica.
Para este ramillete de obras el flautista Claudio Barile, de seductor sonido y buen fraseo musical, y el guitarrista Víctor Villadangos, de clarísima articulación y aplomado discurso, exhibieron las bondades de una actitud de mutuo respeto, en la que estuvo ausente la pretensión de un solista por sobre el otro, sino que se aunaron en un consustanciado y equilibrado dúo, no solo técnico-musical sino también espiritual. Esta es la causa principal e indispensable del acertado criterio estilístico con que encuadraron cada una de las composiciones.
El público retribuyó el grato momento con un cálido y sostenido aplauso que, seguramente, se repetirá al final de las próximas funciones anunciadas.
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