
Tanguerías sólo para porteños
Hay excelentes locales de tango para turistas, caros y muy tradicionalistas; ahora nuestros aficionados recuperan posiciones
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En los últimos años, los espacios tangueros estaban dirigidos exclusivamente a los turistas, con precios prohibitivos para los aficionados locales. El surgimiento de las noches de tango en Gandhi y de otros refugios para el género -bares de principios de siglo, como el boliche de Roberto; lugares menos ortodoxos, como La Fábrica, o centros culturales con orquestas en vivo, como el Torquato Tasso- recupera la mística de las antiguas tanguerías para los porteños.
"El tango ha caído desde hace muchos años en una crisis de discusión y creación, pero como tiene tal fondo de cocción siempre puede más que sus crisis. En estos últimos diez años, de la mano del baile, como lo había logrado en 1937 con D´Arienzo. De esa misma manera está encontrando un lugar de desarrollo para músicos y bailarines. Y está siendo escuchado. Nosotros partimos de la base de que hay gente en el tango que sabe hacer las cosas bien y las hace con respeto y calidad. Lo que no tiene son lugares", dice Elvio Vitali, dueño del multiespacio Gandhi, donde funcionan una librería, una disquería, un bar cultural y un teatro para 200 personas, que ahora busca posicionarse como el centro tanguero por excelencia, por su privilegiada ubicación en una de las esquinas más porteñas de la ciudad: Corrientes y Callao.
"El tango ha quedado como cautivo del turismo en lugares en los que hasta se presentan caballos en el escenario. No está ese espíritu místico de Caño 14, el semillero donde estaban los maestros y los pibes que iban a probarse -dice Alvaro Rufiner, uno de los programadores de estas noches tangueras en Gandhi-. Eso desapareció como concepto. Está el concepto del show y no el de la transferencia cultural. Aquí se intenta rescatar ese diálogo generacional, donde todos tienen algo para decir. Pero no es "La cumparsita" el leitmotiv."
La idea madre es una continuidad de aquellas madrugadas en el viejo Gandhi, frente al Teatro San Martín, donde creció la figura de ese cantor inolvidable llamado Luis Cardei y donde apareció la joven voz de Lidia Borda. Según los mentores de este espacio, se trata de construir un lugar de encuentro permanente para músicos, bailarines y aficionados deseosos de escuchar otros repertorios.
"Hay una frase de Pugliese que dice: no hay una ciudad que genera una música, sino una música que genera una ciudad. Del mismo modo, pienso que hay tangos que buscan lugares. De lo que se tratará es de escaparle al repertorio obvio que casi todos los cantantes y músicos se ven obligados a hacer porque creen que ésa es la demanda", apunta Vitali, conocedor y buen bailarín.
La demanda seguramente será del público ante lo que es una programación semanal envidiable y de enorme calidad musical, que arranca los lunes, con danza, y sigue los jueves, viernes, sábados y domingos, con nombres como Néstor Marconi, la dupla Salgán-De Lío, Ramiro Gallo Quinteto, Vale 4, Lidia Borda y El Arranque, entre otros. "La tarea de los viejos, los que conocieron la época de gloria, es empujar y ayudar a los jóvenes que tienen talento. La programación trata de reunir esa calidad joven con los consagrados. Eso tiene que tener una respuesta similar en el público. De hecho pasa con El Arranque: todos los sábados está lleno, es nada más que un problema de constancia. Si hay constancia, Corrientes se va a volver a llenar de lugares donde haya propuestas tangueras."
Por ahora, el circuito tanguero esta desplazado del centro y el sueño de Vitali quizá tarde en cumplirse. Pero alcanza con examinar puntillosamente la topografía capitalina para encontrar tanguerías auténticas . En un relevamiento caprichoso aparecen teatros, café concert, centros culturales, cantinas y diferentes espacios en barrios tangueros como Boedo, Almagro, Abasto o Villa Urquiza, que responden al gusto del aficionado tradicional, a los iniciados que buscan placeres nuevos y a los que están abiertos a propuestas alternativas.
Tres esquinas
Las cantinas y cafés siempre fueron el refugio de glorias pasadas o cantores olvidados que intentan aggiornarse.
En simbólicas esquinas aparecen Recuerdos (ex esquina Osvaldo Pugliese, en Castro Barros y Boedo) con cantores tradicionales como Roberto "Tatín" Ayala, "Arturito", en San Luis y Boulogne sur Mer, con voces nuevas y un ambiente familiar, o la histórica Esquina Homero Manzi, totalmente remodelada, que el 26 festeja un año de su reapertura,
Locales como el de San Juan y Boedo convocan a un público porteño. "Es para la gente de acá y está hecho con el estilo de nosotros -señala Eulogio Pérez, dueño del local-. Rescatamos una esquina símbolo con la esencia del lugar, de hace treinta o cuarenta años. Hay muchas cosas de aquella época, inclusive una vitrina con todos los recuerdos de Manzi, que acercó su hijo Acho. Funciona como un bar común, está abierto desde las seis de la mañana y no cobramos derecho de espectáculo."
El bar funciona con números musicales durante toda la semana, con un promedio por persona que no supera los 20 pesos. Los domingos al mediodía actúan el bandoneonista Ernesto Baffa y Tito Reyes (cantor de la orquesta de Pugliese). También se destacan los ciclos de la cantante Julia Zenko, los viernes por la noche, y los sábados de trasnoche con María Graña.
