
Una nueva terapia de amor intensiva
Charly García inició anteayer en el Luna Park un ciclo de shows, que esta noche tendrá su segundo capítulo
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Charly García en el estadio Luna Park, anteanoche (se repite hoy y el 3 de abril). García en piano y voz, Hilda Lizarazu en voz, García López y Kiuge Hayashida en guitarras, Fabián Quintiero en teclados, Toño Silva Peña en batería y Carlos González en bajo.
Nuestra opinión: muy buena
"Están todos bien, menos yo. Je", dispara rápido Charly García, y se ríe francamente de su ocurrencia. Le había preguntado al público que lo fue a ver y a escuchar de cerca y sin tormentas desgarradoras al Luna Park si estaban bien por allá arriba y por allá, y más acá cómo están. Un viejo, exquisito y exitoso gag de la industria del rock and roll universal. Pero aquí, noche de miércoles en este clásico escenario porteño, la diferencia era brutal, si se quiere: la estrella de rock que revierte el remate del chiste con tono sincero está aún en tratamiento médico y, desde hace cuarenta años, disfruta utilizando el escenario como confesionario. A veces se confiesa en verso; otras, en prosa.
Charly García no dijo mucho más durante las dos horas del primero de una serie de tres conciertos en el Palacio de Corrientes y Bouchard, que oficiarán, tanto para los músicos como para sus fans , de revancha y de segunda chance para contar, escuchar y ver el cuento completo de aquel show cumpleaños en Vélez, malogrado por la lluvia y el viento de una primavera furiosa.
Desde el aire
El mismo show, con algún que otro cambio de temas y distintos invitados (siempre de alto vuelo, como lo fueron anteanoche las participaciones de León Gieco en el doblete "Los Salieris de Charly"/ "El fantasma de Canterville" y la de Pedro Aznar en el mejor pasaje musical de la jornada con "Perro andaluz"), pero con la puesta escénica de Pichón Baldinú como agregado.
El año pasado, el creador de De la Guarda aceptó con pasión la tarea de "visualizar" al García posclínica, en su regreso a los escenarios, en un estadio y recuperar así aquella sana costumbre del Charly de los años 80 de trabajar con artistas del mundillo del teatro y de la danza en cada parada importante de su carrera. Pero Baldinú debió ahora comprimir su idea escenográfica para que lo pensado para Vélez se acomode en el Luna.
Con esa impronta estética, comenzó entonces el espectáculo, con el telón que vuela y los músicos envueltos de pies a cabeza como muñequitos de papel. Todo blanco (cuatro temas más tarde, con "Cerca de la revolución", la escenografía mutaría a todo negro). La apuesta visual, además, contó con telones que cumplían la función de pantallas animadas (que ofrecieron psicodélicos momentos, como el video que acompaña a "Adela en el carrousel"), ángeles que sobrevolaban la cabeza del público de una punta a la otra del estadio (en "Pasajera en trance") y un andamio que elevaría a García varios metros del suelo en su paso más divo de la calle Corrientes que haya dado en su larga trayectoria (al mismo tiempo, mientras Charly subía solito al andamio y detrás la gran pantalla proyectaba balcones que bajaban a gran velocidad; el efecto "me tiré a la piscina del noveno piso por vos" fue la aterradora y, por qué no, emocionante sensación de todo el estadio).
"Y yo los miro sin querer mirar; enciendo un faso para despistar. Me quedo piola y empiezo a pensar que no hay que pescar dos veces con la misma red", canta desde lo alto, y confirma aquello de que en este nuevo espectáculo terapia de Charly García siguen siendo esas letras autobiográficas (de canciones realmente hermosas, por cierto) las que se llevan los aplausos más sentidos y las pieles erizadas de sus aliados más fundamentalistas. A veces, impresiona. Charly lo sabe y explota esa veta cada vez con mejores resultados, luego de seis meses de conciertos en América latina y el país.
De allí que las versiones de "Influencia" y "Llorando en el espejo", una detrás de otra, se lleven el bloque más compacto de la faena, con un García que, como demostró en sus últimos shows, va subiendo de tono con el correr de la lista de temas.
La hermosa complejidad melódica de "Nuevos trapos" da cuenta de lo que tocaba antes Charly y lo que por estos días toca Fabián Quintiero. Y así las cosas, García juega cada vez más el rol de performer , mientras su ajustada banda lo apoya, casi siempre, tracción a rock. De todos sus nuevos trucos y más allá de algunas coreografías que por momentos parecen forzadas, el de cantar micrófono en mano con sentir de artista que ha ganado y ha perdido más de un centener de batallas, es el que mejor le sienta al Charly 2010.
Entre tanto espíritu autocelebratorio que ha rondado los conciertos de García a lo largo de esta rehabilitación en vivo para todo público, Charly presentó anteanoche una canción nueva bautizada "La medicina", que, más que la demostración de que el infierno ha quedado definitivamente atrás para este músico popular argentino sin parangón, llega para potenciar el efecto terapéutico de la música y los conciertos en este crucial instante de su vida. García canta que va a tomar aquella medicina del amor y sus fans le ofrecen toda una terapia intensiva. "Están todos bien, menos yo. Je." ¿O habrá sido una (otra) ironía?
Entre tanto espíritu de autocelebración que ha rondado sobre los conciertos de García tras su internación y durante su actual rehabilitación en público, Charly presentó una canción nueva bautizada "La medicina", que más que la demostración de que el infierno ha quedado atrás para este músico popular argentino sin parangón, llega para potenciar el efecto terapeútico de la música y los conciertos en su ser. "Dame la medicina de tu amor", pide García y sus fans le ofrecen toda una terapia intensiva de amor incondicional. De eso se tratan estos conciertos.

