Pelléas y Mélisande bajo la imaginación de Schoenberg
Nacieron con escasa diferencia de años, pero sus historias corrieron por diferentes rumbos. En 1902 se estrenaba en francés Pelléas et Mélisande, de Claude Debussy, una ópera que haría historia. Desde aquel 30 de abril de 1902, en París, nacía un prodigio para el mundo lírico. Tres años después, el 26 de enero en Viena, surgía el poema sinfónico del mismo nombre de Arnold Schoenberg. En realidad este último había sido aconsejado por Richard Strauss en el sentido de componer una ópera sobre la pieza de Maeterlinck sin saber ninguno de los dos que ya se había estrenado en París la obra de Debussy sobre el mismo tema. Pero a Schoenberg no le interesó llevar ese tema al teatro cantado, sino al poema sinfónico. Lo bueno es que apenas un siglo después de aquellos hechos nosotros gocemos tanto con tener un Pelléas? francés y un Pelléas, una Mélisande y un Golaud en lenguaje instrumental.
De todas maneras, si existen además otras tres Pelléas et Mélisande: la "música incidental" del mismo título, de Sibelius, de 1905; la suite orquestal de Fauré (estrenada en 1898 en Londres como música incidental), y la de Schoenberg (1905), que ahora nos hará escuchar la orquesta de Barenboim, ellas quedan bien lejos de la de Debussy. Compararlas las cuatro, como escribió un escritor francés, porque tengan el mismo título es "un aburrimiento estúpido".
Y para no caer ni en aburrida ni en estúpida, me dedicaré exclusivamente a la que escucharemos dentro de unos días en uno de los conciertos de Barenboim en el Teatro Colón.
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Para su Op. 5, Schoenberg, dentro de un pensamiento todavía tonal, parte de una extrema densidad polifónica y temática sobre una articulación en cuatro partes en la que años después Alban Berg creería encontrar una vasta sinfonía de unos 45 minutos y con una tonalidad fundamental de Re menor. El autor acude a una orquesta importante de instrumentos de madera (diecisiete, que incluyen cinco clarinetes), 18 metales (entre ellos ocho cornos, cuatro trompetas, cinco trombones y tuba), tres percusionistas, dos arpas y numerosas cuerdas.
Dentro de ese movimiento único, la obra se inicia por una introducción lenta con maderas y cuerdas en sordina a partir de la cual se citan, con marcada expresividad, el tema de Mélisande, a cargo del oboe y luego del corno inglés, seguido por el tema más enérgico de Golaud, con tres cornos al unísono. El allegro propiamente dicho se presentará después con una amplia melodía de los violines que conduce al tema de Pelléas. La segunda parte que se puede distinguir en la obra oficia de scherzo en tres secciones que aluden al reencuentro de Pelléas y Mélisande cerca de la fuente, la escena de la torre y el episodio de la parte subterránea. La sección siguiente, quassi adagio, representa la escena de amor, la separación de los amantes y la muerte de Pelléas, provocada por su hermano. Termina con lo que sería una cuarta parte, la desolada muerte de Mélisande, en una acongojada atmósfera que lleva al vasto epílogo, que evoca a los tres personajes a través de un extraordinario complejo contrapuntístico.
Espero que a través de una muy buena versión como la que podemos esperar de Barenboim lo pasemos muy bien.
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