La rubia más legendaria
Con Mireya, un musical de tango, la exitosa dupla Cibrián-Mahler incursiona por primera vez en el género ciudadano por excelencia
Cuenta la leyenda que hace muchos, pero muchos años, vivió en Buenos Aires una mujer que enloquecía a los hombres. Le decían la Rubia Mireya y, dicen, se formaba una rueda para verla bailar en el Café de Hansen, allí donde los compadritos se reunían seguido y se peleaban a muerte por ella. "¿Te acordás, hermano, lo linda que era?", pregunta el tango "Tiempos viejos", un emblema del cancionero popular argentino cuya letra está grabada a fuego en el recuerdo de los más memoriosos.
Como Eulogia Tapia, de la zamba "La Pomeña", como la Garota de Ipanema, y como otras mujeres cuyas imágenes trascienden las canciones y quedan impregnadas en el imaginario popular,
Mireya despertó siempre la curiosidad por saber quién era la persona detrás de la leyenda. Como a Gardel, los uruguayos le adjudicaron su nacionalidad; Cortázar aventuró la hipótesis de que se llamaría Mireille como la figura de un cuadro de Toulouse-Lautrec. Ahora Pepe Cibrián Campoy decidió escribir su propio mito en clave musical: Mireya, un musical de tango .
Con sólo unas mesitas, un banco de plaza, algunos faroles y un vestuario casi arqueológico, la escena transporta a quien la mire a esos "tiempos viejos" que Cibrián eligió situar en 1910. Suena la música de Ángel Mahler. Hay tangos, milongas y baladas. El ensayo termina y los artistas se ven confiados. Es el primer musical de la famosa dupla que se sitúa en la Argentina, la primera vez que Pepe se anima a construir versos tangueros y Mahler, a componer en 2x4.
Damián Iglesias baja del escenario vestido como cuando los muchachos no usaban gomina: impecable. Además de protagonista –será el encargado de enamorar a Mireya, es el director de escena, rol que cumplió bajo la supervisión de Pepe, quien no pudo participar del proceso porque al mismo tiempo se preparaba para subir a escena como protagonista de Priscilla, la reina del desierto. "Es la primera vez que Cibrián-Mahler se arriesga a encarar algo con un código tan argento, porteño y barrial. Tuvimos que hacer un trabajo de investigación, ver películas. Es un texto muy diferente, pero muy Pepe a la vez. Y lo de Ángel también es muy diferente. Aunque mantiene su sello. Yo intenté seguir esa impronta Cibrián-Mahler desde la dirección. Van a ver una obra bien de ellos", explica el actor-director.
Feliz con el nuevo rol, trata de contener su ansiedad y conserva un perfil bajo: "Lo encaré pensando siempre en mantener la esencia de Cibrián. Yo intento darle unos toques más modernos desde mi visión más inexperta y joven", aclara.
Junto a Gabriela Bevacqua, la Mireya, vuelven a subirse a escena como dupla protagónica –el año pasado hicieron juntos Calígula y se los ve trabajar en perfecta amalgama. "Nos conocemos hace más de diez años. Somos como hermanos", dicen entre risas. Se nota: cuando hablan, cada uno completa la oración que empieza el otro y no ahorran los elogios mutuos. "Un personaje con tantos perfiles necesita de un tipo de actriz como Gabriela, muy dócil, capaz de muchas cosas y muy talentosa", dice él. "Trabajar con Damián es un placer enorme. Porque más allá de ser talentoso y un buen compañero, es un amigo. Es muy lindo, hay mucha confianza y química entre nosotros. Es un placer absoluto", dice ella.
