Al Pacino, en el Teatro Colón: su espectáculo en siete frases inolvidables
El actor se presentó anoche con su espectáculo An Evening with Al Pacino y conmovió a cerca de 2500 personas
¿Cómo se mueve Al Pacino ? ¿Cómo gesticula cuando no es Michael Corleone, Tony Montana o Frank Keller? ¿Será simpático? ¿Será un divo? Un hombre que se sabe mundialmente famoso, y que presenta un espectáculo que a priori apunta a hablar de sí mismo, genera al menos algunas preguntas… Promete “una tarde” con él. ¿Qué viene a contar?
El público hizo fila dos horas antes para garantizarse una buena ubicación en sus palcos sin numerar. Las entradas estaban agotadas, el teatro lleno y lo aplaudieron de pie no bien pisó el escenario, aunque muchos de los presentes no sabían de qué se trataba el evento por el que pagaron unos cuantos miles de pesos. “Dicen que va a hablar de su vida”, comentó un elegante señor en el ingreso de la platea, ubicación cotizada en al menos 5700 pesos. Es que la gran mayoría de los que asistieron anoche a An evening with Al Pacino, no necesitaban una razón estrictamente artística para decir presente. Al Pacino supo marcar las retinas y las almas de suficientes personas con sus inolvidables personajes a lo largo de los años como para no ofrecer más que su nombre: el objetivo era verlo.
Sin embargo, desde que entró a escena, eufórico, y saludando en español, y tras los aplausos fervorosos, quedó en claro que tenía mucho más que ofrecer que su presencia. El Padrino, el ganador de un Oscar, el protagonista de tantas historias inolvidables, una verdadera leyenda, mostró cómo uno puede ser todo eso y no tomarse muy en serio. Se rió de sí mismo y habló de su carrera, sí, pero para hablar de algo que lo supera: el arte, el cine, la vida misma.
Repasamos los mejores momentos de la noche con sus frases más destacadas.
“Mi madre fue muy importante para mí. Todavía la extraño”.
La charla comenzó con las preguntas de Iván de Pineda, que ofició de moderador de la velada. Repasó sus comienzos y contó cómo el apoyo de su madre fue determinante para comenzar a estudiar actuación. “Era muy tímido. Una mujer vino a decirle a mi madre que yo debería estar en un escenario. Y ella me apoyó. Creo que la actuación me ayudó a escapar de mí”, dijo.
“Todos querían que me echaran de El Padrino, menos Francis”
La saga de Francis Ford Coppola se cuenta entre lo mejor de la historia del cine y el personaje de Pacino, Michael Corleone, también es considerado uno de los mejores de todos los tiempos. Por eso, gran parte de la velada estuvo destinada a desentrañar los secretos de esa obra maestra. Al contó cómo fue convocado para sumarse al elenco: “Un año después de hacer The Panic in Needle Park, me llama Francis. Me cuenta que quiere hacer esta película, y yo pensé, bueno, voy a ser Sonny. A mí me decían Sonny en la escuela así que estaba bien. No, quiero que seas Michael, me dijo. ¿Yo? Conozco al tipo, no puedo ser yo, soy petiso, pensé. Cuando viajé a Los Angeles para filmar, todos me querían echar. Me miraron y me dijeron, sos petiso. Serías muy bueno si fueras alto. Pero para Francis yo tenía que estar ahí”. Desplegando humor e histrionismo, Pacino siguió haciendo chistes sobre su estatura durante toda la función.
“Si vienen de otro planeta y preguntan qué es un actor, la respuesta es Marlon Brando”
Los elogios para el gran Marlon Brando, su compañero en El Padrino no cesaron en toda la noche. “Amaba estar ahí, cerca de él. Era un tipo muy, muy generoso. El no quería que me echaran de El Padrino”, contó entre risas. “Me acuerdo de estar frente a él y pensar, wow. Yo lo amaba. No podía creerlo. Un día le saqué una foto desde lejos, con una Polaroid, y me vio y me dijo, a ver qué tenés ahí. Una foto, le dije. Qué buena, ¿me la puedo quedar? En ese momento pensé, esto es una estrella”, bromeó. Las anécdotas siguieron: “En un momento nos detenemos a comer en el set, era en un hospital. El comía patas de pollo y me quedé mirando sus manos y pensando ‘¡qué mierda hace con sus manos!’ “, cuenta mientras evoca con sus gestos la coreografía de movimientos y ruidos vulgares que hacía Brando al comer. “Ahí supe: esto es una estrella de cine”, rió.
“Michael Corleone fue muy difícil de dejar ir”
Al Pacino interpretó este personaje en las tres películas de Francis Ford Coppola. Para hacerlo, tal como sugiere el método de Lee Strasberg, la escuela de actores en la que se formó y una de las más prestigiosas del mundo, hay que vivir como ese personaje. Pero no sólo a él le costó salirse del papel una vez concluida la película; todo el público, que no lo conocía de otros films, lo asociaba a ese villano. “Una vez iba manejando, me distraje y choqué. Me bajé, el dueño del otro auto estaba enojado, le dije ‘es mi culpa, ok’, hasta que me miró, y me dijo, ‘está bien, está bien es mi culpa’, retrocedió y se fue”. Las carcajadas se hicieron sentir en el Colón con esta historia.
“No hay método. Hay que ser natural”
Que uno de los actores del método del Actor’s Studio diga que no hay método es, al menos, llamativo. Pero lo que quiso dejar en claro Pacino es que los manuales no existen para el arte. “Lo que nos dejó Lee Strasberg es una forma de llegar a la persona (que hay que encarnar). Jackson Pollock dijo que cuando una pintura empezaba a tener sentido, la tiraba. Así es. No debería haber conciencia. La mente tiene que estar libre”, dijo. Luego, le dio un espaldarazo a la hija de Lucila Polak, su mujer, la joven Camila Morrone que está dando sus primeros pasos en la actuación: “Me pidió un consejo, pero no le puedo decir mucho. Ella es natural, por eso le va bien”.
"¿Mi futuro? Me miro al espejo y sigo acá, sigo haciendo lo que me gusta"
Consultado sobre si le gustaría dedicarse más a la dirección como muchos actores de larga trayectoria, aseguró que no se considera a sí mismo director, si bien ha dirigido, y no lo piensa como algo a lo que debería apuntar: "Creo que deben juntarse dos cosas, apetito y talento. Pero sobre todo apetito. Cuando dirigí por ejemplo En busca de Ricardo III, lo hice porque quería que al gente entendiera a Shakespeare, y porque había hecho a Ricardo III". "Sobre el futuro pienso que si uno está haciendo lo que le gusta, tiene la esperanza de seguir haciéndolo. Nada más", agregó.
"Si tuviera la chance de ser otra cosa, sería actor"
"Lo bueno de ser actor es que podés ser otro todo el tiempo", dijo sobre su quehacer y pese a ser reconocido principalmente por su trabajo en cine, admitió que el teatro es su "hogar". "Lo que me gusta del teatro es que ahí está el peligro", agregó y con humildad, aseguró que no podría hacer otra cosa que actuar. Respondió las preguntas de Iván de Pineda varias preguntas del público durante aproximadamente una hora y media. Luego recitó el poema The Ballad of Reading Gaol, de Oscar Wilde y para el cierre bailó Por una cabeza con la bailarina Judith Kovalovsky, en un homenaje a Perfume de Mujer, la película que lo hizo acreedor de un Oscar.
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