Dios: una potente misa escénica en la capilla de Recoleta
Dios / Dirección y dramaturgia: Lisandro Rodríguez / Intérpretes: Horacio Banegas, Norberto Laino, Juan Carlos Antón, Anabela Brogioli y elenco / Diseño de iluminación: Matías Sendón / Escenografía y diseño espacial: Laino y Rodríguez / Sala: Centro Cultural Recoleta / Funciones: domingos, a las 17 / Nuestra opinión: muy buena
Dios hace caso omiso al sentido que se le quiera adjudicar. Eso lo afirma un programa de mano que tiene algo de manifiesto, de grafiti urgente, de testimonios de voces en pugna. Dios no es una obra de teatro (aunque, tal vez, también lo sea).
Se podría decir que es una propuesta escénica interdisciplinaria cuyo cuerpo está atravesado radicalmente por las artes visuales y la música. La dirección y la dramaturgia pertenecen a Lisandro Rodríguez, uno de los creadores más inquietantes de la escena actual que, como pocos, hace entrar en un fluido e inteligente diálogo su reflexión escénica con los espacios arquitectónicos en los que se realizan. Sus fieles aliados en esta misa son muchos. Imposible no nombrar al actor Horacio Banegas que oficia de cura de esta notable performance. Imposible no mencionar al artista visual Norberto Laino.
Dios sigue la estricta marcación del canon de una misa con su apertura, sus cánticos, su homilía. Tiene lugar en el Centro Cultural Recoleta. Más específicamente, en la capilla neogótica de ese centro que depende del gobierno porteño. Todos los domingos a la tarde de este mes despliega sus formas en el mismo centro cultural público en el cual, en 2004, el maestro León Ferrari presentó una muestra que tanto irritó a la Iglesia Católica y a cierto sector del poder político. En aquellos días, el arzobispo de Buenos Aires y actual Papa, Jorge Bergoglio, interpretó a la retrospectiva como un verdadero agravio.
Dios, propuesta que llegó a Recoleta por concurso, se hace cargo de esta situación. De hecho, en el escenario/altar que se va habitando de imágenes a lo largo de esta experiencia, se arma una imponente escultura de un sonriente Bergoglio de tres metros de altura saludando a su gente.
La propuesta revista a aquel territorio de conflictos en el que se cruzan presiones políticas y religiosas que entran en disputa con la libertad de expresión del artista. Temas, tensiones, tan instalados en el presente. De hecho, la actual reposición de esta radical e inteligente propuesta convive con la foto viralizada del ministro de Cultura en un la apertura de una muestra de artes visuales que despertó el enojo de la Iglesia Católica y del jefe de gobierno porteño. Convive, y pone en tensión, con el necesario debate sobre el aborto.
Dios ilumina estos oscuros territorios en conflicto. Así como se inicia con un numeroso grupo de intérpretes cantando "no tenemos miedo, no" en la puerta de la misma capilla devenida en teatro; termina una hora después con el público recorriendo el escenario/altar en una especie de no final atrapante que se va desvaneciendo de a poco. El domingo pasado, cuando todo parecía haber concluido, se impuso el aplauso.
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