Argentina 78 es un valioso acercamiento al año del primer Mundial, apoyado en un magnífico archivo visual
En cuatro episodios, la serie estrenada en Disney+ acierta en la crónica del camino deportivo que llevó al triunfo del seleccionado de Menotti y suma una mirada política sobre la época a la que le falta algo de rigor
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Argentina 78, serie documental. Guión, dirección y showrunners: Tomás Sposato y Lucas Bucci. Fotografía: Santiago Guzmán y Daniel Ortega. Música: Manuel Moreno. Edición: Santiago Perfetto. Disponible en Disney+. Nuestra opinión: buena.
Argentina 78 es la versión audiovisual abreviada de uno de los más notables libros de investigación histórica sobre la Argentina de las últimas décadas publicado en tiempos recientes. Su autor, Matías Bauso, funciona a través de los cuatro episodios de esta miniserie como una suerte de guía o narrador de un relato que en su origen, desde las páginas de su monumental trabajo literario, salió a buscar claves, motivos y explicaciones sobre un momento bisagra de nuestro país con una herramienta fundamental: la multiplicidad de voces, enfoques y miradas.
El muy recomendable libro de Bauso (78. Historia oral del Mundial, editado por Sudamericana) es un gran relato coral de 864 páginas. Cualquier transposición de ese texto al lenguaje audiovisual exigía un riguroso trabajo de ajuste y síntesis para sortear los inevitables riesgos de un foco disperso y desordenado. Esta serie documental consigue ese primer objetivo concentrando la atención alrededor de dos dimensiones bastante precisas y bien configuradas, la deportiva y la política, sobre todo a través de los constantes cruces e intersecciones entre ambas.
Los showrunners Tomás Sposato y Lucas Bucci exponen con solidez narrativa toda esta historia, tomando como introducción de cada etapa del recorrido el relato firme, claro y preciso de Bauso. El dúo llegó a este compromiso, el primero que asumen con responsabilidad máxima en las decisiones, después de un trabajo muy apreciado como guionistas y productores en un par de documentales muy vistos y de altísimo perfil sobre hechos resonantes de la actualidad: Carmel, ¿quién mató a María Marta? y Los hermanos Menendez, ambos disponibles en Netflix.
También es muy clara la línea de tiempo elegida para este relato. Empieza en el momento en que el gobierno de la última dictadura militar ratifica la realización del Mundial y en paralelo a sus objetivos políticos sostiene desde la intervención en la AFA una gran transformación en el funcionamiento del seleccionado nacional, y se cierra con una primera exploración del impacto del triunfo argentino en la sociedad y en la política de la Argentina.
“¿Quién ganó el Mundial?” es una pregunta llena de sentido frente a todo lo que vino después. En lo deportivo, al menos, queda sugerido en el documental que aquel equipo campeón, de César Luis Menotti, después de toda una historia de descuidos e indiferencia sentó las bases de un camino de jerarquización y crecimiento que llegó hasta nuestros días con la conquista del tercer campeonato mundial en Qatar 2022, que tuvo al propio Menotti como director de selecciones nacionales. La explicación política quiere ir más allá en medio de varias generalizaciones, quizás inevitables en una producción destinada, gracias a los alcances del streaming, a una audiencia más regional y global que localizada en nuestro país.
Es justamente Menotti quien brinda en esta serie su último testimonio (falleció en mayo pasado), comentando la evolución de un proyecto que se coronó no sin tropiezos en la final jugada en el estadio de River Plate, el 25 de junio de 1978. Apoyan con mucha elocuencia ese testimonio dos de los protagonistas en la cancha de aquel seleccionado, Mario Kempes (la gran figura del equipo) y el reaparecido Daniel Passarella.
Hallazgos
Más que cualquier declaración, todo lo que se evoca tiene aquí un respaldo notable en el uso, siempre virtuoso, de un material de archivo extraordinario. Hay imágenes muy poco vistas o conocidas sobre la vida cotidiana de los argentinos de ese tiempo, los avatares deportivos (entrenamientos, partidos, entrevistas) y el inquietante mundo en el que se movían los militares que estaban en el poder.
