Tarja Turunen: la finlandesa que extraña a San Lorenzo y a la carne argentina
Sin dudas, la más argentina de las artistas nacidas en Finlandia es Tarja Turunen. La cantante nacida en la fría y pequeña localidad de Puhos, cerca de Rusia, fue adoptada por el público local casi desde la primera vez que vino, en el año 2000. Y no sólo eso: el amor fue tal que la música de formación lírica y trayectoria metalera se casó con el argentino Marcelo Cabuli (hoy su manager) y vivió siete años en Buenos Aires, hasta 2015. Y el idilio sigue: ahora que acaba de estrenar nuevo disco (In the Raw) aprovecha su gira por América Latina para cantar aquí, en El Teatro de Flores, donde se presentó este sábado.
"Soy muy afortunada de no sufrir ninguna alergia pero mi marido sí y mucha gente cercana, reflexiona desde el aeropuerto de Málaga, en vistas a los pólenes primaverales del Hemisferio Sur. "Estoy esperando por mi primer vuelo a Madrid. Después vendrá mi tour por América del Sur. Así que estoy poniéndome en tema".
¿Lo primero es lo primero? Lo primero es lo último, su flamante álbum, que muestra a una Tarja reflexiva y siempre oscura, tan reflexiva como suena al otro lado del teléfono, cuando conversa animada, simpática. "Sabés cómo es la vida, te va modificando de una u otra forma, te guste o no. Todas las experiencias que tenés, te cambian", cuenta la excantante de la banda Nightwish.
–¿Qué cambió en vos con este trabajo?
–Me fui poniendo más cómoda al escribir música en los últimos años. Me pude deshacer de mis dudas. Soy perfeccionista, siempre fui una mujer muy trabajadora y, por mi formación clásica, el perfeccionismo funciona aunque esté escribiendo discos de rock. Pero me volví más segura, difruto más que nunca, y eso se nota en mi nuevo álbum. Por otra parte, el equipo con el que estoy trabajando (algunos de ellos hace más de diez años) volvieron más fácil mi trabajo, incluso como productora. Éste terminó siendo el disco más personal de mi carrera. Creo que era el momento de abrirme y dejar las sombras atrás.
–¿Por qué?
–Al final del año pasado estaba quemada. No sabía si iba a tener energía para escribir. Pero la música estaba ahí para ayudarme. Tiene muchos poderes curativos. Tenía todas las dudas del mundo. Pensaba: "¿Puedo hacer esto? No ahora". Pero pude. Y al final fue hermoso, sanador, me sentí como una súpermujer.
–¿Por qué te sentías quemada? ¿Por tener mucho trabajo?
–Eso por un lado. Pero por el otro, soy madre de una nena de siete años. Con mi esposo como mi manager, antes viajábamos como familia en las giras. Mi hija nació en Buenos Aires y, después de eso, empezamos con tours por el mundo. Fue así por cuatro años. Pero después, cuando mi hija empezó el colegio, todo cambió. Cuando viajo, lo hago sola. Y dejo a mi familia. Esa es una de las razones por las que tuve que enfrentarme al hecho de perder el control. Eso es difícil como madre.
–¿Te sentís sola?
–Al final del día siempre estoy sola. Soy una artista, trabajo con mucha gente talentosa y tengo suerte de contar con un dream team, pero igual estoy sola para tomar las decisiones y llevar adelante las responsabilidades. Sigo luchando por la libertad que tengo de este modo, no hay nadie que me esté diciendo qué hacer o cómo hacer las cosas. Ni siquiera el sello. Por supuesto que discutimos algunas cuestiones e intercambiamos opiniones. En realidad, esta vulnerabilidad está en las letras del disco, la desnudez. Estaba tan extenuada que necesité mirar bien adentro de mí para ver qué me pasaba. Es una búsqueda que había empezado en el disco anterior. Pero ahora me sentí más libre. Todos deberíamos en un punto de nuestras vidas chequear si somos felices. También es un tema de edad. Cuando tenía 20 realmente no me importaba este tipo de temas. Pero ahora sí.
–Viviste en Buenos Aires muchos años. ¿Cómo fue la experiencia?
–Primero viví en Caballito. Y después en Palermo Soho. Amaba vivir ahí, teníamos un lugar muy lindo en Palermo. Siempre me gustó, desde la primera vez que estuve ahí en el año 2000. En ese momento la ciudad me pareció caótica. Soy una muchacha de las afueras, nací en un pueblo de 500 personas. Imaginate una chica recién llegada a tu lugar, había mucha tensión, especialmente de los hombres que tocaban la bocina desde sus autos. Pii, Piii. A la vez, también pude observar lo bella que es y lo llena de vida que está Buenos Aires. Me enamoré de la ciudad después de unos años cuando pude experimentar el lugar. Fue mi decisión ir a vivir ahí. Mi esposo es de la Capital. Y probablemente él habría querido vivir en Finlandia (risas).
–¿Por qué se mudaron a España en 2015?
