
Hoy se estrena una obra del inglés Tom Stoppard
"La invención del amor", dirigida por Julio Piquer
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La última obra del inglés Tom Stoppard, "La invención del amor" (estrenada en 1997 en el National Theatre de Londres), se dará a conocer esta noche en Buenos Aires, con traducción y dirección de Julio Piquer, un creador que en otras oportunidades ha transitado la obra de este autor.
El espectáculo, interpretado por Humberto Serrano, Gabriel Alemany, Ernesto Arias, Sebastián Femenia, Pablo Ortolani, Ricardo Piriz, Juan Carlos Uccello y Gastón Zambón, se ofrecerá en el teatro La Máscara (Piedras 736).
"La invención del amor" es un drama sumamente atípico. Una pieza de personajes en la que Tom Stoppard cruza mundos muy particulares, como el intelectual y las relaciones homosexuales, pero con el único fin de mostrar la realidad de una época atravesada por las reflexiones y las pasiones. Todo ello dentro del espacio académico de una universidad. Dos seres reales están ficcionalizados también, el poeta A.E. Housman y el escritor Oscar Wilde.
Julio Piquer es un director con una actividad discontinua. Su último trabajo, "Catástrofe" de Samuel Beckett, lo dio a conocer en 1990. Anteriormente, en 1988, había estrenado otra pieza de Stoppard, "Hamlet y Macbeth en otra versión".
"Durante estos años estuve organizando una serie de trabajos culturales para la Cancillería que se desarrollaron en Chile, Bolivia, Perú, Paraguay -explica el director-. Me tocaba viajar y, por otro lado, no me cruzaba con un material que verdaderamente me interesara dirigir. El teatro, para mí, es una gran vocación y lo cuido mucho. Por eso hago lo que siento, aquello en lo que creo."
Volver a encontrarse con Tom Stoppard no es extraño para él. Conoce mucho la producción del dramaturgo inglés y suele estar muy atento a los estrenos de sus obras.
Refiriéndose a "La invención del amor", Piquer reconoce que se trata de un gran texto. "Es como un regalo -dice-. Es una pieza muy difícil. Podés hacer una gran ópera o una pequeña experiencia de cámara en la que destacás las cosas esenciales." Entre otras, el director busca afirmar planteos como el de la educación, la discriminación, la cultura. "Stoppard -agrega- pone en duda todos estos temas y luego coloca en el centro de la acción una historia de amor."
"En la pieza aparece -sostiene- una máscara de las buenas costumbres, pero detrás de ella hay una gran corrupción a todo nivel, educacional, moral. Los personajes son sumamente especiales, nada lineales, ni totalmente buenos, ni totalmente malos. Eso los hace fascinantes. De esta manera encontrás que es un material que posee muchas miradas. Podés elegir cualquiera y siempre el espectador se va a quedar reflexionando. Eso es lo más importante."
Entre esos personajes Housman y Wilde asoman con todas sus cualidades. "Me importa ese planteo que hace el autor. El busca diferenciar a un ser erudito de un artista. Housman, que muere a los 42 años, termina retorcido, seco, aislado. No tuvo el coraje de vivir, se recluyó y su obra no alcanzó la trascendencia que merecía. Oscar Wilde, por el contrario, hizo un estandarte de su homosexualidad y toda su producción alcanzó una gran difusión. Entre ellos hay muchas semejanzas, pero ganan las diferencias, y ellas son las que aportan las características particulares cuando se cruzan en escena."
"El mundo de Tom Stoppard -finaliza Julio Piquer- nos permite hoy salir de esta locura en la que vivimos. Nos obliga a detenernos y escuchar un texto maravilloso que sin duda nos va a dejar pensando."




