
Tarr, el de la película que dura siete horas
Dice que la considera una obra humilde
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El director húngaro Béla Tarr ha sido el gran descubrimiento artístico de esta tercera edición del festival. Gracias a la presentación de su más reciente trabajo, "Werckmeister harmonies", y de la monumental "Sátántangó", aclamado film de casi ocho horas de duración que realizó entre 1991 y 1993, los cinéfilos argentinos pudieron conocer a un artista tan prestigioso como maldito en el circuito internacional. Precisamente, "Sátántangó" se podrá apreciar por última vez hoy, a las 14.45, en el Hoyts 12 del Abasto.
A pesar de su fama de hombre duro y malhumorado, este director de 45 años mostró durante la semana que pasó en Buenos Aires una excelente predisposición para el contacto con la prensa. En diálogo con La Nación , sostuvo que "el hecho de que todas las funciones de mis films se realizaran a sala llena demuestra que hay un público ávido de propuestas distintas".
-Pero su cine está considerado como elitista, anticomercial, demasiado intelectual...
-Todo el mundo tiene derecho a pensar y decir lo que quiere. En los Estados Unidos, ejecutivos de estudios como Sony Classics me decían que mis películas son muy lindas, pero que no las pueden distribuir. Sin embargo, mis films llegaron a estrenarse en Estados Unidos, Francia, Alemania o Hungría.
-¿No le molesta que lo acusen de megalómano por haber hecho un film de casi ocho horas?
-Los comentarios ajenos me tienen sin cuidado. Todo el mundo sabe y opina de tres cosas: fútbol, sexo y cine. Para mí, "Sátántangó", más allá de su duración, es un film muy humilde. No me adoro a mí mismo. Trato de describir la situación de Hungría de la manera más realista y minuciosa.
-¿Qué importancia tuvo en su proyección internacional el apoyo de Susan Sontag, Lou Reed o Jonathan Rosenbaum?
-Ellos son mis intelectuales amigos y pueden abrir ciertas puertas dentro del circuito de cine de arte. Pero a mí me sigue resultando muy difícil conseguir financiación.
-¿Por eso tarda tanto en terminar una película y filma tan espaciadamente?
-Por eso, porque soy un perfeccionista insoportable, y porque también soy muy fiaca.
-Sus peleas en los rodajes son famosas.
-En el set de filmación el que dice cómo son las cosas soy yo. Por "Werckmeister Harmonies" pasaron siete directores de fotografía diferentes, pero mantiene su coherencia estilística y visual.
-¿Por qué cree que "Sátántangó" fue tan bien recibida por el público argentino?
-Porque si bien retrato la miseria y el patetismo de mis compatriotas, considero que si uno se aleja de Buenos Aires debe encontrar pueblos con situaciones muy similares. Mis films cuentan historias de gente que está siempre esperando algo que nunca ocurre.
-Tanto "Sátántangó" como "Werckmeister Harmonies" son producto de su colaboración con el novelista László Kraznahorkai ¿Piensa seguir trabajando con él?
-Sí, ambos films están basados en novelas suyas y luego trabajamos las adaptaciones. Las películas son muy distintas de las novelas, ya que él maneja un lenguaje muy complejo, monólogos imposibles de ser trasladados a la pantalla. Pero la mirada poética y filosófica es la misma.
-¿Estudia mucho la puesta en escena antes del rodaje?
-Odio los storyboards y los guiones. Nadie me ha visto con la copia de un guión bajo el brazo en un rodaje. Lo que sí hago es reunir a los actores, ensayar, y ver cuál es la mejor manera de poner la cámara y de trabajar con los intérpretes.
-¿Hay otros directores contemporáneos que le interesen?
-Durante los festivales no puedo ver nada porque estoy trabajando y hace cuatro años que vivo en un pueblo perdido en el que ni siquiera hay una sala de cine. Soy demasiado perezoso como para seguir las nuevas tendencias del cine moderno.
-Resulta paradójico que siendo uno de los directores favoritos de la cinefilia más exigente, esté tan desinteresado.
-Yo tuve una etapa cinéfila de joven. La nueva ola checa, la nouvelle vague francesa, ciertos trabajos de Federico Fellini fueron muy importantes en mi formación.
-¿Y Andrei Tarkovksi, con el que se lo compara tan seguido?
-¡Ese es un gran error! Su cine es muy religioso y el mío, no. Su lluvia purifica a los personajes, les da fe. Mi lluvia es desesperanzada, los hunde cada vez más en el lodo. En mis films, Dios no viene a salvarlos. Hay falsos Mesías vestidos de policías.