Allí están algunos de los mejores hallazgos de esta serie: las ambiciones del almirante Emilio Massera, casi siempre a través de medios atroces para alcanzar sus anhelos de poder; la oscurísima trama que rodeó la trágica muerte del general Omar Actis (primer responsable del ente organizador del Mundial) y su reemplazo por un incondicional de Massera, el vicealmirante Carlos Lacoste; la fuerte polémica entre la cúpula militar y el secretario de Hacienda Juan Alemann, contrario al gasto sin control (sin rendición de cuentas, con sobreprecios y sospechas de corrupción) para hacer el Mundial, que concluyó con el estallido de una bomba en el domicilio de Alemann mientras se jugaba el crucial partido entre la Argentina y Perú. Quizás haya faltado aquí un encuadramiento más riguroso de todos estos hechos (algunos mencionados casi al pasar, usando una vez más el excelente material de archivo) en términos de análisis histórico o político.
Lo mismo puede decirse del testimonio más polémico (e inesperado) de toda la serie, el del fundador y líder de la organización terrorista Montoneros, Mario Firmenich, que habla después de un larguísimo silencio. Con un cinismo político a toda prueba, sin una sola muestra de autocrítica, Firmenich entra en escena en el primer episodio argumentando que su objetivo era “lograr una victoria política sobre la dictadura” aparentemente sin la intención de tomar el poder con las armas.
El documental dice al pasar que Montoneros pasó a la clandestinidad en 1974 y que en esa situación los encuentra el golpe, pero omite el dato clave de que esa decisión de regresar a la lucha armada se tomó durante un gobierno constitucional del mismo signo ideológico (el peronismo) con el que el grupo guerrillero se identificaba.
Omisiones
Hay otro dato fundamental escamoteado en medio de un relato histórico que le presta muchísima atención a los movimientos del gobierno militar y de Montoneros en 1978, el año del Mundial. En un momento se menciona la creación del llamado Centro Piloto de París, a iniciativa de la dictadura y sobre todo de Massera, con la intención de contrarrestar las constantes denuncias que se hacían en Europa sobre violaciones a los derechos humanos, junto con otros tenebrosos propósitos. Pero en ningún momento se habla de la muerte de la diplomática argentina Elena Holmberg, atribuida al exjefe naval a partir de la información que la mujer manejaba sobre una reunión secreta entre Massera y Firmenich en la capital francesa.
Argentina 78 también se detiene en la observación de todo lo que pasó durante ese tiempo en la Escuela de Mecánica de la Armada. Para ilustrarlo recurre una vez más a las recreaciones (o dramatizaciones), inútiles y artificiosos alardes de producción que no aportan otra cosa que redundancias frente a todo lo que ya fue dicho y explicado de sobra. Algunos testimonios sobrecogedores de sobrevivientes forzados a cumplir con extraños “trabajos” al servicio de sus captores en pleno Mundial no necesitan de esa suerte de pleonasmo visual para estremecernos.
El documental funciona a pleno (y a gran altura) cada vez que incorpora a un relato siempre fluido y atrayente los testimonios de algunos periodistas extranjeros enviados al Mundial (en especial el de los holandeses Fritz Barens y Jan Van der Putten, fundamentales para revelar todo lo que se ocultaba en nuestro país) o se enfoca en el camino del seleccionado de Menotti rumbo al título. Pero al mismo tiempo deja sin resolver cada una de las grandes preguntas que seguimos sin saber sobre el “partido más largo de la historia”, como lo define el periodista Ezequiel Fernández Moores. Aquél Argentina 6 Perú 0 que llevó al seleccionado a la final y cuyo resultado siempre estuvo rodeado de sospechas y presuntas manipulaciones desde el poder, porque a priori parecía un resultado imposible de alcanzar y porque la dictadura quería llegar a la final y a la conquista del campeonato por cualquier medio.
Valiosa e imperfecta a la vez, esta serie documental tiene a favor la convicción de sus realizadores, el impecable relato de Bauso y un magnífico aprovechamiento de un archivo de imágenes lleno de sorprendentes descubrimientos, como las de la muy formal comida con la que el gobierno militar festejó el título junto al seleccionado (los holandeses se negaron a participar) y aquellos avisos clasificados en los que fanáticos de la selección ofrecían sus autos, negocios y propiedades a cambio de entradas para ver la final.
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