Día del Teatro: entre reclamos y una tímida vuelta a la actividad
Hoy se conmemora el Día del Teatro Nacional, en homenaje a la fundación del Teatro de la Ranchería un 30 de noviembre de 1783. También se celebra el Día del Teatro independiente de la Ciudad de Buenos Aires, en recuerdo a la apertura del Teatro del Pueblo, sala fundada por Leónidas Barletta en 1930 que desde el año pasado funciona en Almagro.
Un día como hoy debería ser de festejo en las salas, pero no será así. Desde el Instituto Nacional del Teatro se organizó una celebración que se desplegará por las pantallas. Como previa a esta doble conmemoración este fin de semana se produjeron dos hechos relevantes en lo que hace a la escena alternativa porteña: Artei, la entidad que nuclea 110 salas independientes, emitió un manifiesto que expone la dura realidad que vive este circuito, y la sala Espacio Callejón, que lidera el director y dramaturgo Javier Daulte, fue la primer sala alternativa que reabrió sus puertas en este contexto de crisis.
"El teatro independiente no aspira a insertarse en el público en términos mercantilistas sino que se propone como un espacio de formación y experimentación, creación de nuevos lenguajes y resistencia a partir del arte. Arte cuyo desarrollo ha otorgado a la ciudad de Buenos Aires un lugar excepcional de prestigio en el mundo, el nacimiento del FIBA y su importancia internacional (...) Sin embargo, la pandemia provocada por el Covid 19, que todavía recorre cada uno de los rincones del planeta, puso en cuestión al teatro como práctica. La imposibilidad de los y las artistas, técnicos y técnicas y de espectadores de asistir a los teatros creó una nueva situación que puso en evidencia la enorme precariedad que ya padecía este colectivo", apunta el comunicado que afirma que la "la actividad teatral quedó herida de muerte" con muchos espacios que están al borde del cierre o que ya han cerrado.
"Las instituciones oficiales de Cultura han aportado algo de sus presupuestos para tratar de paliar este estado de las cosas, pero todo ha sido insuficiente", señala el manifiesto que se expresa duramente por la falta de acciones efectivas. "La grave emergencia del sector cultural nos va a acompañar un tiempo más. Por eso, en estos `malos tiempos para el teatro`, parafraseando al gran Bertolt Brecht, poco es lo que tenemos para celebrar. Pero también sabemos que pelearemos sin descanso para sostener nuestros espacios y el arte que allí adentro se desarrolla", culmina el manifiesto redactado por la Asociación Argentina de Teatros Independientes.
En este marco, la icónica sala Espacio Callejón, una de las que forman parte del colectivo y que está ubicada a pocas cuadras del Teatro del Pueblo, volvió a cumplir el entrañable rito de recibir al público. Lo hizo, como indica el protocolo aprobado, trabajando con un aforo del 30 por ciento, con una programación reducida y cumpliendo estrictas medidas sanitarias. Y lo hizo, como suele suceder en su programación, con tres trabajos notables que pasaron por otras salas y que recibieron elogiosos comentarios críticos. El viernes fue el turno de Ametralladora, propuesta escrita y dirigida por Laura Sbdar e interpretada por Nicolás Goldschmidt. El sábado fue el turno de A Dancy, dirigida por Verónica Mc Loughin, con Andrea Nussembaum, Aymará Abramovich, Verónica Hassan, Débora Zanolli y escrita de forma colectiva. Y, el domingo, Escritor fracasado de Roberto Arlt, dirigida por la gran Marilú Marini interpretada por Diego Velázquez que se estrenó en el Teatro Nacional Cervantes. Los tres espectáculos agotaron sus funciones (o sea, 30 localidades que están a la venta casi al mismo precio de marzo, cuando se cerró la actividad en salas).
Anoche, el talentoso actor y director Diego Velázquez tuvo un función accidentada. Minutos antes de comenzar se le rompió el bolsillo de esa bata que debe estar impecable. No hubo modo de arreglarla. Cuando salió a escena le pidió al público si alguno tenía a mano una alfiler de gancho, pero no tuvo suerte. A los minutos, la consola de luces se trabó. Tuvieron que volver al apagón inicial y comenzar de cero. "La obra permite que esos accidentes alimenten al mismo espectáculo. Yo chivé a lo loco porque ni podemos prender el aire por un tema de ventilación ligado al protocolo, pero a la gente le gusta ver al actor chivar...", comenta con cierta ironía.
Pero más allá de las anécdotas traza un panorama sobre ese gesto, así lo considera, de retomar la actividad. "Es contradictoria toda la situación. Por un lado está buenísimo que la gente tenga ganas de ir al teatro, pero hay que dejar en claro que esto que estamos haciendo ahora hay que tomarlo como un gesto. El teatro no volvió, vamos todos a pérdida. Y mientras nosotros nos jugamos el Complejo Teatral tiene abierta una sola sala de las 7 que tiene cuando podría ofrecerlas a espectáculos independientes. Faltan acciones concretas por parte del Estado. El FIBA comienza en enero y todavía ni se hizo pública la convocatoria. Así son las cosas. Lo que dejó de manifiesto la pandemia es el grado de desprotección en el que ya estábamos. Ganas de volver hay, no solamente por parte de los creadores, de los artistas, de las salas. Nosotros ya vendimos las tres funciones de Escritor fracasado que teníamos previstas y anoche yo no conocía a nadie del público, lo cual está muy bien. Evidentemente el público está y eso es una alegría. Es la alegría que sentí anoche en medio de una situación de enorme tristeza", señala a LA NACION el premiado actor de tantas series, películas y obras escénicas.
En este complejo contexto hoy se conmemora, por partida doble, el Día del Teatro Nacional y el Día del Teatro Independiente de la Ciudad de Buenos Aires. La fiesta, como señala el manifiesto de Artei, quedará para otro momento.