Agustín, de Survivor: sorteó la angustia inicial, llegó a comer 100 mangos por día y quedó afuera por el acuerdo de dos enemigas
Lo motivó la experiencia, pero ya el primer día se preguntó qué estaba haciendo aislado en esa isla remota
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Apenas unos días antes de la gran final. Agustín Pérez es el nuevo eliminado de Survivor, Expedición Robinson, el reality extremo de Telefe. “Casi acaricié el premio”, se sincera con LA NACIÓN. “Fue una experiencia maravillosa que me gustó atravesar”. Agustín dice que en las últimas semanas intentó pasar desapercibido como estrategia para avanzar en el juego, pero todos apuntaron contra él, último integrante del viejo campamento norte, cuenta que muchas veces se arrepintió de haberse anotado en el programa, que pasó mucha hambre y llegó a comer cien mangos por día.
-Casi te metiste en la final, ¿qué pasó?
-Me esperaba mi eliminación porque me nombraban mucho a partir de la etapa de unificación, más competitiva. Me considero una persona fuerte en los juegos y socialmente también, y sentí que me tenían en la mira. La fui llevando de la mejor manera posible, había que ser muy estratégico, intenté ser más invisible y pasar desapercibido y llegué lo más lejos que pude. Cuando se fue Juanchi entendí que la alianza se estaba cayendo y no tenía dudas que era el próximo en salir. Y además fui el último que quedó del campamento Norte, y estaba muy cansado.
-¿Te fuiste enojado?
-Quedaba poco, pero igual me fui súper contento con la experiencia. Si hubiese ganado el último juego y el collar de inmunidad seguramente me hubiera permitido llegar un poco más lejos, pero igual estaba en la mira de los cuatro del sur que quedaron. Sobre el final se volvieron a encontrar las mujeres, especialmente Aixa y Eugenia, que fueron rivales, para ir sacando a los últimos fuertes que quedaban para ir armando el final para ellas.
-¿Quién gana?
-De los cuatro que quedaron me gustaría ver una final entre Euge y Aixa porque fueron muy competitivas, en los juegos a veces quedaban mano a mano, por momentos eran enemigas y se volvieron a encontrar para seguir avanzando.
-¿Cuál es tu balance de estos casi dos meses en el reality?
-Es muy positivo. Me gustó mucho la experiencia, lo tomé como un desafío con todo lo que conlleva la incertidumbre de viajar a un lugar en el que no sabés con qué te vas a encontrar. Fue mucho más duro de lo que esperaba y eso me puso a prueba y me obligó a adaptarme rápidamente para poder continuar. Si bien me tenía fe y sabía que podía atravesar la experiencia, me sorprendió porque sufrí mucho el hambre, estar mojado todo el día. Las primeras dos semanas estábamos empapados, muchos lloraban, fue duro, la pasamos mal, pero logré ganarle al desafío, vencerme y romper ese umbral de sufrimiento que te lleva a un extremo, a estar en tu mínima expresión porque no comés, dormís muy poco, no tenés contacto con nadie más que con esa gente que es toda nueva.
-¿Cómo hiciste para encontrar tu lugar?
-Tenés que volver a encontrarte con vos mismo para sacar lo mejor de vos y salir adelante si querés perdurar en el tiempo. No te queda otra que levantarte cada día y hackear tu cabeza, entender que esa es tu nueva realidad, y no el colchón que dejé en casa, el techo sobre mi cabeza y la heladera llena. Estás en un lugar paradisíaco pero atrapado, preso. No es un All Inclusive. Haber estado ahí fue un desafío muy fuerte y es una experiencia que te cambia, y cuando creés que estás por caer, todavía podés dar un poco más.
-¿En algún momento te arrepentiste de haber ido?
-(Larga una carcajada). Muchas veces. Me acuerdo que la noche anterior a llegar a la isla no había dormido nada; nos despedimos de nuestros familiares y nos separaron en cabañas y no podíamos hablar entre los participantes. Habré dormido una hora. A la mañana nos despertó Marley, nos llevaron a la isla, nos largaron al agua, remamos, tuvimos el primer juego. Fue agotador. El día más largo de mi vida. Y ya en el campamento me quedé dormido en la choza, a cielo abierto, me volaban los murciélagos gigantes, los demás habían elegido lugares más estratégicos para dormir y yo tenía raíces en la espalda y un hormiguero en los pies. Recuerdo haber pensado quién me mandó a meterme en esto (risas). Podría haber ido a un club de lectura (risas). Las primeras dos semanas me lo pregunté seguido y después te acostumbras, saber que te van a picar los bichos, que a la noche los cangrejos trepan y te muerden con las tenazas. Hasta el día veinte me mareaba fácilmente porque no teníamos comida, estábamos cansados, mal dormidos. No era fácil llevarla.
-¿Bajaste mucho de peso?
-Unos ocho kilos, más o menos. Cuando nos registraron el peso yo ya venía recuperándome porque habíamos encontrado mangos y llegué a comer cien en un día.
-¿Cien mangos en un día?
-Sí. Por ahí veinte o treinta a la mañana y después seguía y también al volver de los juegos. Me pasé noches abrazado a la palmera haciendo pis, porque eran muy diuréticos. Llegué a comer mangos podridos y calientes y muy dulces. Eran muy ricos, como una mermelada. El coco también me gustaba.
-¿Por qué participaste de Survivor?
-Me anoté porque quería vivir la experiencia. En la publicidad decía que desafiabas tus límites, vi los juegos y soy muy deportista, me gusta competir y pensé que era una buena experiencia. Si hubiera pensado un rato, no lo hacía (risas). Pero te adaptás.
-¿Te quedó alguna costumbre adquirida en la isla?
-Quizá el despertar tempranero, pero enseguida te acomodás a la vida de la ciudad. Extraño despertarme con mis compañeros con los que pasaba bien; era muy divertido.
-¿En qué te cambió la experiencia?
-Pude valorar todo lo que tengo, todas esas cosas que dás por sentadas como tener un techo, una cama, poder comer todos los días. Hasta lo más sencillo, como encender la hornalla y cocinar algo allá era difícil porque tenés que secar la yesca, las hojas de palmera, raspar y qué se yo para tener un poco de fuego.
-Sos licenciado en administración de empresas y bróker inmobiliario, ¿seguís en el mismo trabajo?
-No, hoy me dedico a la planificación de eventos corporativos, deportivos, convenciones para una empresa americana, en México y Estados Unidos. Eso fue después de Survivor.
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