
Soul of the Tango
Yo-Yo Ma grabó en Buenos Aires, junto a músicos argentinos, un magnífico disco
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La pequeña historia de cómo Yo-Yo Ma terminó grabando tangos de Astor Piazzolla merece ser contada.
Sobre todo ahora, que el disco "Yo-Yo Ma Soul of tango" acaba de trepar al primer puesto de ventas de discos clásicos en los Estados Unidos, desplazando al hasta ahora exitosísimo "Standing Stone", de Paul McCartney.
Todo empezó hace casi dos años.
Alfredo Radoszynski -alma máter, otrora, del prestigioso sello Trova, erudito en jazz y protagonista de memorables audiciones radiales sobre el género- recibió el encargo del guitarrista-compositor-arreglador brasileño Oscar Castro-Neves de reunir el material necesario para que su amigo Yo-Yo Ma, el famoso violonchelista nacido en Hong Kong, educado en Francia y nacionalizado norteamericano, abordara una parte de la obra escrita por Astor Piazzolla.
A buscar partituras
Fue hacia fines del 96 cuando Castro- Neves lo llamó a Radoszynski (su amigo desde hace treinta años) para pedirle su colaboración como productor del futuro disco de Yo-Yo Ma.
Don Alfredo empezó el recorrido por editoriales argentinas -Lagos y Ricordi, entre otras que accedieron gentilmente- y también por familiares de Astor para conseguir partituras originales. La selección de este precioso material fue realizada, parte en Boston (donde vive Yo-Yo Ma), parte en Los Angeles y Nueva York por Castro-Neves y el violonchelista.
"Mandé muchísimas partituras -recuerda Radoszynski-. Una de ellas, "Le grand tango", me la facilitó José Bragato (arreglador de muchas obras de Piazzolla y violonchelista en su último sexteto). Otras las conseguí de gente conocida en París y en Italia. Todo debía estar celosamente documentado, para garantizarle autenticidades al sello Sony. En tal sentido era necesario que en el grupo se incluyera un bandoneón, una guitarra y un violín argentinos que tocaron con Piazzolla para que aportaran esa roña que siempre pidió Astor."
Una anécdota perfila al músico : Radoszynski le había llevado al hotel donde se alojaba Yo-Yo Ma un cassette con "Grand tango" por Rostropovich y la pianista argentina Susana Mendelevich, grabado durante un ensayo al que asistió Piazzolla en París, y donde constan las indicaciones que Astor le daba al violonchelista ruso. Tras escucharlo, y con lágrimas en los ojos, Yo-Yo Ma le repetía a Radoszynski que no sabía cómo agradecerle el maravilloso testimonio que le ayudaba a comprender y a profundizar en la música de Astor.
Malvicino, músico-coordinador
"Yo-Yo Ma Soul of the tango - The music of Astor Piazzolla" fue grabado en marzo de 1997 en estudios de Los Angeles; en abril en uno de Boston, y el 28 y 29 de abril en El Pie Studio, de Buenos Aires.
El coordinador en Buenos Aires fue el guitarrista (ex Quinteto de Piazzolla) Horacio Malvicino.
Malvicino también consiguió partituras, pero para Jorge Calandrelli, director musical del disco y arreglador (escribió la parte del violonchelo) para el dúo Astor Piazzolla-Yo-Yo Ma del "Tango Remembranzas".
Malvicino integró en este disco el grupo de Yo-Yo Ma junto al violinista Antonio Agri, al bandoneonista Néstor Marconi y al contrabajista Héctor Console, al que se sumararon, en algunos temas, los pianistas Leonardo Mardoni y Gerardo Gandini; los guitarristas Sergio y Odar Assad; la pianista Kathryn Stott; el bajista Edwin Barker, y Castro-Neves en guitarra.
Yo-Yo Ma y los argentinos Agri-Malvicino-Marconi-Console partieron de gira en noviembre último. Y tocaron frente a públicos delirantes en salas de tres mil personas en Seattle, Los Angeles, Miami, Nueva York y Washington. Y se presentaron en el "Show de Cathy Lee", que ven más de cien millones de norteamericanos Malvicino intervino también en la selección de músicos, como Marconi, para que Yo-Yo Ma pudiera estudiar mejor, en Boston, su parte de dúo en el tango "Café 1930", poco conocido, salvo la versión del Cuarteto Kronos.
Además de tocar como los dioses, es, con sus cuarenta y un años, un profesional único, empeñado en investigar concienzudamente sobre la música que debe tocar; y de una proverbial humildad al preguntar sobre giros, acentos, modulaciones para captar y transmitir el verdadero swing tanguero. Además, es dueño de un envidiable buen humor. Por todo esto -y por sus experimentaciones con la música popular de los lugares y géneros más insólitos- lo siguen millones de jóvenes oyentes de todo el mundo.
La mayor expectativa ahora, tras el éxito descomunal en los Estados Unidos, y la venta masiva aquí en Buenos Aires (los discos están agotados), es un concierto en el Teatro Colón de Yo-Yo Ma con nosotros, tal vez en mayo, si las negociaciones llegan a buen puerto.
Un oriental que respira tango
Yo-Yo Ma nos ha regalado este sorprendente disco con música de Astor Piazzolla. Mil veces mejor que el que nos dejaron hace poco el violinista Gidon Kremer y el Cuarteto Kronos.
A cualquier oyente distraído podrá parecerle un milagro que un músico chino llegue a sentir "verdaderamente -como confiesa Yo-Yo Ma- la respiración de Piazzolla", sobre todo cuando toca, lanzado, su parte (escrita por Calandrelli) en el fascinante dúo que, gracias al milagro tecnológico, logra con el bandoneón de Astor en "Tango Remembranzas".
Yo-Yo Ma, que impresionó desde las partitas de Bach (para violonchelo solo) y la música contemporánea, hasta sus travesuras con Boby McFerrin, sus indagaciones cross over en la música de los Montes Apaliatien (origen de la música country) o con las composiciones de John Williams, deslumbra haciendo tangos.
Basta escuchar cómo vuelan, líricos, los dedos de Yo-Yo Ma en el primer cantabile del disco, en el huracanado Libertango. O percibir la unción del violonchelo en los contracantos de los dos movimientos del Tango Suite para descubrir la hondura de un intérprete en la percepción del Buenos Aires de Piazzolla.
Por cierto que el clima de intensidades, sutilezas, reconditeces y arrebatos es obra de músicos de la talla de Agri, Malvicino y Console, embebidos en la estética piazzollana, a la que se asimilan Néstor Marconi y los demás músicos participantes.
Pero las notas blue del violonchelo en la Fugata, el élan poético en Mumuki, la garra para el avasallante Tres minutos con la realidad, los emocionados giros para el melodismo entrañable de la Milonga del Angel, son obra exclusiva de Yo-Yo Ma.
Piazzolla debe de estar feliz de haber incorporado, a su pléyade de cultores, a un chino nacido para el tango.