–Estuve tan ocupada y giré tanto, que la vida se puso pesada, muchos viajes largos a Europa, mi trabajo en la televisión (The Voice of Finland). Cuando más grande te ponés, más difícil es viajar largas distancias. Me agotaba. Y tenía que empezar a cuidarme. Esa fue una de las razones. La otra fue que teníamos ganas de volver a Europa. Y España fue lo obvio por el idioma, así nuestra hija no tenía que aprender otro.
–¿Qué hábitos de Argentina incorporaste en tu vida?
–Definitivamente, la cultura de argentina me abrió la cabeza aunque ya era una mujer que había viajado mucho antes de establecerme en el país. Me gusta mucho la comida; antes no comía carne casi, ahora me encanta. Aprecio la buena "carne" (lo dice en castellano). También tengo amigos que extraño. Extraño Argentina de verdad, por eso estoy contenta de viajar de nuevo.
–Solías ir a la cancha a ver a San Lorenzo…
–Iba frecuentemente al estadio. Con mi marido, con mis amigos. Lo disfruté mucho. Aquí en Málaga voy a algunos partidos también. Aunque no sea San Lorenzo, me gusta el fútbol. El tema vino con mi marido, no estaba en el contrato, pero más o menos…Je.
–Acerca de "Shadow Play", dijiste que te gustaba mucho el teatro y que incorporaste elementos dramáticos ahí. ¿Qué recuerdos tenés y de qué obras?
–Lo más magnífico que me acuerdo es ir a ver ópera. Ayudé en en festival, Savonlinna, cuando tenía quince años. Como una recién iniciada estudiante de canto lírico fue súper importante prestar atención a lo que hacían las verdaderas cantantes. Me tomé muy en serio mi aprendizaje de canto desde el principio. En la misma ciudad luego formé parte del coro de ópera. Era la cantante más joven, tenía 18 años cuando me aceptaron. Pero fue a mis 15 cuando pensé: "guauuu, me quiero dedicar a esto".
–Pero empezaste antes con la música, tocabas el piano a los seis…
–Sí. ¡Pero mi hija empezó a los cuatro! Así que está más adelantada que yo. Fue su decisión, ¿eh? Nada que ver con mami. Obviamente está rodeada de música todo el tiempo.
–¿Cuando decidiste no convertirte en una cantante de ópera profesional y dedicarte al rock?
–Fue un punto de quiebre en mi carrera. Diría que en el tercer disco de metal que hice con Nightwish. Obviamente había aceptado el desafío de cantar en una banda de heavy metal, un género sobre el que casi no sabía nada. La banda más metalera que tenía en mi colección de discos era Metallica. Pero me animé. La música era hermosa. Y sigo teniendo la mentalidad de entonces. Me encantan los desafíos. Y cuando me siento capaz de hacer algo, trabajo muy duro para lograrlo, como hice con Nightwish. Después, el éxito llegó muy rápido. Y mi vida dio un vuelco. Igual terminé mis estudios universitarios de alemán, y estoy feliz de haber podido hacerlo mientras estábamos de gira por todos lados. Fue algo grande. El rock sigue siendo mi prioridad hoy.
–Desde tu partida, ¿qué recordás de tus años con Nightwish?
–Estuve nueve años con ellos. Empecé muy joven. Crecimos de repente y teníamos que aprender las mismas cosas. Todo era nuevo para la banda, los secretos de la industria, cómo de pronto te volvés famoso. Estaba en la tapa de todos los diarios de Finlandia, un país pequeño. Tenía que enfrentar todo eso sin perder la cabeza ni perderme a mí misma en el camino. Fue una buena experiencia, me preparó.
–¿Cuáles fueron los mejores y los peores momentos en tu carrera?
–Probablemente el peor fue cuando me despidieron de Nightwish, seguro. Fue muy duro lidiar con eso. Estaba muy enojada con la gente con la que trabajé por tanto tiempo. Me llevó años volver a confiar en alguien al trabajar. Sentí que el mundo estaba contra mí. Fue lo peor.
–¿Sanó esa sensación?
–Sí, di vuelta la página. Pero me tomó años. Y tuve que dejar mi país. Fue ahí que Argentina cobró un papel importante en mi vida, porque me mudé y encontré un hogar. Por eso, siempre me voy a sentir conectada con el país. Ahí me sentí segura, bienvenida. Justamente, cuando me echaron, empecé mi propio camino. Así que se convirtió en el mejor momento. Me di cuenta que tenía alas propias. Aunque la cosa se había puesto más difícil que nunca, sabía que estaba lista para eso. Así que fue al mismo tiempo más o menos que pasó lo peor y lo mejor en mi vida.
Más leídas de Espectáculos
Desafiantes. Potente, ingeniosa y con una fuerte carga erótica, demuestra que vale todo en el amor y el tenis
"Experiencia increíble". Jonas Brothers: educación religiosa, una fama desbordante y polémicos noviazgos
Compinches. 'Si tuviera 30' cumple 20 años: el divertdo video de Mark Ruffalo y Jennifer Garner para celebrarlo