También siguen resistiendo lugares como Café Homero (Cabrera 4946), del bandoneonista Rubén Juárez, quien cada tanto se presenta en ese escenario fuera de la rutina habitual en veladas criollas de tango y folklore. La programación irregular y accesible al bolsillo clase media puede combinar al excelente trío de Julio Pane con la cantante Lina Avellaneda, los viernes a la noche. Lo mismo que la peña de cantores todos los miércoles, a las 21, en la Casa del Tango, (Guardia Vieja 4049), que se mantiene desde hace años a fuerza de aficionados y de músicos de la talla de Aníbal Arias.
Pero lo más notorio fue la transformación de otros espacios. "Lugares como Notorious y Tobago, que son de jazz, nos permiten llegar a un público mas amplio. La mayoría de esa gente no iría a ver un ciclo o show de tango a un lugar de tango, pero van si es en un lugar con otra onda", dice Acho Estol, de La Chicana. Lo mismo sucede con lugares menos convencionales, como La Fábrica, (Querandíes 4290), donde se presentan dos espectáculos de tango con otras propuestas escénicas: Buenos Aires Negro y 34 puñaladas, que aportan una mirada más oscura y atrae a los amantes del teatro.
Un boliche del 1800
Los habitués lo conocen desde hace años como "Lo de Roberto", aunque este boliche que está enclavado en una de las esquinas de la plaza Almagro desde 1894 se llamaba originalmente "12 de octubre". Siempre funcionó como un despacho de bebidas, un bar ideal para tomarse un vermut por las tardes. La mitología destaca entre sus clientes a la poeta Alfonsina Storni y a Carlos Gardel, que trabajaba en una imprenta a la vuelta del almacén, que originalmente ocupaba toda la esquina.
Roberto Pérez, dueño actual del boliche, desde el sesenta, cuando lo heredó de su padre, jura que nació y quiere morir ahí, detrás de ese mostrador. Atiende personalmente a los parroquianos. El Chino Lanz, Juancito "El Maestro", Ennio, Oscar, "Nene" Belinotti, "El Carniza" y "Aceituna" forman parte de ese irrestricto club de amigos que se juntan todos los días a filosofar sin horarios.
El bar es un verdadero reducto de colección, con un largo mostrador donde acodarse a beber una ginebra que ocupa la mitad del pequeño salón, flanqueado por un par de mesas donde se juega a los naipes todas las tardes. A veces aparece algún cantor espontáneo. Recuerdos, fotos antiguas de la "barra" y la letra que Roberto Medina le escribió al boliche cuelgan de esas paredes llenas de humedad, donde el tiempo parece detenido.
Hace cinco años, el autor del célebre "Pucherito de gallina" comenzó una peña de tango entre amigos y todo cambió. La posta la tomó su hijo y el cantor Osvaldo, un valor escondido de 71 años, que se transformó en la voz preferida de las madrugadas de jueves y sábados. "No sé qué pasa -dice Osvaldo-. Creo que circula una energía muy especial. Será porque dicen que en algún momento pasó Carlitos Gardel por acá".
La mística del bar fue creciendo en correspondencia con el boca a boca de un público que desborda todos los fines de semana. Tipos con corbata se mezclan con viejos tangueros, motoqueros, noctámbulos ocasionales, músicos, cantores aficionados y profesionales, en un ambiente que recuerda a los típicos boliches de principio de siglo.
Ariel Ardit, cantante de la orquesta El Arranque y habitué del lugar, cuenta."Yo vivía a dos cuadras y estudiaba canto lírico. Pero empecé a parar ahí. Por esa época conocía dos tangos y el hijo de Roberto Medina, que tenía la peña, me incentivó la veta de hacer tangos. Así que empecé. Después me escucharon los de El Arranque y me invitaron a formar parte del grupo. Por eso, para mí Lo de Roberto tiene algo especial. Es un boliche donde puede suceder de todo, podés tomar un vino y escuchar a un cantor genial como Osvaldo. Es un lugar exclusivamente para porteños, con la mística tanguera de antes". Un dato más: Roberto fue tentado varias veces por agencias de turismo para abrir el boliche los domingos para turistas y se negó reiteradamente.
Para elegir
- A todo lujo
Gandhi (Corrientes 1753)
El tango vuelve a la famosa esquina porteña con una programación inmejorable: Salgán-De Lío, Néstor Marconi Trío, Lidia Borda y El Arranque. En octubre se sumará el Sexteto Mayor. Entradas, de 8 a 15 pesos.
Esquina Homero Manzi
(San Juan y Boedo)
El tradicional local tiene un menú tanguero para los domingos al mediodía con Ernesto Baffa y Tito Reyes, y los sábados, de trasnoche, con María Graña.
- Imperdible
El Boliche de Roberto (plaza Almagro)
El local de 1894 es uno de los reductos preferidos de la actualidad. La peña de los jueves y sábados, a partir de las 2 de la mañana, con el crédito del local, don Osvaldo, es una cita con el tango más entrañable. No se cobra entrada.
- No convencional
La Fábrica (Querandíes 4290)
Ofrece dos propuestas con otra mirada tanguera, en un espacio diferente y sobrecogedor: Buenos Aires Negro y 34 Puñaladas.



