Spy/Master: la lograda serie rumana que explora las laberínticas luchas de poder al otro lado de la Cortina de Hierro
En esta nuevo boom de las ficciones de espionaje, la producción de HBO Max se enfoca en el ajedrez de un doble agente de la KGB muy cercano a los Ceausescu y a su contraparte de la CIA decidido a desenmascararlo
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Spy/Master (Rumania/2023). Creadoras: Kirsten Peters y Adina Sadeanu. Elenco: Alec Secăreanu, Parker Sawyers, Ana Ularu, Svenja Jung, Nico Mirallegro, Alexandra Bob, Claudiu Bleont, Elvira Deatcu. Disponible en: HBO Max. Nuestra opinión: buena.
Los espías se han puesto de moda. En los últimos meses varias series y películas han decido revisitar esa tradición desde diferentes ángulos. Algunas más al estilo champagne del primer James Bond, con las acrobacias modernas que permite el CGI como Citadel, la serie ya nacida como franquicia en Amazon, o la modernísima Ghosted (Apple TV) que asume con orgullo su lógica digital. Otras, en cambio, han rastreado otras herencias. Quizás la más ambiciosa de los últimos tiempos sea Slow Horses (también Apple), inspirada en la literatura de Mick Herron, el más claro heredero de John Le Carré del siglo XXI. Y la más pop Kleo (Netflix), siguiendo de cerca los pasos de la singular Killing Eve. Sin lugar a dudas, el éxito inesperado del género fue El agente nocturno (de nuevo Netflix), apegada al ritmo y el espíritu de los thrillers de los 90 con 24 a la cabeza, pero con una vuelta de tuerca inspirada en la paranoia contemporánea sobre las políticas de la vigilancia, el miedo al terrorismo y la agenda geopolítica de este milenio.
En ese panorama, Spy/Master –fruto de una alianza de producción entre los rumanos y HBO Max-, se enraíza en las narrativas de la Guerra Fría, en este caso en la compleja política puertas adentro del bloque soviético. En su ambición de aprovechar el pasado histórico, la serie crea un personaje de ficción que mucho le debe a la realidad y lo integra a los grandes nombres de aquellos años 70. Victor Godeanu (Alec Secăreanu) es el confidente y mano derecha del dictador Nicolae Ceaușescu, además de una de las figuras claves de la inteligencia rumana. En los créditos iniciales se nos ofrece un breve recordatorio del lugar de Rumania en la Europa del Este: Ceaușescu gobernaba con mano de hierro su país, resistía las intromisiones soviéticas en su territorio y se había convertido en una especie de peón estratégico –un poco al estilo de Tito en Yugoslavia- en la dinámica del poder en Oriente, sumando puntos al oficiar de mediador en las relaciones comerciales entre China y Estados Unidos y en la visita del presidente egipcio Anwar el Sadat a Israel.
La figura de Godeanu se inspira con claridad en Ion Mihai Pacepa, un alto oficial de la Securitate rumana que desertó a los Estados Unidos en 1978. Es ese el tiempo en el que sitúa la serie y una de las primeras imágenes es la de Godeanu en la embajada norteamericana en Bonn durante un viaje diplomático a la Alemania Federal. A partir de allí, la intriga se desplaza unas semanas atrás hacia Bucarest para revelar la estrecha relación del funcionario con el matrimonio de Nicolae y Elena Ceaușescu (Claudiu Bleont, Elvira Deatcu), sus tensiones con la oficina de contrainteligencia del régimen, las sospechas de contrabando de artículos suntuarios que lo involucran y las complejas relaciones al interior de su familia. Pero además de ser el hombre del momento, Godeanu es un espía de la KGB en el corazón del gobierno rumano, sus movimientos son el blanco de la mirada de aliados y enemigos y es ese precario equilibrio el que lo conduce a una salida vía Occidente. El tiempo se convierte en la mejor herramienta del relato, capaz de mostrar un inquietante juego de ajedrez en el que todos tienen mucho que perder.
La contracara de Godeanu es Frank Jackson (Parker Sawyers), un agente de la CIA en la embajada en Bonn que descubre en la misteriosa visita del funcionario rumano el perfecto trampolín para su escalada en el favor de Langley y en el mapa de estrategias de la Casa Blanca. Ninguneado por sus superiores, decide tomar en sus propias manos la misión a la espera de la aprobación del presidente Jimmy Carter. Lo que vendrá entonces es un laberinto de intrigas que combina a una espía de la Stasi, a una agente al mando de la contrainteligencia rumana, a un general de la KGB que amenaza con extraer a Godeanu de su posición y enviarlo a la Unión Soviética, y a los agentes de la CIA que intentan ganar puntos con la conquista del mejor activo del espionaje tras la cortina de hierro. Las idas y vueltas en el tiempo y en la región alimentan el suspenso, y si bien no hay grandes persecuciones o un monumental despliegue de enfrentamientos, el juego del gato y el ratón adquiere justa dinámica y precisión.
Escrita por Kirsten Peters y Adina Sadenau, Spy/Master no se aparta de las convenciones del género pero consigue un tono distante en la observación de la época, evitando trazos gruesos y sentimentalismos. El retrato de Ceaușescu y su esposa es el que responde con mayor apego al estilo del cine rumano de las primeras décadas del este siglo, con directores como Corneliu Porumboiu a la cabeza, cuyo humor es deudor del teatro de Eugène Ionesco y del registro lacónico de deadpan. Los colores opacos en las escenas nocturnas y la dinámica circular en la puesta de cámara, ligeramente opresiva para acentuar la imposible escapatoria, definen un mundo de contornos inasibles, donde todos pueden ser traidores y traicionados.
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