La productora divide sus días entre Buenos Aires y Montevideo para pulir cada detalle de Margarita, la ficción que estrenará el año que viene en la plataforma HBO MAX; conversó con LA NACION sobre su nuevo proyecto y la fuerte conexión que la une a Romina Yan
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MONTEVIDEO.– Lo que toca lo convierte en magia. Contempla con precisión cada rincón del set de filmación para asegurarse de que cada detalle sea impecable. “Está en absolutamente todo”, susurra con admiración el equipo técnico. Durante la pandemia, Cris Morena, la artesana de los cuentos de hadas, sintió que era hora de volver a escribir y puso en marcha la secuela de Floricienta. Su historia personal es una mezcla entre el cuento y la verosimilitud: en sus guiones -como en su vida- la tragedia y el dolor se maridan con la resiliencia, el optimismo y la música. “Me explotó en el pecho hacer Margarita. Fui una arriesgada, hice 40 canciones, entrené gente y escribí la historia sin tener el contrato”, se sincera y luego se dispone a conversar con LA NACION sobre las señales que recibe de Romina Yan, cómo es ser joven hoy y su nuevo proyecto.
—Tus propuestas siempre estuvieron dirigidas al público joven. ¿Cómo era ser joven cuando empezaste a producir tus primeros proyectos y cómo es ser joven hoy?
—En general, trabajo con gente sana. Y no hablo de estar enfermo, hablo de personas con valores que aman la vida. No puedo trabajar con alguien que está enojado con la vida porque no puedo ayudarlo. Puedo acompañar a alguien para que salga de sus problemas, pero necesito gente a la que la encienda el proyecto, alguien que se sienta partícipe, buen compañero. Si no, es imposible que funcione.
—¿Nunca te enojaste con la vida?
—Yo me enojé, sí. Cuando uno tiene una gran pérdida se enoja mucho con la vida. Pero, más que enojarme, me pregunté ‘¿Para qué?’ Todo el mundo al lado mío lloraba y me decía “¿Por qué?”, pero yo seguía preguntándome “¿Para qué?”. Lo que tuve que pasar me hizo crecer un montón. Por supuesto que cambiaría todo mi crecimiento con tal de no vivir algo así. Fue un golpe durísimo que no se puede explicar, pero también es cierto que de ese golpe salís inmensamente fortalecido. Yo sé que Romina está conmigo, todo el tiempo me deja señales. En una de mis últimas reuniones de producción, estaba con un montón de ejecutivos en Cannes, todos hablando idiomas distintos, hasta que tuve ganas de ir al baño. Cuando me estaba lavando las manos en el baño de ese hotel carísimo me encontré con un anillo que tenía una margarita y una paloma de la paz. ¿Podes creer? ¡Una margarita! Justo cuando yo estaba en plena creación de Margarita. Como si fuera poco, esa misma noche fuimos a cenar con otro grupo de gente y cuando ponen el vino en la mesa…¡Se llamaba Marguerite! El anillo, por supuesto, me lo llevé, no vale nada en términos económicos, pero lo llevo siempre conmigo. Sentí que fue la forma en que Romina me dijo “¡Mamá. dale para adelante con Margarita!” Siempre está al lado mío, sé que estoy con ella. Hablo de ella con mucha tranquilidad, emoción y cierta alegría porque sé que me acompaña. Y, por supuesto, que la encuentro en todo lo que hago.
—Tenés una faceta espiritual fuerte…
—Se me fortaleció mucho con lo que pasó.
—Las juventudes de hoy tienen que enfrentarse a crisis económicas, guerras…
—¿Cuándo el mundo no estuvo en crisis? El mundo siempre va para adelante, no hay que tener miedo a lo que viene. Van a decir que soy una tonta, pero lo voy a decir igual: creo que hay que tener el corazón abierto. Realmente hay que tener el alma en la mano, hay que estar conectado con la belleza del universo y de los seres humanos, que creemos que somos los más importantes porque tenemos el don del habla, el don de la música…¿Por qué tenemos que ir a la destrucción para entendernos? No me cabe en la cabeza. Justamente Margarita empieza con una guerra…
—A lo largo de los años “convertiste en oro” a varios actores. ¿Qué es lo que percibís en los jóvenes que seleccionás para tus proyectos?
—Con Mora Bianchi [la protagonista de Margarita, su nueva ficción] fue amor a primera vista y con otros, no tanto. Tuvieron un año de entrenamiento y al llevarlo adelante uno va descubriendo la calidad de los artistas, tanto a nivel artístico como humano, que también es importantísimo. Si el artista y la persona no conviven en lo mismo, terminan siendo personajes siniestros que viven para el halago, la fama, el dinero y terminan haciendo cosas por plata y nada más y eso termina por arruinar todo.
Con la pandemia, la cantidad de chicos que se anotaron en mi escuela Otro mundo fue explosiva. Así que aproveché a hacer reuniones pequeñas con todos los que se anotaban, vi 17.000 castings y sigo viendo videos y audiciones. Antes trabajaba con chicos que se iban formando mientras iban trabajando pero ahora lo que hago es expandir el talento que ya traen. Tanto Mora como Toti [Ramiro Spangenbergson] son dos grandes cantantes. Toti al principio no sabía bailar y ahora baila además de tocar cuatro instrumentos y componer. Me emociona cuando una persona que trae naturalmente un talento, de golpe se abre, lo muestra y empieza a jugar. Para Margarita teníamos ya escritos los 40 capítulos y las 40 canciones así que tenían que aprenderse un montón de letras y ponerse a trabajar enseguida. Está saliendo fantástico, y eso es algo que me sorprende y me emociona.
Actualmente Cris Morena divide sus días entre Buenos Aires, donde gestiona su escuela de arte Otro Mundo y el Uruguay donde con “calidad de cine y ritmo de tira” produce Margarita. La nueva ficción cuenta con 40 capítulos, 40 canciones, 70 locaciones y un equipo de más de 350 personas que desempeñan tareas técnicas y artísticas y se estrenará el año que viene por HBO MAX.
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