Ambos deberán convertirse en una suerte de Romeo y Julieta para contar esta historia. Un señorito de la alta sociedad se enamora de una mujer de mala vida, con ansias de convertirse en estrella y con un amante obsesionado por ella. "La vida de Mireya es una tragedia, con muchas pinceladas de colores hermosos que hacen que la obra no sea pesada. Sufre mucho por amor, uno de sus amores la hace vivir cosas tremendas. Pero la obra no se instala en ningún estado. Eso es el mecanismo fantástico de lo que escribió Pepe. Te emociona hasta las lágrimas, pero no llega a lo trágico. Es una sucesión de situaciones que pasa por diversos estados. Alegría, tristeza, angustia, amistad plena, muerte, traición, amor, ternura. Se hace muy llevadero", explica Bevacqua. Su Mireya será "soñadora, pasional, de barrio".
"Genuina por lo sincera con sus sentimientos. Fuerte. Luchadora. Amante. Es un personaje maravilloso, realmente", continúa la actriz de destacada trayectoria en el teatro musical: fue Drusila en Calígula, Tania en Mamma Mia!, y el año pasado probó suerte con un unipersonal chiquito y conmovedor, donde pudo desplegar todos sus matices como actriz y cantante, Desde el sillón. Ahora, como el rostro visible de la obra, siente el peso del protagónico sobre sus espaldas. "Es un gran desafío, pero por suerte hemos podido laburarlo lo suficiente. Mi carrera es un paso a paso. Una lucha hermosa, pero diaria. Tengo una responsabilidad enorme, sobre todo con mis compañeros, pero yo cada trabajo lo asumo así", agrega.
El trabajo "de mesa" con el resto del elenco –que se completa con Martín Repetto, Leandro Gazzia, Lorena García Pacheco, Eluney Zalazar, Nicolás Bertolotto, Bruno Pedicone y Verónica Pacenza? incluyó mucha investigación previa. Buscaron películas, fotos antiguas y hablaron con todo aquel que pudiera contarle una historia que retratara cómo era la vida en Buenos Aires, en las primeras décadas del siglo XX. "En esa época había otra forma de hablar, otro tipo de contacto con el otro, más respetuoso… Fuimos aprendiendo mucho para encarnar estos personajes", comenta Iglesias, que condujo esta búsqueda desde el primer momento. Bevacqua, por su parte, buscó en las mujeres más icónicas del tango los retazos para configurar su Mireya: "Me concentré mucho en la figura de Tita Merello… Aprendí muchísimo".
"Yo pasé de ser el malo más malo al bueno más bueno", dice, divertido, Iglesias, que luego de encarnar al tirano Calígula, un papel que ejecutó brillantemente y le valió mucho reconocimiento en el ambiente, ahora será un galán tierno y conmovedor. "Se vuelve muy cercano a Mireya porque comparten el mismo grado de ternura y de lucha. Se enamora perdidamente de ella por su lado más sensible y triste", adelanta. Aunque no quieren anticipar mucho, sostienen que no es una obra para los amantes del tango, sino una historia "para toda la familia". "Pepe escribe sobre una mujer. Lo que él hizo fue en una licuadora meter a todas esas mujeres y ponerles el nombre de la rubia. No es la historia del tango. Es una historia distinta en la piel de la Mireya", aclaran.
Gabriela posa para las fotos embebida de esa misión: encarnar a una mujer argentina, una mujer cualquiera, pero también a una leyenda, y a un sueño. "Uno de los mensajes principales de Mireya es no perder tu sueño. Le pasan cosas hermosas y horribles. Y en esa búsqueda todos nos sentimos identificados. Me gustaría dejar como mensaje eso… No te rindas."
Con el corazón en el género de los musicales
Las obras anteriores en que actuaron los protagonistas
Gabriela Bevacqua
- Calígula
- El fantasma de Canterville
- Sádice ¿Quién rompe el silencio?
- Mamma Mia!
- Desde el sillón
Damián iglesias
- El fantasma de Canterville
- La importancia de llamarse Wilde
- Smail
- El Gato con botas
Mireya, un musical de tango
De Cibrián Campoy y Mahler
Teatro Alvear, Corrientes 1659
Funciones, miércoles a viernes, a las 21; sábados, 21.30; domingos, 20
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